Stevie Wonder / David Bowie / Roxy Music
La década de los setenta fue la era dorada del rock experimental y progresivo; pero también estuvo plagada de grandes obras folk, himnos disco y funk y de grandes ídolos glam. A continuación, compartimos las primeras 10 posiciones del listado de mejores discos de 1972 publicada recientemente por la revista Spin en virtud del inminente aniversario número cuarenta de cada uno de ellos.
Sin dudas, fue el trabajo que terminó de consolidar al grupo británico a nivel internacional y que permitió a Peter Gabriel convertirse en el frontman icónico que hoy todos conocemos. Su elevado rock conceptual no escatima en recursos extravagantes e incluye instrumentos como el melotrón.
Pese a haber sido concebido inicialmente como la banda sonora de la película homónima de Gordon Parks Jr., este disco consiguió superar en popularidad al largometraje para el cual fue concebida. Sus 37 minutos de duración son un despliegue abrumador de soul progresivo y de orgullo y resistencia por parte de la comunidad negra en los Estados Unidos.
No sería exagerado definir a este álbum como el mejor de la carrera de Mick Jagger y compañía y uno de los más importantes del rock and roll en general. Lo curioso es que se trata de una propuesta muy americanizada, con tintes de swing, gospel y blues. Pero es indiscutible lo imponente que resultan todas sus canciones.
Aunque en su momento fue dilapidado por la crítica que atacó con fiereza sus partes más melodramáticas, el tiempo le ha dado la razón al buen músico canadiense y ha ubicado a esta obra como una piedra fundamental en la historia del country rock.
El jazz, el funk y la psicodelia se amalgaman de un modo exuberante en este conjunto de canciones del mítico trompetista y pionero de la música afroamericana. Bien podría definirse como un desastre cargado de brillantez donde ningún elemento sobra ni estorba.
Los amantes del rock pueden encontrar en los tres cortes de este disco uno de los trips espirituales más poderosos que puede ofrecer la música del siglo XX. En palabras de los propios integrantes de la banda, es un despliegue de experimentación que solo era posible de lograr tras años de práctica y disciplina.
Valiéndose únicamente de una guitarra, su voz y un piano (que solo suena en la primera pista de este disco), el cantante y compositor inglés esbozó una obra maestra que resume la melancolía humana. Su minimalismo fue quizá su mayor jugada de originalidad en medio de una época en la que todos se esforzaban por hacer de más para sobresaltar.
A sus escasos 22 años, el nacido en Michigan consiguió dar a luz un álbum sólido y desafiante, lleno de cálidas capas de sonido. No solo tiene temas de funk pesado, sino también una que otra balada enternecedora e himnos con mensajes de protesta y crítica social.
Con su quinto material de estudio, el Duque Blanco sacudió al mundo con esta opera rock grandilocuente. No solo se trata de un conjunto de canciones provocadoras e hiladas por la historia de personajes extraterrestres; sino también de una obra que trasciende lo musical y se complementa con el look y la actitud andrógina de Bowie dentro y fuera del escenario.
Esta obra se llevó el primer puesto del ranking gracias a su caótico equilibro entre saxofones, sintetizadores y guitarras. Su estilo consiguió anticipar la futura explosión de géneros tan rebeldes como el punk y el hip-hop. En muchos sentidos, se trató de una entrega vanguardista y libre de restricciones que, en más un modo, sentó las bases de corrientes como el art rock.