En 1991, Metallica lanzó su quinto álbum de estudio. Si bien se tituló igual que la banda, también fue conocido como The Black Album y se convirtió en el trabajo más vendido de la banda de thrash metal.
En conversaciones con la revista Uncut, Lars Ulrich y Kirk Hammett hablaron sobre la creación de este disco producido por Bob Rock que cuenta con canciones emblemáticas como “Enter Sandman”, “The Unforgiven”, “Sad But True”, “Wherever I May Roam” y “Nothing Else Matters”.
“Luego de terminar con …And Justice For All y los consecuentes dos años de gira, sabíamos que no podíamos seguir por ese camino”, confesó Ulrich, baterista y co-fundador de la banda. “Nos habíamos chocado contra un muro. La última canción en el disco era ‘Dyers Eve’ y dura seis o siete minutos, repletos del rollo más progresivo y distinto que Metallica era capaz de ofrecer. Después de tocar todas esas canciones durante un par de años, dijimos ‘tenemos que reiniciarnos'”.
Hammett, guitarrista de Metallica, agregó: “No fue fácil lograr el sonido que queríamos en el disco. Queríamos que todo saliera lo mejor posible a nivel sonoro, pero también en cuanto a la calidad de las canciones y a cómo las interpretábamos. Así que -creo que yo soy el primero en mencionarlo- queríamos sacar un disco al estilo Back In Black [AC/DC] un LP lleno de singles. Ese era el concepto, el de canciones que suenan como singles pero que no lo son”.
Fue allí donde Ulrich profundizó en las referencias que tuvieron para la realización de dicho disco:
“Nos sentamos y pensamos en los trabajos de Misfits, AC/DC y The Rolling Stones. Pensamos sobre cómo simplificar las cosas y componer temas más cortos. Es más difícil escribir una canción corta que una larga. El nuevo desafío era hacerlas cortas. Buscábamos más equilibrio y que nuestra música fuera más física que cerebral”.
Ya con respecto a la decisión de trabajar con el productor Bob Rock, el baterista comentó: “Rock había trabajado hacía poco con The Cult, Mötley Crüe y Bon Jovi y tenía un acercamiento distinto al sonido. Estábamos interesados en que nuestros discos fueran un poco más grandes e impactantes. […] Nunca habíamos estado en un estudio con alguien que nos desafiase como lo hizo él. Lo bueno es que Bob nos animó a crecer. Lo malo es que no estábamos muy abiertos a que nos dijeron lo que teníamos que hacer”.
Y finalizó: “Cuando salimos del estudio un año después con The Black Album bajo el brazo, ninguno de nosotros pensó que nos volveríamos a ver. Sin embargo, acabamos pasando los siguientes 10-12 años, grabando discos juntos. Fue una historia de amor que comenzó con algunos problemas. Afortunadamente nos presionó y nos desafió. Nunca aceptó que rechazáramos experimentar para seguir creciendo”.