Morrissey quiere terminar con la tauromaquia y para ello solicitó la ayuda del Papa Francisco. De acuerdo a lo reportado por PETA (organización por los derechos de los animales), el músico le envió una carta pidiéndole que reconozca que “la matanza de toros contradice las enseñanzas de San Francisco de Asís, el santo patrono de los animales”. Además, le solicitó “poner fin a los vergonzosos vínculos de la Iglesia con este espantoso, sangriento y cruel evento”.
Un evento “aberrante” en nombre de santos católicos
En la carta, Morrissey resalta que muchos de estos eventos se realizan en honor a santos católicos, algo que le parece aberrante: “¡Sacerdotes vestidos con sotanas torturan toros en nombre de la Iglesia, y la matanza de toros se usa para ‘celebrar’ los días de los santos! Estas aberraciones deben terminar, y solo usted puede ponerles fin. Por favor, hágalo. … No se puede ser protector de los animales mientras la tauromaquia y el catolicismo sigan asociados”.
“Si la Iglesia no condena esta atrocidad, no solo serán los toros los que se desangren lentamente, sino también la relevancia del catolicismo entre los jóvenes. Como una vez canté, ‘we all want the bull to survive’ (‘todos queremos que el toro sobreviva’). Que así sea. Por favor, muestre misericordia y compasión hacia estos animales y condene la tauromaquia”, concluye la carta.
A continuación, la traducción completa:
Su Santidad:
¡Sacerdotes vestidos con sotanas torturan toros en nombre de la Iglesia, y la matanza de toros se usa para “celebrar” los días de los santos! Estas aberraciones deben terminar, y solo usted puede ponerles fin. Por favor, hágalo.
Crecí en una familia católica romana y fui educado en la Iglesia, sin embargo, cualquier persona que crea en la compasión podría escribir lo siguiente: deseo sumar mi voz al llamado de People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) y condenar el pecaminoso espectáculo de la tauromaquia. Usted eligió el nombre de San Francisco, patrón de los animales y del medio ambiente, porque desea que la protección de la naturaleza sea su legado, pero la tortura, el tormento y la matanza de toros como deporte contradicen las enseñanzas de Dios y las suyas. No se puede ser protector de los animales mientras la tauromaquia y el catolicismo sigan asociados.
A pesar de que el papado reconoció en 1567 a la tauromaquia como un “espectáculo del diablo” y ha mantenido consistentemente que “es contrario a la dignidad humana hacer sufrir o morir innecesariamente a los animales”, las manos (¡y bendiciones!) de la Iglesia Católica todavía están presentes en toda la práctica arcaica y cruel de la tortura de toros.
Tan solo en España, alrededor de 16.000 festividades religiosas incluyen el maltrato de toros y otros animales; muchas plazas de toros cuentan con capillas donde los toreros rezan antes de que comiencen las corridas, y sacerdotes católicos ofician ceremonias en las plazas y asisten a las corridas. Algunos, como el padre Víctor Carrasco, incluso luchan contra becerros vestidos con sotanas. La Iglesia declara que “Los animales son criaturas de Dios. … Por lo tanto, los hombres les deben compasión”; sin embargo, las acciones superan las palabras.
A medida que las personas compasivas se dan cuenta de que los toros sufren casi más allá de la imaginación al ser apuñalados y torturados en el ruedo, la popularidad de la tauromaquia ha caído en picada. Las plazas de toros están cerrando en todo México y en otros lugares; este año, Colombia prohibió las corridas de toros. En España, el 93% de los jóvenes de entre 16 y 24 años rechazan la tauromaquia. Pamplona es una orgía de violación y violencia alimentada por el consumo de alcohol que acompaña a los encierros de toros. Si la Iglesia no condena esta atrocidad, no solo serán los toros los que se desangren lentamente, sino también la relevancia del catolicismo entre los jóvenes.
Como una vez canté, ‘we all want the bull to survive’ (“todos queremos que el toro sobreviva”). Que así sea. Por favor, muestre misericordia y compasión hacia estos animales y condene la tauromaquia.
Saludos cordiales,
Morrissey.