En octubre de 1992 y en pleno éxito, Nirvana llegó a Buenos Aires. El Estadio Vélez Sarsfield esperaba a la banda del momento con 50 mil personas rebosantes de ansiedad y emoción por ver a la sensación del rock de los 90. Esta sería una noche inolvidable, tanto para la banda como para el público, pero no por las mejores razones.
En octubre del ’92 Nirvana arribó a Argentina junto a la banda de mujeres Calamity Jane, pero previamente fueron teloneados por Los Brujos. Luego de que el público se mostrara conforme con la banda argentina, le siguieron las Calamity Jane pero no corrieron la misma suerte que la banda de varones. La banda sufrió el abucheo del público, principalmente integrado por hombres, quienes les arrojaron de todo, incluso les escupieron y mostraron sus miembros, mientras ellas daban su show. La desagradable situación hizo quebrar a las músicas y bajarse del escenario, ante lo cual Kurt Cobain consideró no dar el show en repudio de la actitud del público.
Esto no era una posibilidad, así que la decisión del trío grunge dio a los argentinos una lista que nadie esperaba. Priorizando temas de Incesticide -disco que saldría dos meses después del concierto- y omitiendo grandes hits como “Smells Like Teen Spirit”, Nirvana dio un show al menos extraño: la banda se divirtió al amagar con tocar sus más celebradas canciones, pero solo dejaban con sed de éxitos a los argentinos. Entre los temas que eligieron tocar se contaron “Nobody Knows I’m New Wave”, “Aneurysm”, “Breed” y decidieron terminar con “All Apologies” y “Nameless, Endless”.
Cobain expresó a lo largo de su carrera una posición que podría llamarse feminista o, al menos, en contra del sexismo y su repuesta ante la violencia del público en Buenos Aires tuvo que ver con visibilizar esto. El mismo Cobain habló de cómo se vivió el sexismo esa noche en el libro Nirvana: The Chosen Rejects:
“Durante todo su repertorio [de Calamity Jane], toda la audiencia estaba arrojando dinero y todo lo que tenían en sus bolsillos, basura y piedras, solo amedrentándolas. Eventualmente las chicas no pudieron más y comenzaron a llorar. Fue terrible, una de las peores cosas que he visto, una gran masa de sexismo”.
Sobre la experiencia, una de las integrantes de Calamity Jane recordó: “Fue nuestro último show, debido a una variedad de circunstancias. Esa noche tuvo un gran impacto en nuestra autoestima. Combinado con el hecho de retornar a casa con nuestras guitarras rotas y tener que esperar tres meses a que nos paguen por un problema del management. Estábamos descorazonadas y decidimos volver a Oregon sin siquiera finalizar el tour. Nuestro ánimo estaba por el suelo y nos tomó años recuperarnos”.