Tanto el llamado príncipe de la oscuridad como su esposa Sharon Osbourne se encuentran bastante contrariados por estos días a causa de asuntos de índole legal. Trascendió que, según reporta la revista británica NME, la citada pareja considera que ciertas condiciones contractuales exigidas por AEG, enorme compañía del mundo de la música internacional, resultan abusivas y arbitrarias, ya que atentan contra el libre mercado y la voluntad misma de los músicos que las suscriben.
Específicamente, lo que critica Ozzy son cláusulas como la que impide que los artistas vinculados con AEG no puedan tocar en el O2 Arena de Londres a menos que también toquen en el Staples Center de Los Ángeles. Ambos lugares, dicho sea de paso, son propiedad de la mencionada empresa. Según se expresa en la demanda interpuesta por el vocalista de Black Sabbath, dichas condiciones son “descaradas”. Sharon ha comentado acerca de este mismo tema diciendo que los requerimientos de tal compañía le parecen “cercanos al chantaje”.
AEG se defendió respondiendo el citado recurso legal al señalar:
“Esta demanda no tiene mérito y lucharemos enérgicamente contra ella. Damos la bienvenida a una mirada más de cerca al mercado global de entretenimiento en vivo y, específicamente, a nuestras prácticas y las de nuestra competencia”.
Lo que busca entonces Ozzy es lograr que todos los contratos firmados por músicos con esta corporación sean anulados. Dentro de unos meses sabremos si la justicia le da la razón en su búsqueda por un medio mucho más equitativo para los artistas.