Una nueva edición del Primavera Sound Buenos Aires culminó y la energía extraordinaria de dos jornadas plenas de música todavía resuena. Más de 40 bandas con talentosos y emblemáticos artistas nacionales e internacionales conectaron con una marea de público dispuesta a abandonar la rutina por dos días y sumergirse en una experiencia cultural inolvidable. Cuatro escenarios en total, diferentes stands y dos beer gardens exclusivos de Heineken enaltecieron la propuesta de un evento que se destacó del resto por su diversidad y propuesta. A continuación, repasamos ambas jornadas.
Día 1: Distintas generaciones, un amor compartido por la música
Fantasmagoria, el proyecto liderado por Gorisey, fue el encargado de abrir la primera jornada de esta nueva edición del Primavera Sound en el país con la fuerza de su rock crudo y efervescente. Después, en escenarios diferentes, Mi Amigo Invencible deleitó a sus seguidores bajo el sol ardiente mientras que al mismo tiempo Fermín, el músico y productor que acompañó a Dillom durante la concepción de Post Mortem, presentaba las canciones de su flamante nuevo álbum de estudio, Todo sobre la nada. En la continuidad de la tarde, Massacre con Walas a la cabeza rajaron el piso del predio con el poder de sus canciones para que luego, después de un accidentado inicio, los Black Midi hicieran temblar los cimientos del escenario Heineken con la fuerza de su noise rock demencial.
Desde Mar del Plata, y a la luz de un sol que quemaba, Las Tussi arrasaron en el escenario Nobody is Normal con el carácter salvaje y la esencia punk que las caracteriza: más de una persona del público se fue sorprendida ante el despliegue del power trío que además contó con la participación de Santiago Piedra, guitarrista y vocalista de Mujer Cebra, como invitado en dos canciones. Mientras tanto, en la otra punta del predio, el icónico Richard Coleman junto a su banda, El Trans-siberian Express, terminaba un set contundente con un homenaje a Soda Stereo.
Cuando comenzaba a atardecer, las canciones de Conociendo Rusia se adueñaron del festival. El Ruso Sujatovich presentó una lista de temas recorriendo sus tres LPs publicados hasta el momento, además de algunos singles apartados como “A la vez” o “Mundo de Cristal” junto al español Leiva, quien se hizo presente en el escenario para interpretar la canción junto al argentino. Una vez finalizado su show la jornada continuó con tres propuestas tan diferentes como interesantes: El Mató a un Policía Motorizado, Slowdive y K4.
Por su parte, el conjunto platense hizo lo que mejor sabe y, sin ningún tipo de parafernalia, se subieron al escenario Heineken para dar un show intenso y al pie, protagonizado por las canciones de su último álbum de estudio publicado este año, Súper terror. La sensibilidad de Santiago Motorizado impactó de forma eficaz en miles de personas que sacaron sus celulares para registrar el himno confesional llamado “El tesoro”. Al mismo tiempo, desde el escenario Barcelona, Slowdive creaba una atmósfera sombría y etérea que tuvo que pasar por algunos problemas de audio a lo largo de su presentación, pero logró salir adelante con la banca de un público respetuoso y entregado al trance. Con el tiempo justo, K4 impresionó a una propuesta inclasificable, hipnótica y fugaz, tan increíble como el mismo artista de la Rip Gang.
Finalizando las 20 h, Dillom se subió al escenario Primavera para despedirse definitivamente de su etapa Post Mortem y darle la bienvenida a una era menos conceptual, más experimental pero con la misma irreverencia y sarcasmo de siempre. Dylan deslumbró junto a su banda al son de hits como “La primera”, “Opa”, o “Rocketpowers” pero también aprovechó la ocasión para mostrar en vivo canciones de su más reciente material de estudio, Ad Honorem 1, mixtape que publicó este año y que muestran un perfil más podrido y sobrador. Mientras esto ocurría, y en una sintonía completamente diferencia, Róisín Murphy hacía suyo el escenario Barcelona con una presentación elegante y estética. La ex Moloko interpretó gran parte de los temas de su más reciente LP producido por DJ Koze titulado Hit Parade. Con un atuendo diseñado enteramente por ella, la cantautora convirtió su recital en una pista de baile donde no faltaron cadencias electrónicas y beats punzantes.
Finalmente, el plato fuerte de la jornada y lo que la mayoría estaba esperando llegó al anochecer: The Cure. Pasadas las 22 h, el conjunto oriundo de Crawley, al sur del Reino Unido, irrumpió en el escenario Heineken encolumnados detrás de la presencia tímida de Smith. Con el maquillaje corrido y la luz tenue que lo caracteriza, el líder de la banda salió a escena y se llevó la ovación del público mientras vestía una remera con el Sol de Mayo dibujado en el medio, aunque con detalle en particular: el sol tenía su boca pintada con labial de la misma forma que el vocalista. Una demostración de afecto con el público argentino que perduraría a lo largo de las dos horas y media del show.
Sin mayores sorpresas, el set que el grupo llevó adelante no distó mucho del que hicieron en otros países de su gira latinoamericana. A través de un total de 27 canciones con dos bises al final, The Cure introdujo a la audiencia a un viaje a través del tiempo y de su discografía, marcada por himnos ochenteros, baladas confesionales y otras tantas composiciones desgarradoras producto del corazón frágil y sensible de Robert Smith, un frontman cuyas interacciones con el público fueron pocas, pero algunas sonrisas cómplices bastaron para dar cuenta que él también la estaba pasando increíble.
Padres con sus hijos subidos a los hombros, jóvenes enamorados viviendo el presente, familias aunadas por un gusto en común, amigos reencontrados después de años reviviendo el fulgor de la juventud. A todos ellos Robert les habló y, con las manos en el pecho y los ojos brillosos por una emoción palpable, les prometió volver.
Día 2: Ganadores, perdedores y algunas caras conocidas
La jornada del domingo fue mucho más intensa y candente que la primera, marcada por un clima sofocante en Parque Sarmiento. El inicio, esta vez fue simultáneo a las 14.30 h con los Winona Riders en el escenario Heineken, Juana Rozas en el Barcelona y Limón en el Nobody is Perfect. Los primeros convocaron al público más rockero que llegó temprano para poguear con las canciones de sus dos LPs publicados este año: El sonido del éxtasis y Esto es lo que obtenés cuando te cansás de lo que ya obtuviste. Rozas también aprovecho su presentación en el festival para mostrar en vivo los temas que componen su álbum debut, Vladi, mientras que Limón volvió a demostrar su esencia pop y a interpretar un set con las canciones de su nuevo disco de estudio, Todo el tiempo todo a la vez.
Con unos pocos minutos de armado, Rayos Láser, los reyes absolutos del pop rock cordobés coparon el escenario Primavera tanto con hits festivos y pegadizos para romper la pista de baile como también con piezas introspectivas y profundas que invitaban a la reflexión. Al mismo tiempo, la ternura de Yami Safdie se robó los corazones de todos aquellos que pasaron por el stage Barcelona y fueron testigos de un show ecléctico e innovador que mezcló ritmos autóctonos con beats electrónicos. En la otra punta del predio, Ryan tiró toda la carne al asador y sorprendió con su impronta rockera, además de hacer una versión rockera de “Una vela” de Intoxicados, a la cual unieron con “I Wanna Be Your Dog” de The Stooges.
Galería de fotos del Heineken Beer Garden en Primavera Sound Buenos Aires 2023 – Fotos: Cata Almada
A pocos minutos de las 16 h, Virus apareció en el escenario Heineken bajo un sol más brillante que nunca. Los hermanos Moura fueron uno de los primeros grupos ovacionados en la segunda jornada y se dedicaron a desplegar toda su experiencia y sensibilidad recorriendo una parte de los mayores clásicos de la banda. De esta forma tocaron versiones retocadas de “Imágenes paganas”, “Mirada speed” o “Wadu Wadu”. Su cierre, como no podía ser de otra manera, fue con “Luna de miel en la mano”. Cuando la banda se retiró, Viva Elástico irrumpió en el escenario Barcelona con el pop oscuro de la voz de Alejandro Schuster. Como si fuera poco, presentaron una canción llamada “Metalero”.
El calor se hizo insostenible y los artistas lo empezaron a recalcar. “Gracias por bancarse esta temperatura hija de puta. Al menos no hace 60 grados todavía”, dijo Joaquín Levinton de Turf después de subir al escenario principal para su presentación. La realidad es que no hay banda más festivalera, errática y frenética que Turf: un obligado para aquellos que pasaron por el festival con la intención de bailar, saltar y poguear al ritmo de canciones como “No se llama amor” o “Loco un poco”. Mientras tanto, en el Barcelona OFF! voló cabezas y su público hizo levantar la tierra del suelo después de moshear con su propuesta 100% hardcore punk. Furia, transpiración e intensidad se vivieron a flor de piel en una presentación consagratoria.
Con el caer de la tarde, el calor empezó a menguar, pero las propuestas en el festival se empezaron a poner cada vez más interesantes. Pocos minutos antes de las 18 h, Domi & JD Beck, el curioso dúo de jazz conformado por la pianista francesa Domi Louna y el baterista yanqui JD Beck, se presentaron en el escenario Heineken con un puñado de canciones eclécticas y pulidas, marcadas por un groove envidiable. A la par, Natalie Mering, conocida artísticamente como Weyes Blood, invitaba al público a viajar. Vestida de blanco, con una capa y un vestido, la artista encantó con su esencia angelical y algunas de sus canciones más conocidas y de su último álbum de estudio And in the Darkness, Hearts Aglow. Casi en las antípodas del pop, Carly Rae Jepsen se presentó ante el público argentino con su pop comercial pero entretenido. Sabía lo que el público esperaba de ella y es por eso que no dudó un segundo en tocar, tal vez, su mayor hit radial: “Call Me Maybe”. Mientras, repartía besos a la gente del público que estaba frente a la valla.
En la recta final de la noche, y como se anticipa, aparecieron los platos fuertes. Primero llegó Beck, y para sorpresa de muchos, el músico deslumbró con un set avasallante. El californiano tomó por sorpresa a varias personas que asistieron al festival a través de una propuesta brillante, bien articulada y configurada por estímulos de todo tipo, enaltecidos por visuales hipnóticas y la actitud de un frontman sin nada que perder pero todo por ganar, que además se dio el lujo de invitar a Damon Albarn para cantar “Valley of the Pagans”.
Luego, pasadas las 21 h, llegaron los Pet Shop Boys, quienes pusieron a bailar a un público expectante y curioso, que se llevó la mejor de las impresiones del dúo. Neil Tennant y Chris Lowe introdujeron a la audiencia en un clima distópico, que aunó texturas vintage con el pulso atemporal del pop revolucionario con el poder de éxitos inoxidables. Tampoco faltaron los covers: “You Were Always on My Mind” de Gwen McCrae, “It’s Alright” de Sterling Void y “Go West” de Village People formaron parte de su setlist en la parte final del recital. La banda llegó al país en el marco de su nueva gira mundial “Dreamworld: The Greatest Hits Live”, la cual presentó un recorrido intensivo por toda su trayectoria pero también contó con algunos temas recientes como “Dreamland”, single que lanzaron en 2019.
Finalmente, el festival tuvo su cierre de lujo con Blur. Con un set de 90 minutos en total, los íconos del britpop volvieron al país con la excusa de presentar su último álbum de estudio, The Ballad of Darren, pero la realidad es que su presentación en Parque Sarmiento fue mucho más que eso y sirvió para sellar su incondicionalidad con el público argentino con un show inolvidable. Si por algo se destacó la presentación de Blur en el Primavera Sound, fue por la cantidad de sucesos increíbles que no dejaron de ocurrir a lo largo de su interpretación: piropos a la luna, fanáticos arriba del escenario sacándose selfies, un dueto mano a mano junto a una fan, y el aviso reiterado por parte de Damon que este fue el “último show” de la banda, algo que quedó resonando en la cabeza de su público ya que el músico no profundizó más en su explicación. Vale aclarar que Blur cerró en Buenos Aires su gira latinoamericana.
Sería injusto no mencionar el trabajo formidable de Alex James y Dave Rowntree, que además de consolidar una sección rítmica contundente no dejaron de divertirse toda la noche desde el más bajo perfil. Graham Coxon merece una mención aparte. El guitarrista de 54 años se destacó por completo con un sonido avasallante y pulido, creando los climas necesarios para cada canción y dando cuenta de su increíble talento. Inquieto, creativo y por momentos efusivo, Coxon se presentó como un arquitecto del sonido que fue clave dentro de la construcción narrativa del espectáculo.
Al final, la noche concluyó más allá de las ansias del grupo y la euforia del público. Así pasaron “Girls & Boys”, en la que Damon se colgó una bandera LGBTQ+; una versión portentosa de “Tender”, donde el vocalista confesó: “Me haría bien que esto no termine nunca”; “The Narcissist”, el primer single que presentaron de su nueva etapa; y dos canciones más que ansiadas y festejadas por los fans: “For Tomorrow” y “The Universal”. Con una emoción que traspasaba sus pupilas, Albarn se abrazó con sus compañeros de banda para despedirse por tiempo indeterminado sin antes decir: “Tienen un espíritu increíble e inexplicable, deberían estar orgullosos de eso. Gracias”.
Conocer nuevas formas de vivir la música fue la invitación que Heineken hizo a los asistentes de Primavera Sound Buenos Aires, festival al que acompañó en marco de la celebración por los 150 años de la marca. El festival, por su lado, ya confirmó su edición 2024. #DestapáNuevaMúsica