Que el internet en general y las redes sociales están revolucionando las relaciones sociales, la forma de crear y las comunicaciones, no es noticia. El arte ha tenido que adaptarse a las nuevas formas y tiempos, a que las personas ya no leemos como antes, a la instantaneidad de publicaciones, etc.
Rachel Hulin, una escritora y fotógrafa neoyorquina, ha sido la primera en publicar un novela por medio de posteos de Instagram. La novela se titula Hey Harry, Hey Matilda y cuenta la historia de dos gemelos treintañeros, mediante mails que se mandaron, lo que podríamos llamar una novela epistolar del siglo XXI. Hulin se refiere a la experiencia como “transmitir una novela en vivo”, en una entrevista con el medio Business Insider.
Por otro lado, la española Leticia Sala, quien empezó escribiendo sus pensamientos y compartiendo escritos en las redes sociales, acaba de editar su libro Scrolling After Sex, contrato que se le ofreció por su gran exposición en las redes sociales. Sobre su peculiar experiencia en redes Sala cuenta a La Vanguardia:
“Hasta entonces hacía un uso cotidiano de la red, subiendo mi día a día y fotografías de los viajes que hacía. Fue durante una temporada que me quedé sin trabajo que pensé que podría subir lo que iba escribiendo en mi móvil. Me encanta escribir y tenía muchas notas. De un día para otro, la gente empezó a interesarse por mí y a comentarme sorprendida, pues no era habitual ver texto en Instagram en vez de imagen. Creo que les descoloqué. Les mostré algo diferente a lo que estaban acostumbrados y eso les gustó”.
De cualquier manera, estos son sólo dos ejemplos de cómo el arte toma los nuevos lenguajes, lejos de anquilosarse y perder el tiempo en lamentos, se adapta a la nuevas tecnologías, tomando los nuevos territorios de creación.