Pocas bandas han dado tanto de qué hablar durante décadas como Led Zeppelin.
La banda británica no solo encontró en Jimmy Page, John Paul Jones y John Bonham un trío de excelentes músicos, sino que halló en Robert Plant el frontman ideal para encabezar esa aplanadora del rock que tomó al mundo por sorpresa a finales de los 60.
Muestra del genio de este legendario cantante son, claro está, sus creaciones y performances, de las cuales te proponemos repasar tan solo tres.
Stairway to Heaven
Sería imposible ignorar el peso y la seriedad que encierra “Stairway To Heaven” a lo largo de sus ocho minutos de pura brillantez compositiva. Líricamente abstracta y musicalmente completa, el hecho de que tengamos la tierna voz de Plant es la guinda del pastel.
Plant había reunido a muchos fanáticos con su chillido en tonos imponentes de los primeros esfuerzos de la banda, pero en este track regresa a un sonido vulnerable y tierno que mostró al mundo que era capaz de mucho más de lo que ofrecía en Led Zeppelin.
Recientemente, y luego de varias idas y vueltas, Led Zeppelin ganó definitivamente la batalla legal por el supuesto plagio de esta canción.
Immigrant Song
Aunque no se trata de una de las máximas genialidades líricas de Plant, “Immigrant Song” pasó a la historia como uno de los momentos del rock más icónicos de todos los tiempos.
El cantante está en llamas durante todo el tema, alcanzando notas que solo los perros pueden procesar y al mismo tiempo posee todas las intenciones maliciosas de las que el propio Lucifer estaría orgulloso. Incluso varias décadas después, esta canción sigue teniendo un significado y una potencia dominante de un himno de rock. Un monstruo absoluto.
Whole Lotta Love
Cuando alguien piensa en Zeppelin, generalmente la primera canción que viene a la mente es el éxito de 1969, “Whole Lotta Love“. Pero mientras Jimmy Page y el resto del grupo son habitualmente celebrados por la pista, es la imparable voz de Robert Plant la que se roba el show.
El track de apertura del segundo álbum de la banda, Led Zeppelin II, parte a toda velocidad, con el sonido de la guitarra de Page que pasaría a definir una generación: estridente, desenfrenado e inquebrantable.
Respaldado ampliamente por el poder estruendoso de la batería de Jon Bonham y la línea de bajo definitiva de la década de John Paul Jones, la canción es una belleza desenfrenada. Sin embargo, por encima de todo, la voz de Plant en “Whole Lotta Love” es lo que la distingue: es la actuación de un cantante supremo, es una actuación de proporciones épicas que, esencialmente, hace de este himno lo que es.