Una de las razones por la que The Beatles es una banda tan icónica es porque se animó a experimentar de manera constante. Lejos de aferrarse al sonido que los lanzó al estrellato a comienzos de los 60, sus integrantes se animaron a cruzar los límites de lo convencional y a ir cambiando de piel con cada disco.
John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr se despidieron de sus exitosas canciones de desamor con tintes pop en 1965. Uno de los responsables del giro psicodélico de los Fab Four en su disco Revolver (1966) fue el LSD, una droga que los hizo “viajar” hacia otras dimensiones. De hecho, muchos señalan que buena parte de la inspiración para ese álbum surgió del hecho de que Harrison y Lennon fueran “dosificados” con ese ácido lisérgico por John Riley, también conocido como el “dentista demoníaco”.
Según reporta la revista Far Out, John se sinceró al respecto en una entrevista de 1972 al señalar que “Tomorrow Never Knows” fue su primera canción psicodélica, aunque le parece que no salió del todo bien y admite que “no sabía lo que estaba diciendo”. Al referirse a su idea original para este tema de Revolver, el cantante y guitarrista comentó:
“Me había imaginado en el fondo que escucharías a miles de monjes cantando. Eso no era práctico, por supuesto, e hicimos algo distinto. Fue un poco pesado, y de verdad no me gustó. Debería haber intentado acercarme a mi idea original, los monjes cantando. Ahora me doy cuenta de que eso era lo que quería”.
En una entrevista concedida a Playboy, Lennon confesó que en ese momento estaba obsesionado con los monjes porque estaba leyendo el Libro Tibetano de los Muertos, un texto espiritual que contiene consejos para la conciencia después de la muerte. Otro detalle curioso sobre “Tomorrow Never Knows” es que inspiró “While My Guitar Gently Weeps”, considerada como una de las mejores creaciones de George para los Beatles.