Es difícil imaginar el under neoyorkino de principios de los 70 sin pensar en Andy Warhol y Lou Reed. Desde su disciplina, cada uno fue innovador y rupturista con las modas de la época sin la necesidad de vender su autenticidad a la tendencias contemporáneas. El camino de cómo tan erráticas personalidades llegaron a conocerse es tan apasionante como interesante.
En 1965 un grupo de jóvenes conformado por Reed, John Cale, Sterling Morrison y Maureen Moe Tucker había conseguido una fecha en el Café Bizarre, lugar de vanguardia en la Gran Manzana, con su banda The Velvet Underground. Un nombre peculiar que, como el contenido de alguna de sus letras, estaba ligado al sadomasoquismo y a “desviaciones” sexuales.
Las cosas no salieron según lo planeado esa fecha. El público no los entendió y los abucheó y algunos hasta los insultaron. Tal vez el naciente grupo proto-indie pretendía demasiado entendimiento para aquel entonces. Sin embargo, entre el decepcionado público estaba Warhol que, a diferencia de todo el resto del recinto, había quedado alucinado con la performance del grupo.
Poco después se acercó a la banda y les preguntó si podía ser su mánager. Sin dudas, Warhol se había topado con un diamante en bruto. Cautivados por la excentricidad de Andy, sin mucho para decir, aceptaron la oferta. El primer movimiento de Warhol como representante de la banda fue aconsejarles incorporar a la cantante, actriz y modelo Nico (Christa Päffgen). En una entrevista unos días después, el artista plástico anunció: “Estamos patrocinando una nueva banda, se llama Velvet Underground”.
Reed sabía que había algo más detrás de su encuentro con Andy, entendía que debía pasar por gracia del destino. “Estábamos hechos el uno para el otro. Las canciones escritas antes de nuestro encuentro ligaban perfectamente con los temas de sus películas. Andy nos dio la oportunidad de convertirnos en The Velvet Underground. Antes, no éramos nada y no interesábamos a nadie“, dijo en una entrevista.
Como planteaba Reed, la simbiosis entre la música de la Velvet y el arte de Warhol cuajaban a la perfección. Por eso fueron los encargados de musicalizar Exploding Plastic Inevitable: una exposición multimedia organizada por Andy que, además, contaba con muchos bailarines, obras, y con una estética sadomasoquista.
El escenario para tal espectáculo fue The Factory (La Fábrica), el estudio fundado por el mismo Warhol donde frecuentaban personalidades destacadas de la época como Truman Capote, Allen Ginsberg, William S. Burroughs, Salvador Dalí, Bob Dylan o Mick Jagger. “En ese lugar pasaba algo nuevo todos los días”, recordó Cale en una entrevista.
El 12 de marzo de 1967 salió el disco debut: The Velvet Underground & Nico. Se lanzó bajo el sello Verve Records y el arte de tapa fue realizado por el mismo Warhol, la famosa portada de la banana. Para ese álbum Andy también se desempeñó en el rol productor y, aunque el artista no tenía conocimiento musical, su aporte, en palabras de Reed, fue “mantener a las personas alejadas”.
Con el tiempo, la relación de hermandad entre Reed y Warhol empeoró. Según Cale, porque el autor de Transformer no toleraba la publicidad constante que significaba estar acompañado de Warhol. Después de todo, eran dos personalidades totalmente diferentes.
“Andy se sentó y habló conmigo. ‘Tenés que decidir lo que querés hacer. ¿Querés seguir tocando en museos y festivales de arte o querés comenzar a moverte a otros lados?'” recordó Reed en una entrevista. Lou estaba realmente cansado de ese ambiente, necesitaba cambiar de aire, aunque eso signifique alejarse de su representante y amigo.
“Lo despedí porque pensé que esa era una de las cosas que debíamos hacer para alejarnos de todo eso. Él estaba realmente enojado. Nunca había visto a Andy tan furioso. Me llamó rata”. Músico y artista estuvieron peleados hasta el día de la muerte de Warhol en 1987. Andy nunca lo perdonó. Aún así, el legado cultural que el dúo construyó es un fragmento esencial en la historia del arte moderno.