John Michael Osbourne, más conocido como Ozzy Osbourne, es un sobreviviente. El denominado príncipe de las tinieblas está rockeando desde 1967, cuando fue vocalista de su primera banda Rare Breed. A partir de 1969 lideró Black Sabbath, la agrupación que lo llevó a la fama y que lidera hasta hoy.
Pese a la vida de excesos que el músico ha llevado por más de 50 años de sexo, drogas y rock and roll, el artista sigue brindando recitales. En meses recientes, Ozzy pudo sobreponerse a una grave infección en su mano, así como a los impases de salud que le obligaron a posponer una gira junto a Judas Priest.
La explicación para la longevidad del metalero la tiene Bill Sullivan, un investigador genético de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana. Él analiza el ADN de Osbourne en su nuevo libro titulado Pleased to Meet Me: Genes, Germs and the Curious Forces that Make Us Who We Are.
Para ello, se valió de un análisis de los cromosomas del cantante realizado en 2010 por Gnome, una compañía de investigación con sede en Massachusetts. La conclusión a la que arribó Sullivan es bastante sencilla:
“Ozzy es, de hecho, un mutante genético.”
El científico enunció que existe en sus genes una modificación que le permite abusar de ciertas sustancias sin que eso lo afecte del modo que sí le sucedería a la mayoría de las personas. Es decir, Ozzy es excepcionalmente resistente al alcohol y los psicoactivos.
Esperamos que aquello signifique que el icono podrá mantenerse en pie por muchos años más, pues el fanatismo por su legado, al igual que su salud, es muy fuerte pese al paso del tiempo. En todo caso, algunos ya bromean con que otras leyendas vivientes como Mick Jagger también tienen esa mutación.