La del pasado 10 de agosto en Ladran Sancho fue una jornada especial para Mi Amigo Invencible. Hace exactamente un año atrás se publicaba La danza de los principiantes, su último disco. Fue así que en el medio del show el público le cantó el feliz cumpleaños. La banda le devolvió el gesto afectuoso con un gran despliegue de música, que incluyó varios climas y puntos altos en la noche.
El ambiente arrancó calmo, con canciones reflexivas como “Cada vez” y “La danza de los principiantes”. Eventualmente, el gen post punk de los mendocinos se evidenció cuando arremetió “Edmundo Año Cero” como una aplanadora. Se vivió un momento íntimo con “Mateo”, donde se lució Mariano di Cesare con su cadencia vocal, apoyado por una base rítmica sólida. Mariano Castro ahondó en esa atmósfera personal cantando “Noches de ciencia ficción”. Más adelante, en “Puentes rotos”, que arranca a tientas y gana fuerza a medida que transcurre, el público se prendió entusiasmado con el estribillo -“es la sed de un principiante que no conoce ningún bar”-, al igual que en “Gato Negro Pasa” -“donde ellos nadan me ahogo”-. Hubo lugar para una zapada entre Leonardo Gudiño en la percusión y Juan Pablo Quatrini en el bajo, que estuvieron dialogando entre sí para el deleite general.
“Mi amigo no se va, no se va, mi amigo no se va” se escuchó repetidas veces hacia el final de la noche. El recital culminó con di Cesare tomando prestado un tom de la batería para interpretar el último tema. Por si faltaba una sorpresa para irse completamente satisfecho.