Fue el 6 de marzo de este año, el día que Gorillaz anunciaba lo que sería su regreso a los escenarios y bajo la excusa no menor que la de presentar su nuevo disco luego de 7 años sin novedades de los comandados por Albarn y Hewlett. Pese a haber sido el primer show anunciado, terminaría siendo el sexto de la banda desde el lanzamiento de Humanz, aunque claramente contaba con una connotación especial; estaban a punto de llevar a cabo su propio festival.
En Londres las horas previas transcurren con normalidad, claro: el festival se llevará a cabo en Margate, ciudad ubicada a 280 km de la capital y que alberga un parque de diversiones conocido como Dreamland, creado en 1880 y que tras haber sido cerrado hace un tiempo, hoy goza de buena salud, fiel a su nombre y ofreciendo shows durante todo el año.
Ir y volver a Margate no sería una cuestión tan simple, teniendo en cuenta que en poco tiempo los alojamientos a un precio razonable fueron reservados y conseguir una habitación en lugares como Ramsgate (ciudad ubicada a unos 10 kilómetros) terminaría transformándose en una opción viable para la masa que asistiría al show.
Ya es sábado y la peregrinación comienza temprano. El reloj marca las 9:27 y el tren desde St. Pancras Internacional con destino a Ramsgate da lugar a su marcha. No, no hubo atraso y no, el tren no estaba avasallado de gente como sí pasaría horas más tarde.
Según lo ultrachequeado más de una vez en Google Maps, la estación de Margate se encuentra ubicada a pocos metros del parque de diversiones. Uno sale de dicha estación y al levantar la vista procurando no mirar demasiado fijo al sol, se encuentra hacia la izquierda con el ruidoso mar del norte. A la derecha, casi mezclándose en los ojos con la masa de agua, se encuentra nuestro Dreamland, que ahora brinda la bienvenida a todo aquel buscador sediento de una buena dosis de música y diversión. La empatía es tal, que a esa hora se está llevando a cabo la prueba de sonido con sorpresa incluida, lo que suena es “Sleeping Powder“, una de las cuarenta canciones que quedaron fuera de Humanz y que la banda estrenó hace tan solo un par de horas.
La ciudad desparramada al costado de Dreamland luce tranquila pero los minutos pasan y cerca de las 14hs llegan los contingentes masivos desde Londres. Trenes, buses especiales y autos particulares comienzan a darle a Margate una imagen diferente a la de cualquier otro sábado por la tarde, generando una convivencia entre familias que disfrutan de la playa y los próximos asistentes al festival, una marea que no escatima vanguardistas outfits mientras ingiere miles y miles de packs de cerveza. Margate, como sus habitantes la conocían hasta hace una hora, ya no existe.
En el ingreso, el espectáculo típico es el de kilos de basura dejada por los asistentes que van apiñándose en las puertas, disfrutando de los últimos tragos de lo que sea que estaban bebiendo a un precio módico. A esa hora, el calor ya arreciaba y a mis espaldas algunos se atrevían a adentrarse en el frío mar que contornea por la ciudad en camino al Paso de Calais, el punto más cercano entre Inglaterra y el continente.
Llegó el momento de ingresar y mientras los primeros en hacerlo se preparaban para disfrutar de cada una de las atracciones que ofrece el parque, otros disfrutaban de lo que estaba haciendo Kilo Kish en el Hall by the Sea. Uno de los tres escenarios predispuestos para gozar de la faceta artística del festival que sirvió de contexto para la apertura de lo que sería una tarde inolvidable, en este caso con su propuesta entre el hip-hop y lo psicodélico y un ensamblado show de imágenes y ritmos sintéticos.
Entre puestos de comida, bebidas, la clásica vuelta al mundo, carrousels y diferentes atracciones que incluían el poder conocer los Kong Studios, de a poco todo se llenaba y demandaba más y más tiempo de espera. Algunos iniciaban la vigilia por la atracción central, ubicándose en las gradas del escenario principal para disfrutar en primer término de Fufanu. Islandeses que aun manifiestan síntomas de la pubertad en sus cuerpos, aunque ofrecen un show con un descaro propio de los que tienen años de experiencia en shows a gran escala. Propuesta interesante marcada por secuencias de guitarras veloces, sintes y un poderoso bajo con reminiscencias inevitables a Joy Division.
Retomando el recorrido del predio y cercano a la entrada, uno se encuentra ante un hall con ofertas de comida, bebida, algunos pinballs y el tercer escenario montado sobre una “Roller Disco”, transformada hoy en el Roller Rink GSS Present, el escenario destinado a los DJs. The Shapefitters se encargaron de abrir el día con un set que no encontró dificultades en poner a bailar a todos. Después le llegaría el turno a Remi Kabaka y a Chris P Cuts. El músico reconocido por su trabajo con The Rolling Stones y Paul McCartney es además el fundador del proyecto DJ de GSS (Gorillaz Sound System) con el que gira la banda en el Humanz Tour y que aquí tomó la decisión de llevar a cabo su set a dúo con un resultado magnífico, repleto de adrenalina. El plato fuerte de este escenario, el hombre de la máscara de oro, Claptone, fue la excusa para muchos para ingresar al mundo de la electrónica. Se adueñó del escenario y la pista de baile con una buena dosis de su tan celebrado Charmer dejando fluir a gusto el aura teatral que lo rodea.
La intención del festival, desde un principio, fue la de reunir en una jornada a artistas que colaboraron en Humanz, abriendo el camino a shows propios y al sinfín de colaboraciones que se darían más tarde en el escenario principal. Es por eso que no llamó la atención la inclusión de De La Soul, que ya han colaborado antes con Albarn y los suyos. La banda subió pasadas las 16:30 para brindar un show contundente, mientras minutos más tarde en el Hall by the Sea, Kali Uchis daba comienzo a su show de le mano de un sutil pop sintético con una rítmica que invitaba al baile y a ingresar en ese mundo cargado de sensualidad. La artista nacida en Colombia demostró estar a la altura de la invitación e hizo delirar a los que ya a esa hora se refugiaban del sol y del día ajetreado en el parque de diversiones.
Ya en ese momento ir por comida, beber algo o disfrutar de alguna atracción demandaba demasiado tiempo, además las piernas comenzaban a pesar y ante la inminente entrada del grueso del público uno debe tomar una decisión, o continuar recorriendo el predio, disfrutar de las atracciones y el resto de las bandas, o en su defecto someterse a una plácida espera con breves lapsos de descanso en pos de una buena ubicación para ver a Gorillaz.
Es aquí donde me incluyo entre los segundos, en el preciso instante en el que llegaba el turno de Vince Staples. Uno de los que también se sumaría más tarde, pero en esta ocasión y al momento de dar su show, se las ingenió para comenzar a encender el público con tan solo pistas como compañía en el vasto escenario. El nacido en Long Beach entregó una poderosa demostración de hip hop nutrido de beats tan soberbios y contundentes como su actitud frente al público y con su punto más alto en la conocida “Big Fish“. La gigantesca plataforma, en este caso no fue para él un desierto difícil de atravesar.
El sol ya empezaba a caer y acusaba su calor residual en las espaldas de los presentes y mientras los más precavidos se colocaban protector solar, una de las sorpresas tenía su lugar en el escenario; llegaba el turno del “very special guest”. Recordemos algo; todos los artistas que formarían parte del festival aparecían en cartel a excepción de uno. La incógnita era develada cuando uno observaba el programa ya dentro del recinto y se encontraba con el nombre de quien brindaría el preludio al plato fuerte de la noche. En ese momento y pasadas las 19, es Kano quien sale al escenario. Uno de los padres del grime toma la posta para brindar uno de los shows más celebrados de la tarde. Hip-hop, drum and bass y una dosis fina de electro soul de la mano de su expansiva banda y una sección de vientos que cuadran perfecto en el atardecer sobre el parque.
El escenario quedó en óptimas condiciones y con el público extasiado para lo que vendría. Pero el desenlace no sería de la mano de un simple comienzo. A la hora señalada, 30 personas recreando una especie de ceremonia illuminati comienzan a subir al escenario y es aquí donde se hace necesario dar cuenta de lo audiovisual, tanto como concepto del disco y del propio festival. El logo del Demon Dayz fue aquello que se develó en primera instancia, un gran ojo como clara referencia al Gran Hermano que todo lo ve y que aquí emerge en lo más alto del escenario principal mientras que a los costados se aprecian imágenes de un inminente apocalipsis, idea que tomó Albarn como referencia y con un tal Trump como presidente de Estados Unidos, para darle forma a Humanz. El mensaje es claro, ante tal catástrofe lo único que nos queda es bailar.
Así comenzaba el show. Luego de esa breve ceremonia, todos los músicos suben al escenario, todos menos uno. Todos menos Damon, que era uno de los encapuchados, y al sonar los primeros acordes se despoja de esa túnica negra y da la bienvenida a ese parque de diversiones musical llamado Gorillaz.
El inicio sería con la intro “I Switched My Robot Off“, la misma que brinda la apertura a Humanz, por ende uno puede imaginar que de aquí en más solo vendrá un repaso del disco. Error. La primer canción y primer invitado: Vince Staples para hacer “Ascension“, la fiesta ha comenzado y de manera soberbia. A continuación uno de los clásicos que sonarán esta noche, uno extraído de Demon Days con el cual el público ya se encuentra en una especie de limbo que durará poco mas de dos horas, la canción es nada más ni nada menos que “Last Living Soul“.
A lo largo del show los invitados tendrían lugar, por supuesto. Además de los del último disco, como Popcaan en “Saturn Barz“, De La Soul en “Momentz” y Danny Brown en “Submission“, hubo una sorpresa que no tuvo que ver con la presencia de Kelelam para la canción citada, si no con el mismísimo Graham Coxon, que comenzaba a hacer de las suyas. Kali Uchis entregaría junto a Damon uno de los momentos mas sensuales del show en “She’s My Collar” y sería imposible no emocionarse con la reciente “Busted and Blue” y ese atardecer aferrándose al día dando de lleno de una punta a la otra del escenario.
Por supuesto hubo lugar para un descargo referente a lo político por parte de Albarn, teniendo en cuenta las elecciones celebradas en el Reino Unido el día jueves, despachándose con un claro “It’s been a weird week in this country. A real surprise and the nan inevitable bullshit out come. But this is only the beginning cos there’s some of you out there who weren’t able to vote this time, but next time you’ll be able to vote”. (“Ha sido una semana rara en el país. Una verdadera sorpresa, con una mierda de resultado. Pero esto es solo el comienzo porque algunos de ustedes no pudieron votar esta vez, pero la próxima podrán”.) Ante dichas palabras, acto seguido todo fue aplausos y arenga del público.
Las impresiones que va dejando el show son certeras con respecto a lo esperado. Aquí nada está librado al azar y Gorillaz es un parque de diversiones en si mismo, con Hewlett cortando los tickets antes de ingresar a ese mundo tan particular que ofrece el grupo como concepto y con Albarn en la entrada a cada una de las atracciones que aquí serían las canciones, donde los que gozan de ello son los músicos que forman parte de la banda, aquellos que pasan por el escenario y el propio público presente. Imposible no detenerse en lo llevado a cabo por Jeff Wootton, Seye Adelekan, Gabriel Wallace y Mick Jones. Y, un nombre para anotar: YOTA. Banda conformada por algunos de los aquí nombrados junto a Jamie Reynolds de Klaxons.
En total las canciones fueron veintisiete, entre las de Humanz y clásicos infalibles como “Stylo“, “Dirty Harry“, “El Mañana“, “Feel Good Inc.” y “DARE” con otro de los invitados especiales de la noche como lo fue Shaun Ryder de Happy Mondays, quien grabara tiempo atrás la versión original de ese gran tema. Ya en ese momento todo era una fiesta pero todo también iba en cuenta regresiva y adivinen quién volvió. Sí, Graham Coxon junto a la efusiva Camille Berthomier para entregar una versión de alto vuelo de “We Got The Power“.
El show duró poco más de dos horas, en las que se vio a una banda ofreciendo una descarga sonora fina y fiel a lo entregado durante toda su historia. Sobre Damon Albarn, qué decir. Ya es un caso especial, no dejó de arengar en todo el show y se lo vio gratamente feliz, efusivo y hasta emocionado con cada intervención de sus invitados a quienes les entregaba un fuerte abrazo que parecía nunca iba a tener final.
El cierre sirvió para calificar lo glorioso de estar vivo y poder disfrutar de algo como esto. Parecía que el abrazo de Albarn recorría el parque como si fuera una pista de montaña rusa hecha de caramelo y canciones. “Demon Days” fue la canción elegida con los últimos rayos de sol escapando suavemente por los márgenes del predio y que con la frase “Turn yourself around to the sun!” lograba conformar un escenario que hasta dejaba abierta la huella para hacer rodar lágrimas mejillas abajo en más de un rostro. Difícil evadir esa sensación escuchando el mensaje final de Damon: “Unity, and through unity we find love.”
El festival, magnífico, fue mucho más que una presentación de Gorillaz y se vivió tanto en los márgenes como dentro del recinto. Cada una de las bandas hicieron lo propio y todo fue una fiesta.
Por último, si usted está leyendo esto es porque ese apocalipsis imaginado por Albarn aún no ha llegado y eso es motivo más que suficiente para darle play a Humanz y ponerse a bailar. Si llegase, es mejor que lo encuentre bailando.
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Foto principal: Joshua Atkins