Jueves 6 de Julio, 15:30hs y casi como el héroe de Vogler me encuentro ante el umbral que lo cambiará todo en las siguientes horas y los siguientes días. Serán cuatro jornadas extensas de música que esperan a los más de ciento veinte mil asistentes estimados que tendrá la 29° edición del Eurockéennes.
“74 artistas, cuatro jornadas de música al aire libre”, es lo que reza el slogan del festival y cuan cierto es. El predio se encuentra rodeado de un infinito verde y pequeñas comunas, pero es la ciudad de Belfort la que se predispone por completo con sus cien mil habitantes a darle la bienvenida a los miles de fanáticos. Asentada entre los Vosgos y el Jura, regala un paisaje enmarcado en bosques, ríos, lagos y una rica historia de batallas, penumbras y pesares azotados, que datan del siglo XVII y se extienden hasta la Segunda Guerra Mundial. Esta vez de pesares no habrá ni noticias y ante el Gran Territorio de Belfort que comprende junto al resto de los poblados, la fiesta ya se vive en las calles.
Día 1 – Jueves 6
Para acceder al predio uno puede hacerlo mediante el servicio de tren propio del festival con salidas desde la Gare de Belfort. En mi caso y en el primer día, accedo a hacer el trayecto caminando ya que desde Valdoie (una de las comunas cercanas) son tan solo cuarenta los minutos que se tardan en llegar el Eurockéennes.
La caminata vale la pena, de hecho pasarán las horas y ya promediando la mitad de la primera jornada me mantendré convencido de emprender el regreso a pie por ese camino que atraviesa el bosque y que probablemente de noche sea la locación perfecta para la tercera parte de The Blair Witch Project.
A minutos del comienzo del festival solo quedan entradas disponibles para este día y para el sábado. De todas formas, poco importa que sea jueves, aquí casi todo el mundo se encuentra ya de vacaciones o al menos ha pedido los días correspondientes para disfrutar del festival.
En los márgenes ya se vive la comunión de forma particular y desde algo tan simple, como la movilidad hacia el lugar. Uno puede encontrarse con tipos que parecen haberle errado al camino en el Tour de France y terminaron acá. De hecho, el festival cuenta con un estacionamiento exclusivo para los que acceden en bicicleta.
Los escenarios dispuestos y dispersos dentro del recinto son cuatro, y en el ingreso, desde el Grand Scene se oye un “Colombia-Francia, dos países hermanos”. Es la voz del cantante de la Chiva Gantiva. Este grupo de colombianos, belgas, franceses y vietnamitas con sede en Bruselas, que con su canto a la diversidad y ante algunos minutos de show, logran dar lugar a los primeros momentos de algarabía del público.
Pese a la amplia propuesta musical del festival, la juventud de los presentes durante la primera jornada abruma. La explicación con el pasar de las horas lograré comprenderla, aunque por ese entonces me lleva a pensar sobre cuántos de ellos están aquí por algún show en particular y cuántos sólo por tomar esa selfie calculada hasta el hartazgo y/o un día entero de borrachera junto al lago y con música de fondo.
Ya en el Green Room llega el turno de The Lemon Twigs, otro de esos casos en los que la simpleza abruma en una banda con claras signos de otra época, destellos de ópera rock y pasajes en una misma canción a The Beatles, Queen y Pink Floyd. El sol pega fuerte y los primeros aplausos desmedidos se hacen sentir por parte del público, en un festival que de a poco comienza a tomar vuelo de la mano de los hermanos D’Addario.
Trasladarse hacia el resto del predio comienza a transformarse en una tarea un tanto tediosa sólo por la cantidad de público, ya que es destacable la cercanía entre un escenario y otro con respecto a otros festivales de tal envergadura. En el Escenario Loggia, los altivos Shame entregan una dosis de post punk con claros problemas de sonido. De todas formas, el paso por el festival es digno por parte de una de las bandas más celebradas de los últimos años en la escena británica.
En el Grand Scene ahora es el turno de PNL (Peace N’Love) y aquí la explicación sobre el porqué del público joven y de un fenómeno que da cuentas de la ubicación de este dúo o de Booba como cabezas de cartel. El hip hop ha pegado fuerte en esta edición del Eurockéennes y claros ejemplos de ello son Tarik y Nabil Andriem. Los hermanos que de la noche a la mañana pasaron de hacer shows en clubes para mil personas a estar frente a nada menos que treinta mil fanáticos en un estado de éxtasis supremo.
El de Soulwax será un show difícil de superar en lo que quede de festival. A poco de haber dado a conocer su último disco, el celebrado From Deewee, contar con siete músicos en total en escena y que tres sean bateristas (¡WTF!), implica la tenencia inevitable de un sonido abrumador que alternará entre el electrorock, y reminiscencias inevitables a Kraftwerk con ese sonido expulsado mediante sintetizadores. Si a eso le sumamos la genialidad detrás de esas mentes brillantes de los ex 2 Many DJ’s, el resultado es el de un show cargado de adrenalina llevado a través de un sonido plagado de texturas capaces de alterar a la audiencia e inducirlos a niveles de baile y hasta de violencia desconocidos.
The Orwells y lo esperado. Con su Terrible Human Beings editado hace poco, este era un show anhelado. Los norteamericanos se entregaron al máximo y esa mezcla de post punk, con claras influencias de bandas como Arctic Monkeys, termina decantando en un set descontrolado con Mario Cuoco como ineludible atracción principal, abandonando el escenario luego de arrojarse hacia los fans y robarle un cigarrillo a una joven que se encontraba sobre las vallas.
Y llegaría el momento del clásico de clásicos. Iggy Pop saldría a escenario con una furia arrolladora y un arranque demoledor con su “I Wanna Be Your Dog”. En su set repasaría clásicos sin dejar de lado canciones de Post Pop Depression y dándose el gusto de hacer “Massive Production”, de aquel celebrado primer disco solista con la producción de David Bowie, llamado The Idiot. Los bises fueron cuatro, con “A Real Wild Child” para el cierre.
El reloj indica que ya es viernes y le toca el turno a una de las revelaciones de los últimos años en la música francesa. Jain sale al escenario dispuesta a llevarse todo por delante y lo logra. Poseedora de un encanto musical único alternando entre el pop, destellos electro e influencias africanas, las veinte mil personas presentes en el Green Room se entregan por completo a este elixir musical traducido en uno de los shows más prendidos de la mano de hits como “Makeba” y “Come”.
Ya poco queda de la primera jornada y los encargados de cerrarlo serán DJ Snake por un lado y Nina Kraviz por el otro. El arrogante DJ francés es uno de los más convocantes en esta edición del festival y guarda una relación inevitable con lo que le agrada al público joven. “DJ Snake, yo y mi otro yo” sería un gran nombre para su carrera pero ¡qué bien le sienta ese papel! Por su parte, Kraviz logra apropiarse de La Plage con un entorno inmejorable ante el público apostado sobre la arena y con la luna como espectadora de lujo. Su show continúa y algunos ya emprenden el regreso a casa o a lo que llamaran casa al menos por estos cuatro días.
Día 2 – Viernes 7
Con entradas agotadas y un parking repleto según el aviso proporcionado por la aplicación del festival, hoy comienza todo minutos más tarde y esta vez me dirijo al predio en bicicleta: no hay nada más maravilloso que dirigirse a un festival en dos ruedas y con la particularidad más que nada del regreso, donde uno deberá lidiar con la oscuridad y algunos peatones en estados un tanto particulares.
Algunas gotas sorprenden a los presentes cuando Tash Sultana se predispone a comenzar con su show en el Green Room. Desconozco la periodicidad de las tormentas por aquí, pero los locales indican que es necesario y pasajero para al menos aliviar los 30 grados de ayer.
Teniendo en cuenta el line-up y que con veintinueve ediciones se trata de uno de los festivales más celebrados del viejo continente, uno se encuentra con banderas de los países que se imagine. Eurockéennes es amor y es vida al aire libre. Vida al aire libre manifestada fuertemente en el camping del festival, ubicado a varios metros del recinto y tal cual expresan los que transitan su décimo Eurockéennes promedio, si el deseo es el de no dormir en cuatro días, este es el lugar indicado. Considerando que el festival culmina de madrugada y que hay DJ sets dentro del camping que comienzan al mediodía, dormir termina convirtiéndose en un simple deseo o en un desenlace inevitable en el lugar menos esperado.
La tarde avanza y es Bon Gaming quien se apresta a dar su show jugando con ritmos, mientras las nubes certifican que no son más que una simple y pasajera amenaza y que al menos en el día de hoy no pasará nada grave.
Escenario principal una vez más: barbas y violencia por doquier. Los Idles vomitan su enojo y resistencia en un show que vacila entre un auténtico torbellino de candente rock and roll y una postura de desprecio total.
Ya lejos de la posible lluvia atemorizante, el sol no da tregua brindando los últimos destellos del día y la gente comienza a mudarse hacia el Green Room para el show de Devendra Banhart. El músico de origen venezolano-estadounidense proporciona un halo de calma y deleita nuestros oídos con un show que brinda una sensación de intimidad y ceremonia secreta pese a los miles de presentes ya en ese momento.
Luego en La Plage, será el turno de una de las propuestas más interesantes de esta edición del Eurockéennes. Son los Parcels, estos intrépidos australianos portadores de un auténtico funk que ponen a todo el mundo a delirar. El público se rinde al encanto y las guitarras bailables de la banda con una canción que por momentos suena demasiado a “Get Lucky” y claro no es casualidad, ya que “Overnight”, reciente corte de la banda, cuenta con la producción de Thomas Bangalter y Guy-Manuel Homem Christo de Daft Punk.
Cae la noche y ya son varios los cuerpos que yacen en el hasta hace poco verde e impecable césped que se encuentra entre ambos lagos. Ni hablar de la felicidad de aquellos que disfrutan sin preocupación de alguno de los más de cincuenta puestos de comida dispersos por todo el predio. Mientras tanto en el Green Room, Gojira entrega lo que todos esperan: heavy metal de la vieja escuela ante un público que les sienta bien. Es la cuarta vez que tocan en el festival.
Acto seguido sólo queda acercarse a La Plage y ante el sonido de disparos como claro sinónimo de que algo acaba de comenzar, comienza el show de Gucci Mane que parece haber zafado por estos días de caer preso y dice presente. El nacido en Birmingham da cátedra sobre como brindar un show magnético de hip hop utilizando el Push your hands up!!!! como respuesta a todo.
El lleno total es notorio mientras acceder de un escenario a otro se hace difícil ante la cantidad de gente presente en el predio y ni hablar de los obstáculos a sortear ante aquellos que se encuentran ya rendidos ante una jornada maratónica. Los que suenan ahora en el Grand Scene son los Editors. Sonido elocuente y un público que celebra de principio a fin cada una de las canciones. Diez años después vuelven, lo hacen en el escenario principal y algunos ceden ante la emoción.
Le sigue La Femme y una exhibición de puro new wave con guitarras lacerantes y algunas sutilezas melódicas frente a más de veinte mil personas predispuestas a gozar de un show frenético.
En el Loggia, los DJs The Geek x VRV sorprenden antes que nada por estar acompañados de un bajo y una sesión de vientos y un set caótico, energético y contagiosamente divertido.
Y mientras La Femme de a poco le da el cierre a su show, llega el turno de Moderat. En dos días no ha sido demasiado complejo establecer ya un top tres de los mejores shows del festival y este claramente es uno de ellos. Ante el desorden que por momentos da la sensación de poseer una banda que se sale de todo género y etiqueta, aquí nos enfrentamos a un todo experimental, exponencial y en perfecto equilibrio. Los sonidos generados y las visuales logran ensordecer a uno en cada uno de sus sentidos y hacerlo bailar en lo que ya es una real ceremonia. El grupo mostró un alto nivel sonoro con una paleta elocuente y tracks tan contagiosos y vitalistas como “A New Error” o “Reminder”. De esa manera una segunda y maratónica jornada llegaba a su final.