Dentro de la enorme variedad de eventos y recitales que tiene para ofrecer la escena cultural porteña, podríamos decir que el Festival Hyperlocal es sin duda uno de los más singulares. No solo porque se realiza solo una vez al año, alternando sus ediciones entre Londres y Buenos Aires; sino por el tipo de propuestas experimentales e irreverentes a las cuales da cabida.
Mykki Blanco, el rapero y perfomer de origen neoyorkino, fue el artista elegido para encabezar el cartel de este evento en su más reciente edición, en la que compartió escenario con artistas locales, y que originalmente estaba programada para el 13 de diciembre, pero por motivos climáticos de fuerza mayor debió ser movida de fecha y locación.
El 19 de diciembre en el Salón Real, tuvo lugar finalmente este evento. Para esa fecha, y debido a la reprogramación del festival, Mykki Blanco había viajado en menos de una semana de Buenos Aires a Madrid, de Madrid a Moscú y luego vuelto nuevamente a Buenos Aires para presentarse, lo cual generó aún más expectativa respecto de su show. En todo caso, el evento iba a tener mucho más para ofrecer a los asistentes además de las rimas y excentricidades de este polémico artista.
La experimental propuesta del dúo femenino Aureola Eléctrika, fue la encargada de abrir la noche creando densas y ruidosas atmósferas, luego Lola Granillo, acompañada de una guitarra y una laptop presentó su propuesta con tintes postpunk haciéndose merecedora de aplausos de un público aún escaso. Cerca de la medianoche, el trío Chindogu se encargó de seguir calentando la ocasión con sonidos que toman una notable influencia oriental y la reinventan con ritmos surf y rockeros, y poco después se presentó Alan Courtis, experimentado guitarrista que tocó junto a Tomás Nochteff (integrante de Mueran Humanos), en el bajo.
En aquel punto de la noche ya el lugar se encontraba casi colmado de gente, y entre el público caminaba Mykki Blanco, luciendo una corta melena rubia y vestido con una especie de piloto de color tornasolado, no tuvo problema en charlar, bailar y tomarse algunas selfies con los presentes mientras tocaba Paltax, banda de punk compuesta por seis chicas.
Luego llegó uno de los momentos más esperados de la noche: el show del dúo argentino radicado en Berlín, Mueran Humanos. Un poderoso pop industrial, ejecutado por bajo y sintetizadores envolvió a los asistentes que se entregaron al baile y la hipnosis a la que inducían las sombrías y misteriosas imágenes que se proyectaban de fondo, acompañando cada canción de la banda. Mykki subió al escenario en seguida, a felicitarlos por su presentación y a preparar el escenario para lo que sería su propia intervención, en la que sería su compañero de fórmula el DJ Open1One, proveniente de Los Angeles.
Si alguno de los asistentes esperaba un típico concierto de rap, estaba muy equivocado. La presentación de Mykki Blanco, si bien incluye beats y rimas, va más allá de aquel género, o de la música misma. La interpretación vocal es en realidad solo una parte de un performance, del cual el público no es solamente el receptor de un espectáculo. Al comienzo de su show, Mykki realizó algunos movimientos de baile erótico y tuvo momentos de teatralidad exacerbada: corrió de un lado al otro de la tarima simulando ser perseguido por alguien o algo, intentó defenderse tomando como arma el soporte de su micrófono y en cierto momento también usó como parte del show dos billetes de 100 pesos, los cuales lamió y pegó sobre su pecho mientras posaba para las fotos.
Más adelante, y de manera casi sorpresiva, se quitaría la peluca rubia que hasta entonces de cierta forma simbolizaba femineidad, y su actitud pasó a ser más agresiva. Entre una canción y otra recitaba fragmentos de poesía o frases de manera repetitiva, y en cierto momento comentó: “I’m glad to be here, right now. The future is stupid, the future is stupid, the future is stupid.”
La provocación parece ser una constante en su propuesta, así como el contacto directo con su público. En más de una ocasión bajó de la tarima a cantar entre los asistentes, a quienes pedía “Please, make a fucking circle”, y procedía entonces a mezclarse entre ellos, bailar y convertirlos en algo más que testigos de aquella fiesta. Al final seguro muchos se percataron de que no fueron a ver a Mykki Blanco rapear, sino a ser partícipes de su puesta en escena.