Antes de proseguir, podés leer la crónica del primer día en este enlace.
To spend some time on the road
Un sol tan abrasador como avasallante hostigaba a quienes se acercaban desde temprano a los escenarios principales a ver la primera aparición de dos bandas tan singulares como atrayentes.
Whitney, oriundos de Chicago, lanzaron uno de los mejores discos debut del 2016, Light Upon the Lake, y han estado de gira desde entonces. Julien Ehrlich es baterista y cantante, lo que genera un inmediato impacto visual frente a la puesta en escena, que se ha visto poco, quizás con Eagles como mayores referentes. Letras y música muy sensibles compuestas por el dúo de Julien y el guitarrista Max Kakacek, grabadas en estudio y llevadas a escena completando la formación con “los mejores amigos de la banda”. Entre estos amigos se destaca Josiah Marshall, en el bajo, a quien Julien besa apasionadamente en cada presentación. El cierre de la propuesta estuvo marcado por el gran hit “No Woman”, no sin antes agradecer la presencia de los espectadores y comentar que mañana tenían el día libre, así que estaban felices de recibir recomendaciones o hacer algo juntos.
Acto seguido, en el escenario pegado, los beats de Neon Indian daban comienzo. Vestidos pulcramente de blanco, el conjunto —que es en realidad la puesta en escena del proyecto de Alan Palomo— se lució con música de club a pleno rayo de sol. El mexicano radicado en Texas no dudó en dirigirse a su público de forma cálida y latina, destacando que era la primera vez (en su ya respetable carrera internacional, menester aclarar) que se presentaban en la Argentina —sin embargo, Alan tocó sin compañía en el 2013 en una Fiesta Invasión de Niceto Club, bajo el nombre de Neon Indian (DJ set)—.
Más tarde en el escenario cubierto, Utopians daba su última presentación, puesto que, desde la desvinculación del guitarrista Gus, la banda declaró que se separaba luego de las dos fechas ya pactadas (la otra fue el B.A.Rock). En esta ocasión, el guitarrista suplente fue presentado por la líder Barbi: “él es Juan, y es mi marido… y bueno, pintó”. Un show dolido en el cual los pocos fans presentes lanzaron una bandera que los músicos colgaron en el escenario. A los 25 minutos, el último track terminó y la banda desapareció de forma veloz. “No tengan ídolos, tengan convicciones” fue una frase que al pasar dejó un nudo en varias gargantas.
En simultáneo, Seu Jorge daba un set acústico —muy bien recibido mientras el sol nos abandonaba— postrado en medio de uno de los escenarios principales, solo con su guitarra, hablando con el público en portuñol e interpretando en portugués los temas de David Bowie que grabó para la película The Life Aquatic.
Brilla tu luz para mí
Nuevamente en el escenario cubierto Indoor Fest, los músicos canadienses de Homeshake se subían lentamente al escenario, casi en simultáneo con los técnicos que realizaban la prueba de sonido. Por supuesto, Peter Sagar, ideador y compositor, esperaba tranquilo a un costado. Cuando todo pareció listo (y luego de que Peter se hubiese acercado para probar su guitarra con riffs de los temas por venir), teñido el predio de violeta y azul, los primeros sonidos coherentes dieron forma a las canciones. Fiel a esa característica lo-fi, el show se perfiló aun más tranquilo que lo que genera escucharlo en estudio: ese soft indie pop, con el cual el antiguo “guitarrista en vivo” de Mac DeMarco se ganó un lugar de culto en la escena mundial, sumió los sentidos en un trance hipnótico. Para la mitad del show, sin embargo, empezaron a jugar con los ritmos de las canciones, acelerando y ultrafrenando el tempo y derivando en un “Give it to me” muy bien recibido.
PJ Harvey dio la bienvenida a la oscuridad con serenidad, en el mismo horario en cual, el día anterior, Turf provocaba calambres de tanto baile. Emplumada de cisne negro y custodiada por nueve pulcros músicos, la cantautora y saxofonista dinamitó cerebros en un show de extrema prolijidad y sin distracciones ni pausas para interactuar. Cerró con “River Anacostia”, permitiendo esta vez, que la gente coreara a capella con ella.
Le llegó la hora al artista nacional de la jornada. Saliendo con música de espionaje al mejor estilo Agente 007, Los Fabulosos Cadillacs hicieron gran uso de las luces y su larga trayectoria para enfiestar incluso a quienes se guardaban un lugar para el show que se venía en el escenario contiguo. Una de las pocas bandas que puede darse el lujo de tener dos baterías o dos bajos en un mismo tema. Una noche espectacular de Señor Flavio, carismático bajista, que realizó varios solos de slap en su instrumento. A Vicentico se lo notó algo cansado, pero con la espalda justa para liderar una presentación de esta envergadura. Algunos himnos como “Vasos vacíos” y “Mal bicho” llegaron con versiones algo flotadas, pero con “Matador” y “El satánico Dr. Cadillac” las masas se unieron en gestos de aprobación, mientras un niño, presumiblemente familiar de alguno de los músicos, tocaba la batería en estos finales. Mención aparte, una vez más, para Flavio, que en un gesto de integridad musical, dio un paso al frente y, solitario, interpretó con sus cuatro cuerdas la melodía de “Mañana en el Abasto” de Sumo. Por si fuera poco, con la banda fuera de escena, el cierre lo protagonizó él una vez más, tocando una versión adulterada pero ineludible del himno nacional argentino.
Tell me that you want me
Llegó el turno de uno de los más esperados de todo el festival, los parisinos de Phoenix: tras cinco minutos de silencioso frenesí luego del paso de Los Cadillacs, la banda entró de repente, iluminando en la batería el corazón que simboliza la tapa de su última placa, Ti Amo (2017), e interpretando “J-Boy”. Cuando un conjunto, especialmente uno de amplia trayectoria, saca un disco nuevo y logra que en vivo, los temas de éste se palpiten con la misma intensidad que los clásicos, es porque han hecho todo bien. Visuales de la bella Italia, democracia que inspiró el álbum, acompañaron desde la pantalla el fondo de dichas canciones. Un grupo de fans arrojó una bandera desde la valla y los músicos se tomaron el tiempo de atarla con cinta al bombo de la batería, para que no cayera mientras tocaban. Los muchachos de Callate Mark, que habían mostrado su punk en el Indoor Fest temprano en la tarde, se encontraban en el medio del público que bailaba feliz con Phoenix. “Entertainment” fue uno de los más festejados, superado solo por hitazos como “Liztomania” y “Trying to Be Cool”. Como en su última presentación en el Lollapalooza, el cantante Thomas Mars se colgó el micrófono de los dientes y se balanceó sobre el público hasta muy, muy atrás, acompañado por el sostén musical que iba acorde. Mucha emoción despertó este recorrido maratónico en el cual hacía pausas para ser fijado en alto y poder cantar y saludar, solo para volver a rodar cada vez más rápido sobre la infinidad de manos que luchaban por ayudarlo. En un santiamén, puesto que no hubo momentos de bajo decibel que permitieran la reflexión, el espectacular setlist concluía y los franceses se iban aplaudidos y halagados como nadie más en este Personal Fest.
Son casi las cero horas del lunes y, mientras algunos emprenden el regreso, “Eat, Sleep, Rave, Repeat” abre el set del dueño de la fiesta. A pura explosión de luces y visuales en pantalla, Fatboy Slim demuestra que él también es de los más codiciados de la jornada, aunque fuera de otro palo, único en su tipo. Guantes con luces en los dedos se aprecian entre las rondas de amigas y amigos bailando y saltando. Imágenes de los personajes más emblemáticos y diversos, desde el Che Guevara hasta David Bowie, pasando por los dos protagonistas de la serie televisiva Breaking Bad y un sinfín de celebridades, se suceden en una amalgamada transformación de una cara en otra. En camisa floreada, el británico de 54 años deja en claro que ninguna fiesta le queda grande y baila durante todo su show, remixando éxitos propios como “The Rockafeller Skank” con discursos videograbados de James Brown y agresivas apariciones como el riff de “Seven Nation Army” de The White Stripes. “Eye of the Tiger” también tiene sus 30 segundos de fama, y varios remixes de Gorillaz —que nos visitan por primera vez el 16 de diciembre en el Festival BUE— tanto de temas nuevos como históricos. Una lista dirigida por el freestyle y mucho entusiasmo fue la excusa perfecta para aguantar hasta muy entrada la madrugada y volver a empezar una semana plasmada de imágenes de un fin de semana único.
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Foto principal: Phoenix, por Matías Altbach.