Todavía no eran las 21 h de un frío martes de verano, y ya había un numeroso nicho de devotos seguidores haciendo su ingreso a Niceto Club. Pocxs artistas consolidadxs pueden darse el lujo de llenar un salón un día de semana, y es que pocxs artistas están en su mejor momento como Courtney Barnett.
La australiana había dejado una buena impresión en su primera visita al país en 2016, en el marco del festival Music Wins y su side show junto a La Femme. Luego de estos shows sacó Lotta Sea Lice, el álbum creado en conjunto con Kurt Vile que logró una recepción más que positiva. El año siguiente Barnett produjo el que sería uno de los mejores discos del año: Tell Me How You Really Feel.
Apenas pasado el horario de entrada, el show de apertura de Barbi Recanati hizo muestra de su rock noventoso. Dejando atrás el sonido garage de Utopians, dio paso a una prolijidad sonora y una evolución compositiva notable. A los temas de su EP Teoría espacial se le sumaron canciones inéditas y un excelente cover de Patti Smith: “Dancing Barefoot”, dedicado a la misma Courtney Barnett. Un gran inicio para la que sería una gran noche.
Pasadas las 22 h salió el trío liderado por Barnett que, con una sencilla remera blanca y pantalón negro, saludó tímidamente al público, tomó su guitarra Fender Jaguar y comenzó el show. La sombría y taciturna “Hopefulessness” dio inicio al set, seguida por “City Looks Pretty”. “¡Toca sin púa!”, advirtió una voz en el público, y maravillada por el hecho de que su ídola siga los pasos de Mark Knopfler. Los dos temas que abren el segundo disco de Barnett dieron paso al primer clásico de la noche, “Avant Gardener”, correspondiente a su EP doble A Sea of Split Peas. El público empezaba a cantar con más entusiasmo “I’m having trouble breathing in”, en una oda para lxs jóvenes adultxs de esta generación.
Porque Barnett no canta a los corazones rotos, ni hace folk, ni tiene una voz dulce y suave. Su música es ruidosa y directa, su voz escupe intensidad y canta las verdades de una generación que atraviesa su juventud rodeada de drogas, procrastinación, religiones alternativas, y sumergida en una pantalla de celular.
El show continuó con “Small Talks”, “Need a Little Time” y “Nameless Faceless”. Fue con estos tres temas de Tell Me How You Really Feel que Barnett dio cuenta de las facetas que mejor domina: las letras mundanas y cotidianas, las reflexivas y lacónicas, y las combativas y empoderadas; todas embebidas en un marco de coqueteo con el grunge y el rock alternativo independiente de los 90. En “Nameless, Faceless” se desató el primer pogo de la noche y el show alcanzó la temperatura necesaria para su “¡¡Olé olé olé, Courtney, Courtney!!” correspondiente.
El estilo narrativo que Barnett amalgamó a lo largo de su discografía tomó su mejor forma en “Small Poppies”, “Depreston” y “Are You Looking After Yourself”, conjugando su indie trovador con reminiscencias a Wilco. El momento previo al encore llegó a manos de “Charity” y “Pedestrian at Best”, donde el rock de los 90 versión millennial desató más pogo, complementado por las letras más memorables de la australiana: “Meditation just makes you more strung out” afirmó en la primera, “Put me on a pedestal and I’ll only disappoint you” advirtió en la segunda.
Pero no hay forma que Barnett decepcione, ya que luego de ausentarse del escenario por 5 minutos, regresó sola con su guitarra. Mientras prometía una visita con su amigo, el maestro Kurt Vile, la australiana colocó sobre el pie de micrófono un pañuelo verde de la campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, ganándose una ruidosa y merecida ovación, y dando lugar a una preciosa versión de “Let It Go”, de su álbum en conjunto.
A continuación, una versión de “Kim’s Caravan” con banda completa, interrumpida por la dedicación y el cuidado de Courtney hacia su público a causa de un/a fan desvanecido, relajó a la audiencia en un mood introspectivo, para desatar el último gran pogo de la noche con su primer hit mundial: “History Eraser”. En un show con poco lugar para la demagogia, Courtney Barnett dio muestra de lo que ella representa como artista y todo lo que pretende (y logra) ser su música: una mezcla de agite y timidez, que emana cariño, honestidad y talento.
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Foto principal: Agus Luna Castro.