El Cosquín Rock, uno de los festivales más emblemáticos de Argentina, celebró sus 25 años con una edición que quedó marcada a fuego en la historia del evento. Con una oferta musical de tal magnitud, la cita reunió a miles de fanáticos de todas partes del país, dispuestos a vivir dos días de pura música, cultura y emociones en el corazón de Córdoba. Fernet Branca, como siempre, estuvo presente, siendo no solo una bebida característica, sino el verdadero símbolo de la fiesta. Los escenarios se llenaron de energía, pasión y, sobre todo, un gran sentido de comunidad.
Una vez más, el festival tuvo como epicentro el famoso predio del Aeródromo de la localidad de Santa María de Punilla. Los asistentes, ávidos de experiencias nuevas, no solo buscaban la música, sino también la posibilidad de vivir momentos únicos, rodeados de una atmósfera que solo Cosquín Rock sabe crear. En los días previos, el pronóstico amenazaba con tormentas que podrían haber complicado la fiesta, pero al final, el clima estuvo del lado de la música. Sin importar el calor del sol o la cantidad de gente, todos se unieron bajo la premisa de disfrutar de uno de los festivales más importantes de América Latina.

En el Cosquín Rock, el Paraíso Fernetista se robó todas las miradas con una activación que llevó a todos los presentes a vivir experiencias únicas y divertidas, en la verdadera esencia de Fernet Branca. La marca, siempre fiel representante de la cultura y el arte, demostró por qué es tan querida por los argentinos al ofrecer una serie de propuestas irresistibles. Desde el repiqueteo, donde los participantes compitieron por llenar la pantalla con un Fernet Branca a velocidad récord, hasta las tattoos temporales para quienes quisieron llevarse una marca de la experiencia, todo estaba pensado para que nadie se quede sin algo para llevarse.
En el stand también hubo un puesto para personalizar remeras, dándole a cada visitante la oportunidad de llevarse un recuerdo único del festival. La diversión no paró ahí: el clásico Beer Pong se renovó con el toque único de la marca, y los asistentes pudieron jugar con vasos brandeados del Paraíso Fernetista. Para los más veloces, la cabina del “Golden Ticket” fue el desafío definitivo, donde volaban elementos a su alrededor, y el que lograra atrapar el ticket dorado se llevaba premios especiales. Y como siempre, no podía faltar el faro de Fernet Branca, que se alzó en el centro del predio, iluminando y siendo el centro de atención para todos, convirtiéndose en un punto de referencia que nadie dejó de mirar. Sin dudas, el Paraíso Fernetista fue el lugar donde todos quisieron estar, disfrutando de lo mejor del festival y de la cultura nacional que solo Fernet Branca sabe representar.
Día 1: La energía que lo envolvía todo
La jornada inaugural comenzó con algunos chubascos, pero eso no hizo mella en la energía de quienes ya estaban desde temprano esperando para ver las primeras bandas del día. A medida que las horas pasaban, el festival comenzaba a tomar forma, y todo apuntaba a que este Cosquín Rock iba a ser diferente. La primera sorpresa en el Escenario Norte la dio Santi Celli, quien se encargó de poner a todo el mundo en sintonía con su estilo abrasador. La música del ex Salvapantallas, íntima pero cargada de emotividad, sirvió como un suave telón de fondo que preparó a todos para lo que venía después.
El ambiente se fue intensificando cuando Koino Yokan saltó al escenario. Con su mezcla de rock, indie y pop, la banda logró conectar rápidamente con el público local, que coreaba todas sus letras al unísono. La sensación de pertenencia en el aire era palpable, y todo parecía indicar que este sería un Cosquín Rock de esos que dejan huella. El calor se mezclaba con la vibrante energía de la gente, que estaba completamente entregada a un repertorio lleno de emociones con canciones como “Lejos de todo”, “Lo que hoy quieras” y “Me diste la espalda”, entre otras.
Uno de los momentos más esperados de la jornada fue el homenaje a Charly García, un verdadero ícono de la música argentina. Hilda Lizarazu, la encargada de rendirle tributo, hizo emocionar a todos con versiones de clásicos como “Necesito tu amor”, “Nos siguen pegando abajo” y “Buscando un símbolo de paz”. La conexión con el público fue inmediata, como si todos los presentes estuvieran compartiendo un momento de nostalgia colectiva. Esos pequeños homenajes a los grandes íconos de la música argentina siguen siendo una de las marcas registradas del festival.

A medida que la tarde avanzaba, el ambiente se volvía más cálido, pero la música seguía fluyendo con la misma intensidad. Luego, llegó el turno de Él Mató a un Policía Motorizado, una de las bandas más influyentes del indie rock nacional. Con sus guitarras distorsionadas y esa melancolía envolvente que los define, el grupo liderado por Santiago Motorizado se adueñó del escenario. El público, fiel y apasionado, acompañó cada canción como si fuera un himno generacional, coreando con fervor letras que atravesaron toda una escena musical.
A lo largo de su set, repasaron temas icónicos de su discografía, como “Más o menos bien”, “Chica de oro” y “La noche eterna”, generando momentos de introspección y euforia en igual medida. Pero la sorpresa llegó cuando invitaron a Javiera Mena al escenario para interpretar “Mar de coral”, su reciente colaboración con Santiago. La combinación de voces y estilos le dio un matiz especial a la presentación, demostrando la versatilidad de la banda y su capacidad de reinventarse sin perder su esencia.

Cuando cayó la noche, llegó el momento de una de las bandas más icónicas de la jornada: Divididos, la legendaria “Aplanadora del rock”. Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella demostraron por qué siguen siendo una de las bandas más imponentes del país. Con una potencia arrolladora, el trío ofreció un show cargado de energía, en el que repasaron clásicos como “Ala delta”, “Haciendo cosas raras” y “El 38”. Canciones que hicieron vibrar a miles de personas.
En cada tema, la guitarra de Mollo sonó como un trueno, con solos incendiarios y una entrega total, mientras que Arnedo y Ciavarella marcaron una base demoledora que reafirmó su precisión y fuerza como banda. Entre tema y tema, Mollo se tomó momentos para interactuar con el público, con su carisma habitual, sumando emoción a un setlist que equilibró la potencia con la sensibilidad. Uno de los momentos más emotivos fue cuando interpretaron “Spaghetti del Rock”, generando un coro masivo que se escuchó en todo el predio. Con un cierre épico, demostraron que, después de más de tres décadas de trayectoria, siguen siendo un pilar fundamental del rock argentino y una de las bandas más respetadas en la historia del Cosquín Rock.

Pero la noche no se detenía allí. Airbag tomó el relevo y se apoderó del escenario con su característico sonido potente y lleno de actitud. La banda de los hermanos Sardelli, que supo conquistar al público con su fusión de hard rock y melodías intensas, ofreció un set que repasó lo mejor de su trayectoria. Desde el primer acorde de “Jinetes cromados”, el trío dejó en claro que su show sería una explosión de riffs y emoción. Airbag desplegó un repertorio que incluyó himnos como “Noches de insomnio” y la épica “Cae el sol”, generando un mar de luces entre el público. Para el cierre, eligieron “Solo aquí”, uno de sus tantos hits, que fue celebrado con fervor por la multitud.
La sorpresa seguía en camino con Dillom, una de las figuras más disruptivas de la escena actual. Desde el momento en que pisó el escenario, el artista porteño dejó en claro que su show sería una experiencia electrizante. Con su mezcla de punk, trap y una actitud siempre irreverente, Dillom llevó la energía del festival a otro nivel. Abrió su set con “Coyote”, para hacer estallar al público, y continuó con una seguidilla de temas que repasaron su breve pero intensísima trayectoria. Canciones como “Piso 13”, “Pelotuda”, y “220” celebraron la magia de Post mortem, mientras que “Reality” desató el pogo más frenético de la noche. Con la performance de Por cesárea, Dillom dejó en claro que juega en otra liga. El estallido del público cuando sonaron los primeros acordes de “Buenos tiempos”, o cuando cantó “Cirugía” junto a Santiago Motorizado, dejaron a la multitud en un clímax de pura adrenalina. No era solo música, era una explosión de emociones que invitaba a la libertad, al desborde y a la transgresión.

Y para cerrar el primer día, la fiesta terminó de estallar con Los Auténticos Decadentes. Con todo lo festivo y su inconfundible carisma, la banda se apoderó del escenario con hitazos de la talla de “Somos” y “Cómo me voy a olvidar”. Pero en un giro inesperado, invitaron a Dillom nuevamente para compartir el escenario y cantar “Los piratas”. Fue un momento de pura alegría, donde la mezcla de generaciones y estilos se tradujo en una explosión de energía y camaradería que hizo saltar a todo el que estuviera presente. El broche de oro lo pusieron con algunos covers como “Costumbres argentinas” de Los Abuelos de la Nada y “Gente que no” de Todos Tus Muertos.
Después de horas de saltos y cánticos, el público, agotado pero satisfecho, comenzaba a retirarse con la certeza de haber sido parte de algo inolvidable. Las conversaciones llenas de emoción anticipaban lo que vendría en la segunda jornada. Era momento de recuperar fuerzas, descansar y prepararse para otro día cargado de música, sorpresas y la inconfundible mística del festival.
Día 2: El regreso con más energía y sorpresas
El segundo día llegó con la promesa de mantener la intensidad en su punto máximo, y no defraudó en lo más mínimo. La jornada arrancó con K4, que no perdió tiempo en encender al público. Con una energía arrolladora y un sonido afilado, se entregó por completo en cada canción, desplegando riffs demoledores y melodías que hicieron temblar el suelo. Desde la oscura y envolvente “Psicura” hasta la hipnótica “A Forest”, pasando por la visceral “Anorexia” y el estallido de “Colchón” junto a La Piba Berreta, el integrante de la Rip Gang convirtió el escenario en un campo de fuego, demostrando que su presencia no es casualidad, sino el resultado de un talento y una actitud que no conocen límites.
Poco después, el ambiente se llenó de un toque trasgresor con la aparición de Agusfortnite2008 & Stiffy. Los Swaggerboyz, siempre bien trash y con un estilo que desafiaba cualquier etiqueta, armaron un quilombo bárbaro en el escenario. A ellos les encantaba recordarle al público que, aunque no hacen rock tradicional, ¡rompen uno de los escenarios principales con toda la fuerza! La mezcla de actitud y desparpajo les ganó saltos, aplausos y miradas cómplices en cada instante hasta que el sonido se cortó.

Luego, el dúo de Ca7riel & Paco Amoroso se adueñó del escenario con un show poderoso, dejando claro por qué su música trascendió fronteras. Sonaron con fuerza “Baby Gangsta”, “La que puede, puede” y “El único”, todos himnos que, con su ritmo contagiante, hicieron vibrar a los presentes. Con la misma onda que caracteriza su famoso Tiny Desk, los artistas demostraron que su formación es, sin lugar a dudas, una bomba a nivel internacional. Cada tema fue una mezcla perfecta de técnica, emoción y esa inconfundible energía que sólo se vive cuando la pasión se convierte en música en vivo.
En un momento que marcó la jornada, Nicki Nicole tomó el escenario. La música urbana se impregnó de fuerza y emoción, especialmente en medio del dolor personal que había sentido tras la muerte de su padre. Con esa carga emocional, la rosarina se subió a dar uno de sus mejores recitales. Su cover de “Seminare” se transformó en un emotivo tributo, mientras ella, con total autenticidad, tomó una fuerte posición frente al hostigamiento que otros artistas reciben por parte del gobierno. Antes de interpretar “Dispara” –tema grabado junto a Milo J–, lanzó un contundente “Con la música no”, dejando claro que la libertad y la verdad son más fuertes que cualquier censura. Fue un momento que combinó el dolor, la fuerza y la determinación en una sola frase, resonando con fuerza en el corazón de todos.


El ambiente no podía quedarse en un solo tono, y fue entonces cuando La Delio Valdez se hizo cargo para poner a todo el mundo a bailar. Con un set lleno de ritmos contagiosos y una energía que invitaba a moverse sin parar, “La Delio” convirtió el escenario en una verdadera pista de baile. Cada canción fue una invitación abierta a dejarse llevar y disfrutar del momento, haciendo que la pista se llenara de sonrisas y movimiento.
En su presentación, Nafta brilló con una propuesta musical que fusiona el soul, el funk y el R&B con una energía desbordante. La banda se adueñó del escenario con una presencia magnética, llevando a todos los presentes a un viaje donde los grooves de bajo y las melodías cargadas de emoción dominaron la atmósfera. Con canciones como “Andate” y “Quiero verte”, Nafta desplegó un estilo caracterizado por la calidez de sus voces, la sutileza de los arreglos y la potencia rítmica que nunca perdió intensidad.

La participación de Luck Ra en el Cosquín Rock fue un verdadero espectáculo a puro cuarteto. Con una energía inagotable, la banda hizo vibrar al público con sus hitazos como “La morocha” y su explosiva Bizarrap Session, dejando claro que el cuarteto sigue teniendo un lugar privilegiado en el corazón del público. Pero eso no fue todo, Luck Ra se dio el lujo de rendir homenaje a dos gigantes de la música argentina: interpretó varios clásicos de Rodrigo, en una versión renovada y llena de sabor, y sorprendió a todos con su increíble versión cuarteto de “Yendo de la cama al living” de Charly García, mostrando su capacidad para fusionar géneros y rendir homenaje a la música de manera única.
Cosquín Rock 2025 se consolidó como una edición para la historia. No solo celebró el legado del rock argentino, sino que también abrazó los nuevos géneros y las nuevas generaciones de músicos. En cada rincón del predio, la gente se sintió parte de algo grande, algo que va más allá de la música: un fenómeno cultural único en su especie. Con Fernet Branca como compañero inseparable, la fiesta siguió hasta el último acorde, demostrando que el Cosquín Rock sigue siendo uno de los eventos más importantes de la música latina. Sin duda, la edición 25 quedará marcada en la memoria de todos como una de las más inolvidables.