Hay un oasis en medio del desierto frío que se extiende al sur del río Colorado, una franja de tierra fértil que interrumpe el paisaje de la estepa patagónica a 1.400 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires: el Valle inferior del Río Chubut o Dyffryn Camwy, en galés. Diez años atrás, Gruff Rhys de Super Furry Animals siguió las ramas de su árbol genealógico y llegó a esta provincia para filmar Separado!, un documental fascinante sobre la historia de las colonias galesas en Argentina; una road movie musical y excéntrica a través de las rutas que unen el Atlántico con la cordillera.
En esta región también surge un oasis cultural con iniciativas como el FAV, la primera edición del Festival Autogestionado del Valle que realizaron el 17 de febrero en las afueras de Trelew, en un camino de chacras rodeado de álamos y un salón con forma de castillo medieval, como si fuera necesario sumar algo de magia a un evento sorprendente en muchos sentidos. En primer lugar, porque se desarrolló en un espacio verde con dos escenarios y la organización estuvo a cargo de cooperativas locales (Pulpo Rojo, Colectiva Valle Andante y Radio Sudaca); eso significa que no fue invadido por publicidad ni venta de productos industriales como sucede en casi todos los festivales de música del país. En cambio tuvo una feria de productores y artistas locales, comidas caseras y nueve canillas de cerveza artesanal creadas en distintos puntos de la provincia, para refrescarse al aire libre y a pocos metros del escenario folk del patio.
“La realidad se construye de manera colectiva” fue una de las premisas de los organizadores del festival, quienes también hablaron sobre la importancia de materializar proyectos para activar la cultura del valle. Esta es una consigna esencial en circuitos de editoriales y bandas independientes que toman o inventan los medios de producción para crear y distribuir sus propias obras, comprometiéndose de un modo más directo con ellas. En muchas ocasiones, referentes de la cultura alternativa como Thurston Moore insisten en la importancia de seguir produciendo objetos físicos en lugar de publicar proyectos que quedan solo en el espacio digital: “Imprimí ese libro, grabá ese cassette o ese disco con cualquier moneda que tengas para hacerlo. Compartí lo que hacés con otros de ese modo. Tal vez van a dejarlo sobre la mesa, pero al menos es esta cosa que irradia”, dijo Thurston con más o menos palabras en entrevistas recientes.
Y así es como los sueños autogestivos se hacen realidad. Un día antes de su primera edición, las entradas del FAV se agotaron y el pronóstico anunciaba una tarde calurosa en el valle con más de 32ºC. El ingreso fue gratuito para menores de 12 años y las primeras personas llegaron al mediodía, con sus reposeras o mantas a la sombra para escuchar a las bandas de Puerto Madryn y Trelew que abrieron el escenario exterior: Los Lugares Comunes, Haga Lluvia y Trombonautas Folk, un ensamble de vientos, percusiones y guitarras con algunas canciones bailables de protesta social. Más tarde, las bandas de rock trelewense Planter y Maldito Mono de Nieve comenzaron a atraer a los espectadores hacia el interior del “castillo” y Santiago Barrionuevo conversó con los conductores de la radio que transmitió en vivo el festival.
Un gran acierto que sucedió casi de manera casual fue la presencia de Él mató a un policía motorizado, que a fines del año pasado estaba planeando su gira por el extremo sur del país. Entre el 16 y el 25 de febrero, la banda platense tocó en otras ciudades patagónicas como Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia, Río Gallegos y El Calafate; y también desembarcó por primera vez en Tierra del Fuego con shows en Río Grande y Ushuaia (ahora solo les queda La Rioja para tachar a todas las provincias argentinas del mapa). En Trelew, la única fecha de esta gira que realizaron en el marco de un festival, El Mató siguió presentando las canciones de La síntesis O´Konor, el “disco del año” lanzado en 2017 que los llevó nuevamente de viaje por América y Europa.
En esta ocasión hubo un cambio importante en la formación de la banda porque el baterista Guillermo Ruiz Díaz no pudo acompañarlos en la gira sureña, pero fue remplazado por Pablo Mena que se encarga de las percusiones adicionales desde el año pasado. La suplencia fue ejecutada a la perfección, aunque no pudieron tocar esas canciones nuevas que requieren la presencia de ambos integrantes de la base rítmica en simultáneo como “Destrucción” o “Las luces“. También fue una de las primeras veces en 15 años que se presentaron sin uno de los miembros originales, pero mantuvieron intacta la mística de la nueva etapa y repasaron varios clásicos, incluso “Sábado“. Siempre es emotivo cuando las bandas tocan el primer track de su primer disco.
“Excalibur” como introducción para “El mundo extraño” fue el final de la primera parte del show, con las guitarras hipnóticas de Gustavo Monsalvo a la izquierda del escenario. El público local cantó todas las canciones pero no se animó al pogo hasta que llegaron los bises infalibles que realiza Él mató en el cierre de cada show: “Yoni B“, “Navidad en Los Santos“, “Chica de oro“, “Más o menos bien“, “Mi próximo movimiento” y “Chica rutera“.
Todo lo que pasó durante las doce horas del FAV nos dejó con ganas de volver a vivirlo y esperamos que realicen nuevas ediciones con espacios para artistas de la región, para que otras bandas nacionales se animen a visitar el sur y podamos disfrutar de un circuito de festivales autogestivos lejos de los intereses comerciales. “Me gustaría seguir descubriendo cosas nuevas y eso no va a pasar en ningún sitio que cotice en bolsa”, dice Nick Hornby en uno de los capítulos de sus 31 canciones. Y quién sabe, quizás Gruff Rhys pueda teletransportarse una vez más con su casco rojo desde Gales para cerrar la noche del castillo en 2019, podríamos preguntarle.
*
Foto principal: Él mató a un policía motorizado, por Federico Carlucci.