A simple vista, Samuel Herring podría ser un profesor de Formación Ética y Ciudadana o el preceptor copado de un curso revoltoso. Su look está lejos de ser el de un rockero y se sube al escenario de Niceto vestido con una camisa negra correctamente metida dentro del pantalón a tono. El cinturón de hebilla plateada brilla y refleja las luces del escenario y él, tímido, saluda mirando al suelo y dejando a la vista la entrada de su pelada.
Si bien las apariencias dicen que el frontman de la banda de synthpop de Baltimore es un señor serio, un posible Doctor Jekyll, cuando empieza a entonar la primera canción del show -Run, del último disco The Far Field (2017)- aparece su faceta señor Hyde y su lado más oscuro sale a relucir.
Primero baila suave, dando pasitos cortos al ritmo de la música y a medida que el tema va llegando al estribillo, una bestia sale de su boca. Son rugidos y gritos dignos de un cantante de hardcore. Se golpea el pecho y mira desquiciado hacia un punto nulo en el horizonte del boliche, corre de un extremo al otro del escenario gritándole con todas sus fuerzas al micrófono y de pronto la calma vuelve a él y se hace un bollito en un rincón, como un niño asustado. Su manejo corporal y vocal funcionan a la par: su voz puede ir y volver de gritos a entonaciones perfectas en un solo tema. Como si sus cuerdas vocales tuvieran, también, una personalidad múltiple.
Estamos frente a un cantante que más que ser un gran músico y frontman, es un actor performático que puede ponerle voz y cuerpo al rasgo oscuro del new wave. Porque si bien, a simple escucha, Future Islands podrá sonar como una banda rítmica y para bailar, debajo de esa capa superficial alegre está la oscuridad de un género de bases tórridas, sonidos profundos y ritmos densos y podridos, herederos de una generación traumada como fue el punk y el postpunk. Herring es justamente una figura que le pone cuerpo a esa música. Juega con sus dos personalidades, yendo de su versión más simpática, sonriente y naif a la más oscura, gritona y endiablada.
Pero no es un desquiciado arriba de un escenario, para nada. En cada canción el líder de la banda, junto a sus compañeros, interactúan con el público y le agradecen a todos la gran convocatoria de un Niceto estallado. El trío (hoy cuarteto con el baterista que los acompaña en la gira) cuenta que les comentaron que el público argentino era muy demostrativo pero que no imaginaban que tanto. La gente, por su parte, entona el clásico cántico que le dedica a todas las bandas y hace todas las monerías que tanto le gustan a los músicos que nos visitan.
En poco más de una hora y cuarto, con los bises incluidos, la banda repasó su discografía en un setlist en el que no faltaron los hits como “Seasons (waiting for you)”, “A Dream Of You and Me” y “Cave”, que resume muy bien la doble personalidad del grupo. La única canción dedicada fue “Time On Her Side” para las chicas: “que sigan así de fuertes”, dijo antes de personificar a las mujeres como libres de decidir porque tienen el tiempo de su lado.
La canción elegida para cerrar el show debut de la banda en Argentina fue muy peculiar. En vez de terminar bien arriba como suelen hacer la mayoría de los grupos, Future Islands escogió despedirse con “Little Dreamer”, el último tema de su primer disco Wave Like Home (2008). Una balada melancólica y reflexiva en la que Herring vuelve a destacar su multifacética voz recordando con nostalgia su infancia inocente y destapando la oscuridad de sus pensamientos confusos y tortuosos.
Comprendemos, ahora, de dónde viene ese ritmo bailarín de sonrisas que se mezclan con diablos que salen de la garganta del cantante. Cuando era un solo un niño, dice, “un niño solitario, me aferraba a mis sueños como si pudieran huir de mí. Las esperanzas que albergaba huyeron, como a menudo lo hacen”. Canta con resignación mientras la distorsión se mezcla con su voz y de nuevo se le pierde la mirada en el horizonte. Ya no vemos un Herring serio y otro desquiciado, sino una mezcla de ambos explicándonos, como la conclusión de una película de misterio, de dónde proviene este Doctor Jekyll del synthpop.
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Foto principal: Jonathan Delgado