Una señora tejía. Las personas entraban en la sala del teatro Margarita Xirgu, pero la señora no se inmutaba. Muy atenta a las agujas, pasaba una encima de otra y en ningún momento prestó atención a la gente.
Esa era la previa al show de Louta, un ser que se define “crocante por fuera, blandito por dentro”; un espectáculo que está más allá de la música, más allá del teatro. Imposible de encasillar. Un show pensado y trabajado de principio a fin. Un show que él define como “el mejor del mundo”. Si uno colgaba y llegaba tarde (cuestión que parece imposible porque hubo más de una hora de espera para que comience la presentación) podría igual haber entendido la onda, pero le hubiese faltado un pedacito de historia.
Oscuridad total. La necesaria para que la señora desaparezca. Mientras una batería empezaba a entrar en fade un sujeto flaco, piel blanca, pelo rubio y con el ceño fruncido entró apretando el puño en señal de victoria. Ese es Louta. El que canta, el que baila, el que aparece en el escenario. Jaime James, quien es Louta cuando no está en el escenario, no aparece en ningún momento del show. El personaje no agradece ni da señales de estar ahí. Apenas interactúa con el público: hizo algunas arengas con los brazos, pero ningún grito ni nada de contacto. Con Louta lo visual alcanza.
El show arrancó con un triplete bien intenso. El pop grime de “Ponetelo Bien”, la cumbia “Cuadradito de prensado”, en el que dos chicas y dos chicos lookeados con la misma onda del protagonista bailaron y la carnavalesca pero inclasificable “Félix”. En ese segmento, el cantante bailó, caminó el escenario y se revolcó en el sillón del living que arma en el escenario cada vez que se presenta. Crocante por fuera.
El show siguió con “Somos tan intensos” y al terminar, cuatro pibes con el mismo look se acercaron. Dos sostenían un marco y otros dos una tela con una estampa de un cielo con nubes. En el medio, Louta. Interpretó una versión downtempo del hit “Alto Uach” que fue sumando intensidad y poniéndose cada vez más fuerte con las repeticiones. Desde el medio de ese cuadro, el personaje abría su corazón: “Yo te quiero con estilo porque soy alto uach, yo te quiero como a nadie, nada me frena”. Blandito por dentro.
El show continuó con “Me mata cuando suenan conocidos”, canción que el cantante aprovechó para bailar electro como los floggers de los 2000 en el Abasto. En un momento se quedó quieto en el escenario con el beat sonando y puso su pose clásica con los brazos cruzados. De repente, siete Loutas bajaron del cielo formando una escalera. El artista imitaba a la perfección la pose y la cara que había puesto en la foto tomada para hacer esos carteles tamaño real. Enganchado empezó a sonar “One More Time” de Daft Punk, y Louta salta y levanta el brazo pidiendo a todos que salten. Y de repente el tempo de la canción empezó a bajar y la música se redujo a una batería. Le llevaron una especie de cajón donde el artista apoyó una pierna y, con una mano en el micrófono y otra sosteniendo un libro empezó a recitar: “Juntando el aire en el sillón ya me quedé dormido. Buscando el canje con el sol me deprimí por kilos” y concluyó su declaración que fue de menor a mayor llegando a niveles altísimos de intensidad, con los versos “Si no te extraño estoy mareado por todo el enjambre. Se me desarma mi verdad, me quedan los alambres”. Para terminar volvió a sonar el track de Daft Punk, dejando atrás el momento más cercano a la tragedia.
Apareció una piba que podría ser la versión femenina de Louta y se paró en una tarima justo detrás del sillón. Seria y con la mirada perdida, cantó “Vas a abrir tu corazón” mientras pasan los veinte bailarines que acompañaron el show. Hasta que todo el cuerpo de baile se divide en dos. Sentado en el sillón estaba Louta con cara de psicópata. Y con una cara carga de ira dijo: “Te estoy mirando a los ojos”, y lo empezó a repetir como un mantra cada vez más fuerte hasta gritarlo. Una coreografía entre los bailarines simulaba a trabajadores manifestándose mientras mantenían el grito de guerra bien alto. Crocante por fuera.
Luego se apagó todo y desde la puerta de la sala apareció una plataforma que se empezó a deslizar por el público con un baterista dejándolo todo en un solo. En ese tiempo, Louta se fue sin que lo vieran y se puso en otra plataforma adentro de una burbuja que iba apareciendo mientras la de la batería se volvía a guardar. Ya con la burbuja inflada y con papelitos volando canta casi a capela, abriéndose nuevamente y rezando “todo lo que siento ahora me deja volver”. Blandito por dentro.
Al volver al escenario cantó un dueto con su versión femenina. Y, después de un trago de agua del florero, empezó a silvar “Sigo sin entenderte”, intervenido con guerra de almohadas de plumas que volaron por toda la sala.
El show concluyó con “Qué bien que estoy” intervenido por un mash up de “El Meneaito” y “Papichulo”, con la segunda y última interacción entre el artista y el público, pidiéndole a todos que se agachen para incorporarse al canto de “saltando, saltando, saltando”.
Hacia el final del show, Louta les pide con señas a todos los bailarines que pasen al escenario para saludar. Abrazado con todos de izquierda a derecha, saludan como en el teatro dándole fin a un show cargado en emoción, intensidad y baile y que pinta la personalidad de este nuevo personaje de la música nacional. Crocante por fuera. Blandito por dentro.
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Foto principal: Natalia Vidal.