El 6, 7 y 8 de julio finalmente llegó el momento de vivir una nueva edición del Mad Cool Festival, el evento musical más trascendente del verano para la ciudad de Madrid. El 2023 traía como condimento especial la vuelta al formato de tres días y su nueva ubicación en el Espacio Mad Cool, dejando atrás la locación privilegiada que era IFEMA.
En cuanto a la programación musical, el evento mantuvo su esquema tradicional de pop, rock, un escenario para la electrónica y muy poco de espacio para lo urbano. Al igual que las ediciones anteriores, la estrategia de seducción para atraer al público masivo fue un cartel repleto de grandes nombres en todas sus líneas.
Hubo dos sin tres
El cartel de la edición 2023 del Mad Cool estuvo encabezado por Robbie Williams, Mumford & Sons y Red Hot Chili Peppers, uno por cada día respectivamente. Las actuaciones estelares de las dos primeras noches dejaron al público totalmente satisfecho, algo que los californianos no lograron hacer en el cierre.
Robbie Williams asumió su edad y se movió del lugar de joven sexy para mostrarse frente al público como alguien que fue un “joven sexy”. Manteniendo la irreverencia que lo llevó a la fama y le valió numerosas tapas de medios de chimentos, el músico realizó un recorrido musical desde sus inicios en la boy band Take That hasta su presente. Esta faceta de auto narrarse lo llevó a hablar mucho, pero sin dejar de encadenar un hit tras otro. El cierre emotivo estuvo de la mano de “Angels”, en el que se echaron de menos un par de fuegos artificiales.
Al día siguiente, Mumford & Sons realizaron un despliegue de energía con el que resultó imposible quedar indiferente. Sin hablar mucho, pero intercambiando sonrisas con el público, el cuarteto londinense hilvanó un show sin pausas. Las melodías folk y sus formas percusivas calaron en una marea de gente que bailó y se emocionó en partes iguales.
El sábado fue el turno de una de las mayores decepciones del festival. Red Hot Chili Peppers son conocidos por sus irregulares presentaciones en vivo y esta no fue la excepción. De momentos hubo problemas con el volumen -algo que no pasó con ninguno de los artistas que se habían presentado en ese mismo escenario-, armaron un setlist con canciones no tan conocidas -por lo que costó captar la atención de un público festivalero- y se bajaron del escenario por lo menos 20 minutos antes de lo que estipulaban los horarios. El descontento de la gente se hizo sentir en el camino de salida y en las redes sociales.
Después del pinchazo que fue el ansiado show de Red Hot Chili Peppers, había tres opciones para ponerse a bailar: Jamie xx, The Prodigy y Elyella. Cada una con una propuesta diferente, pero que tuvieron como factor común ofrecer un gran show festivo que hizo olvidar el disgusto generado por los californianos.
Los noventas están de vuelta
Mad Cool viene trabajando fuertemente para captar la atención del público británico, algo en lo que tuvo muy buenos resultados. Esto lo podemos ver en que gran parte de la comunicación se hace primero en inglés, con eventos de promo en la isla británica, planificación de charters desde Londres y una selección de artistas seductores para ese sector. En esta edición hubo una fuerte impronta de la escena de los noventa en la isla: Primal Scream, Robbie Williams y Liam Gallagher.
El sábado fue el turno de la presentación de Liam Gallagher en una calurosa tarde de Madrid. Sin darle mucha importancia al clima, el cantante se presentó con una de sus tradicionales parcas, eso sí, acompañada de bermudas. Antes de su entrada musical de siempre, puso una canción alusiva al triunfo en Champions League de su equipo Manchester City y se encargó de saludar a las personas que llevaban la camiseta del club.
El show fue la lista perfecta para los fanáticos de Oasis. Comenzó con “Morning Glory”, seguido de “Rock n Roll Star” para luego colar “Stand By Me”, “Roll It Over”, “Slide Away”, “Cigarettes & Alcohol” y cerrar con “Wonderwall”. En el medio interpretó canciones de su carrera solista que de a poco se transforman en himnos de igual importancia para sus fieles.
A continuación de Liam, llegó el turno de Primal Scream. La banda liderada por Bobby Gillespie se encargó de poner a bailar a todos los presentes con un contundente show. Lo hizo acompañado por un cuarteto coral, un multiinstrumentista que arengaba a la gente desde su saxo y unas visuales atractivas con estilo de películas clásicas.
Pasado, presente y futuro
El pop y el rock se vieron representados en todas sus líneas temporales a lo largo de estos tres días. Por el lado del pop, pudimos ver una estrella consagrada como Robbie Williams, talentos jóvenes pero consolidados como Lil Nas X, Sam Smith, The 1975 y Lizzo, y una gran promesa como Years & Years. En el lado del rock, tuvimos a los veteranos The Offspring y Queens of the Stone Age, un poco más jóvenes a The Black Keys y el rockstar del momento Machine Gun Kelly.
Sam Smith presentó un emotivo show con sus canciones más melódicas al principio para luego cerrar con su faceta bailable. Su escenografía completamente dorada compitió con el brillo del sol, que a esa hora incineraba a los presentes. Lizzo tuvo una presentación realmente explosiva. Demostró ser una performer con todos los ingredientes: una voz potente, canciones que invitan a moverse, vestuarios llamativos y la capacidad de twerkear mientras toca la flauta traversa.
El show de The 1975 ganó mucho en relación con su presentación anterior en el festival al aparecer con una banda ampliada. Con más músicos en escena pudieron prescindir un poco más de los sintetizadores y hacer versiones más relajadas y etéreas de sus canciones. Matty Healy explota en vivo esa ternura que genera en sus seguidores su imagen de chico torturado y logra conectar desde ese lugar. Un ejemplo perfecto de esto fue el emotivo cierre con “I Always Wanna Die (Sometimes)”, coreada por todos los asistentes.
Years & Years brindó un destacable show, sin toda la parafernalia de los otros nombres mencionados. Con el carisma de Olly Alexander y canciones bailables hizo olvidar a todos los presentes del sol y los 36º que protagonizaron la tarde madrileña del sábado.
Por el lado del rock, encontramos en The Black Keys y Queens Of The Stone Age dos shows muy similares, cada uno con su estilo: un repaso de una hora por los grandes hits de cada banda interpretados de forma impoluta y con una vitalidad adolescente. The Offspring tuvo a su cargo la tarea de ser el primer gran nombre de todo el evento y cumplió. La cara más joven para el género fue Machine Gun Kelly, que presentó un show en el que pese a su actitud punk rock, o quizás gracias a ella, tocó “Danza kuduro”.
Más lugar para el talento local y buenos horarios
Pese a que la única banda española programada en los tres escenarios principales en todas las jornadas fue Cupido, este año hubo un mejor lugar para el talento local. Los escenarios más pequeños en los que se encontraban los ganadores del concurso de talento de Mahou tuvieron bastante concurrencia, en parte por ser un buen punto para refugiarse del calor con aire acondicionado mientras escuchas algo de música. Por otro lado, el escenario de Ouigo contó buena cantidad de público para la presentación de Belako, Elyellla, Shinova, Morgan y Delaporte.
Uno de los mayores problemas en los grandes festivales es que frente a tanta oferta en cada escenario, el público suele perder mucho con los solapes. Esta no fue la ocasión. Los horarios estuvieron pensados para que las presentaciones que se hacen en simultáneo no coincidan en público que, a priori, son el mismo. Lo podemos ver en los ejemplos de M.I.A con Primal Scream, Puscifer con Angel Olsen o Tash Sultana con Sam Smith.
El nuevo predio
Cada vez que un festival comienza su camino en un nuevo predio, es de esperarse que las cosas puedan fallar. Y el caso de Mad Cool no fue la excepción. El emplazamiento de los baños, escenarios, barras y espacios publicitarios no fue bueno. Se generaron grandes congestiones en el sector que comunicaba el escenario principal con el tres, debido a que ahí desembocaba toda la gente que salía de los baños y la zona se encontraba cargada de espacios dedicados a marcas. Si bien desde la organización afirman que la cantidad de entradas que se habían puesto en venta era menor a la capacidad del predio, nunca se sintió así.
El escenario tres estaba muy encajonado, algo que hizo que la entrada y salida fuera trabada. Esto representó un gran problema, ya que en él hubo muchos shows multitudinarios. Además, la división lateral realizada con contenedores generaba un mal sonido.
Sin embargo, un gran punto a destacar fue la buena organización en conjunto con la administración para garantizar una vuelta desde tan lejos sin mayores problemas. El sistema de transporte público garantizó una buena vuelta al centro de Madrid de las más de 65.000 personas presentes cada noche.