En la actualidad, muchos consideran al punk como un género en extinción. Otros lo dan ya por muerto, alegando al viejo adagio fatalista que sentenciaba “Punk is dead”: ese que resonaba fuerte a principios de los 2000, y que sigue presente aún hoy en el imaginario popular y mediático. Pero si el punk efectivamente murió, Idles es la excepción a la regla.
Sin embargo, como planteaba Greg Graffin de Bad Religion en su Manifiesto Punk, a los jóvenes amantes del “¡uan, chu, tri, for!” no les gusta definirse. “Definirse es limitarse,” escribió Oscar Wilde en El retrato de Dorian Grey. Idles sigue la misma filosofía, no le gustan las etiquetas ni responden a ningún estereotipo. Buscan inyectar una nueva perspectiva existencial pero sin caer en metáforas absurdas: ellos son desgarro.
Desde sus inicios en 2007, el quinteto de Bristol se vio inmerso en una suerte de alquimia experimental en la que trabajaron hasta llegar a una amalgama de ruidos contundentes y abrumadores que los terminaría por definir, y que se materializó en dos discos de estudio. En el camino, coquetearon con el indie, el pop y el garage rock.
La salida de su primer LP, Brutalism (2017), significó un punto de inflexión, un antes y un después en los diez años de trayectoria de la banda. No solo a nivel musical, sino también de llegada. La crítica los deshizo en elogios y los situó en el mapa de la escena global. Como su título lo sugiere, se trata de un disco crudo y visceral, lleno de ira y disensión, donde Joe Talbot -líder y voz de la banda- esputa su disconformidad con el contexto social británico de la época.
Brutalism lleva impregnado la muerte de la madre de Talbot -que falleció durante su grabación- como influencia, para luego quedar inmortalizada en la icónica portada. Esto se refleja también en “Mother”, el tercer corte del disco, que sirve de reflexión sobre la drástica situación que comprende la explotación laboral femenina y el machismo institucional que decanta en violencia sexual. Para concluir la canción, el frontman parafrasea una cita de la autora canadiense Margaret Atwood: “Men are afraid that women will laugh at them/Women are afraid that men will kill them.”
Otros temas centrales en el ópera prima de los británicos son la crítica a las figuras burguesas de la TV, en la sarcástica “Well Done”; los privilegios de la población blanca y la clase alta, en “White Privilege”; y el recorte de presupuesto y la intervención de empresas privadas en la salud pública, en “Divide & Conquer”, que si bien su letra es un canto minimalista, en su videoclip se proyectan mensajes subliminales con datos y cifras que refuerzan sus denuncias.
Otro de los pilares fundamentales para el ascenso de Idles al pedestal mainstream fue telonear a Foo Fighters. La jugada magistral para ser elegidos por la banda del ex Nirvana, consistió en la confección de un rompecabezas con la foto de su bajista, Adam Devonshire, en ropa interior y acompañado por una nota con el mensaje “Elijan a Idles.” Dave Grohl y compañía no pudieron resistirse. “Ninguno de nosotros es fan de Foo Fighters. Como banda llegamos a preguntarnos qué beneficios podía traernos tocar antes que ellos. Lo terminamos haciendo porque era una oportunidad de ser nosotros mismos, en un escenario enorme y tocar para gente que tal vez jamás hubiera elegido escucharnos,” recuerda Talbot.
Casi por necesidad de desahogo o inquietud, en 2018 publicaron su segundo disco de estudio, Joy As An Act of Resistance: una obra que no negocia su actitud, y con un título que parece salido de Eterna Inocencia. Si su antecesor fue una cachetada tajante, este nuevo disco es un gancho directo a la mandíbula, más jugado instrumentalmente, con arreglos exquisitos y una performance vocal que rememora a los mejores días de Johnny Rotten.
Pero Joy es también un álbum con un tinte mucho más íntimo y personal. Su leitmotiv es el amor propio y el rechazo instintivo a toda normativa que busque el control. Se tocan problemáticas como la represión estatal en el corte que le da inicio al LP, “Colossus”; el sentido de la unidad e igualdad en contra de la xenofobia con los inmigrantes, en “Danny Nedelko”; y la masculinidad tóxica y la heteronormatividad, en “Samaritans”.
Pero sin dudas, el track que más llama la atención es “June”: canción que Talbot le escribió a su hija Agatha poco después de su prematura muerte. Volviendo a la literatura como recurso creativo, el líder del grupo tomó prestado un microrrelato de Ernest Hemingway para recitarlo a su manera: “Baby shoes for sale, never worn.” La voz rota y desgarrada de un padre que perdió a su hija le da un aura aún más oscura y real.
Actualmente, la banda viene de sacar su disco en vivo titulado A Beautiful Thing: Idles Live at le Bataclan (2019) y se encuentran trabajando en su tercer disco de estudio con la participación del famoso productor Kenny Beats. Los ingleses se presentarán en la edición 2020 del Lollapalooza Argentina el domingo 29 de marzo, y podés escuchar su música en todas las plataformas de streaming.