La tan esperada segunda edición de uno de los festivales de música más grandes del mundo aconteció de manera exitosa durante el sábado y domingo pasados en el Hipódromo de San Isidro.
El cartel de este año prometía un line-up bastante heterogéneo en el cual estaban citados artistas de larga trayectoria como Robert Plant y Jack White; bandas icónicas de décadas anteriores como Cypress Hill y Smashing Pumpkins; ídolos emergentes de esta generación como Alt-J y St. Vincent; así como nuevos talentos locales como Francisca y los Exploradores y Miss Bolivia.
Si bien el principal motivo convocante del Lollapalooza siempre es y será la música; también se trata de una ocasión para acercar a personas de distintas generaciones a convivir y estar en contacto con otras propuesta en cuanto a estilo de vida. Durante esta edición, el predio dentro del cual tuvo lugar el festival contó con espacios novedosos, especialmente dedicados a la toma de conciencia acerca del cuidado del medio ambiente y sustentabilidad, lugares como “Espíritu Verde” y también “Rock Recycle”. Apoyando tales iniciativas, empresas como Chevrolet proveyeron una flota de bicicletas, Chevrolet Bikes, al staff del evento para facilitar su movilidad y promover el uso de ese medio de transporte eco-friendly. Así como también sirvió de ocasión a la empresa para presentar en exclusiva el Onix, un modelo de auto pensado para jóvenes amantes de la música. También fueron una novedad el “Beer Garden”, y continuó al igual que el año pasado y con buena acogida el “Kidzapalooza”, para los más chicos.
Día 1
Durante el primer día, en los cuatro escenarios se vivieron las presentaciones de más de 25 propuestas musicales. Algunas de ellas más electrónicas en el Perry’s Stage, que fue inaugurado por el pop de los cordobeses de Hipnótica, y cerrado en horas cercanas a la medianoche por el DJ holandés Nicky Romero. Sin duda se trató de la zona más fiestera y entregada al baile de todo el predio. Los efectos visuales que acompañaban a cada artista se encargaron de amenizar aún más el ambiente e invitar a los asistentes a sentir la música y mover su cuerpo acorde con ello sin recelos.
En el Alternative Stage, por su parte, la jornada comenzó con las presentaciones de Despertar Antoles con su estilo que fusiona el rock con ritmos latinos, y Francisca y los Exploradores con su folk experimental, propuestas provenientes de Buenos Aires y Córdoba, respectivamente. Después llegaría la esperada presentación de los mexicanos de Molotov, que no dejaron por fuera ninguno de sus más sonados éxitos y alentaron a la audiencia a corear “Gimme Tha Power”, “Frijolero”, y el infaltable cover de los Mistfits: “Marciano”. Así como también interpretaron con buena acogida temas de su más reciente álbum Agua Maldita.
Mientras tanto, en los escenarios principales también comenzaban algunas de las actuaciones más anticipadas por los asistentes, entre ellas la de Annie Clark, más conocida como St. Vincent, quien con un vestido negro semitransparente, decorado con lo que parecían ser enormes gotas de colores brillantes y con sus ojos teatralmente maquillados de color aguamarina, tocó enérgicas canciones como “Birth in Reverse” y “Digital Witness”, sacudiéndose espasmódica y coordinadamente al ritmo de los riffs de su guitarra. Así como también ejecutaba coreografías con su tecladista/guitarrista, y por momentos se deslizaba por el escenario caminando delicada y rápidamente, dando de la impresión de levitar un poco sobre la tarima. Pese al sol inclemente y el calor que por esos momentos agobiaba en aquella parte del predio, su público –dentro del cual me incluyo- estaba extasiado y más que satisfecho con lo que fue el primer show en el país de la artista estadounidense.
Enseguida, en el otro escenario principal, comenzaban a sonar los neoyorquinos de Interpol. Vestidos todos de negro y con su sobriedad característica, tocaron temas que ya casi han pasado a ser unos clásicos de la primera década de los 2000s, como “Evil” y “Narc”, canciones con las que inevitablemente se formó un pogo amistoso entre asistentes de las primeras filas. El público coreaba estribillos futboleros animando a la banda entre la transición entre uno y otro tema del setlist, hasta que en una de esas ocasiones el serio y tímido Paul Banks finalmente sonrió, y se dirigió a agradecerle a la audiencia y dialogar con ella haciendo gala de un nivel de español bastante fluido. El cierre de su actuación nos dio la oportunidad de saltar y corear al ritmo de “Slow Hands”.
Inmediatamente después comenzó en la tarima contigua la presentación de los británicos The Kooks y su romántico pop-rock que sería disfrutado por un público notable y mayormente conformado por chicas. Aunque el show inició con “Around Town”, e interpretaron bastantes canciones pertenecientes a Listen, su más reciente álbum; no se olvidaron tocar algunas de sus primeras canciones como “She Moves In Her Own Way” y terminaron con la agridulce canción acerca de infidelidad: “Naïve”.
Casi al mismo tiempo que The Kooks, en el Alternative Stage el público era amenizado por el australiano Chet Faker, quien vistiendo su característico gorro tejido y su look con prominente barba, brindaría lo que para algunos fue una de las mejores intervenciones de la jornada. Chet cautivó con su onda relajada y su estilo orientado a lo electrónico con tintes de hip hop y mucha experimentación. El artista tocó junto a sus músicos “Melt” y “Talk Is Cheap”, y hasta un cover de Backstreet (“Diggity”) como parte de una lista que incluyó algo más de quince canciones.
Alrededor de las 19 horas, en el Main Stage #1 fue el turno de Foster The People, quienes también le cumplieron a un público bastante joven, aunque por ese momento el predio ya se encontraba mucho más concurrido y circulaban por él incluso familias completas que se acercaban para ver la presentación de los autores de éxitos radiales como “Pumped Up Kicks”. Al tiempo que la banda tocaba canciones como “Houdini”, y el público respondía complacido, el sol terminaba de ocultarse y el viento refrescaba el comienzo de la noche.
Llegó el momento en el cual se presentaban simultáneamente dos grandes leyendas, cada una de un género musical muy distinto: pasadas las 20 horas comenzaba en uno de los escenarios principales Robert Plant, acompañado de su banda (The Sensational Space Shifters), y en el Alternative Stage iniciaba presentación de Cypress Hill, carismático grupo de hip hop que calentó su peformance entrando al escenario al grito de “Quiero fumar mota”, como dice el popular estribillo de su canción “Yo quiero fumar”, y mientras B-real y Sen Dog agitaban a los asistentes que coreaban con muchas ganas, a la vez que uno de ellos dos efectivamente fumaba sobre el escenario. Los intérpretes de hardcore-rap hicieron bailar al ritmo de sus beats, riffs y rimas al público que ellos en más de una ocasión llamaron como “Nuestra familia argentina”. Tocaron una veintena de canciones, culminando su set con “(Rock) Superstar”.
El gran Robert por su parte sacudía el Main Stage #2, empezando su presentación con “Baby, I’m Gonna Leave You” de Joan Báez, y alternando canciones propias de su carrera solista y de su colosal anterior banda, Led Zepellin, como “Going to California” y “Rock and Roll”. Todo un paseo cargado de adrenalina por el sonido de los setentas que hasta ahora ha influenciado a varias generaciones de amantes de las guitarras eléctricas.
Por fin era momento de ver al excéntrico y apasionado Jack White sobre otro de los escenarios principales del festival. Entonces la luna menguante parecía ser solo otro elemento más en el cielo, junto a los zepellins decorativos, las estrellas y los drones. El ex líder de grupos como White Stripes y The Raconteurs brindó su presentación acompañado por una experimentada banda que incluía hasta violines, y un piano que se dispuso a tocar en algunos momentos de la noche. Abrió el setlist con “Just One Drink” y luego procedió a entonar “Dead Leaves On The Dirty Ground”, original de su primer y más conocido proyecto musical, del cual luego tocaría un par de canciones más. De cualquier forma, nos ofreció un poderoso despliegue de jamming blusero y con tintes country en la mayoría de los temas. Interpretó un cover de Gene Vincent (“Baby Blue”) y otro de Elvis Presley (“Power Of My Love”), y bromeó un poco con la audiencia un par de veces, e hizo manifiesta su predilección por el público local al confesar que Buenos Aires era su ciudad favorita para tocar en Sudamérica. De todas formas, uno de los momentos más memorables llegó cuando subió a acompañarlo en el escenario el mítico Robert Plant y juntos hicieron sonar “The Lemon Song” (ver video). El encore de su presentación también incluyó “Steady As She Goes” y la canción con la que el interés por el rock alternativo comenzó para muchos de esta generación: “Seven Nation Army”.
La jornada parecía terminar para los más rockeros, pero apenas comenzaba para los amantes de la fiesta y la música electrónica. En el otro escenario principal, Calvin Harris le daba la bienvenida a su público y desplegaba su presentación en la que no faltaron sus éxitos discotequeros como “Feel So Close”, y versiones de otros artistas como Daft Punk y Rihanna. Un vasto despliegue de pirotecnia y de luces lasers que ambientaban lo que entonces se convirtió en una enorme pista de baile fueron protagonistas del final del primer día del festival.
Día 2
El domingo comenzó siendo incluso un poco más caluroso que el día anterior, y nuevamente en los cuatro escenarios se estarían turnando artistas de géneros y procedencias muy diversas.
En el Perry’s Stage se descataron las presentaciones de proyectos locales como Poncho y Chancha Vía Circuito, antes de que entrada la noche se tomaran la tarima los esperados DJ Snake y Major Lazer, quienes además de encender una gran fiesta, brindaron un espectacular show visual, con bailarines e interacción directa con la gente, una vez más haciendo uso de la burbuja gigante con la que se desplazan por encima de la multitud. Una vez más está fue una de las zonas más enérgicas y entregadas al baile del festival.
En el Alternative Stage, en cambio la tarde ofreció presentaciones destacadas como la de Dancing Mood con su fusión de ska, reggae y jazz, luego los sudafricanos de Kongos con una propuesta más cercana al rock alternativo, y los neoyorquinos de The Last Internationale. El acto más esperado por muchos sería en todo caso el de Damian Marley, hijo del legendario Bob que también dedicó su carrera a la creación musical inspirada por la cultura rastafari. Damian incluyó entre su setlist canciones propias y versionó clásicos de la autoría de su padre como “Could You Be Loved” y “Exodus”, dejando a los seguidores de la escena jamaiquina bastante complacidos.
En los escenarios principales uno y dos estarían cerrando la velada Pharrel Williams y Skrillex, respectivamente, pero la tarde comenzó en el primero de los escenarios con las aplaudidas actuaciones de los israelíes amantes del surf rock fusionado con otros ritmos, Boom Pam, y con los representantes de la escena undergroudn londinense, Rudimental. Pasadas ya las 17 horas tuvo lugar en aquella tarima la intervención de los también británicos Alt-J, para aquel momento ya había un numeroso público, principalmente muy joven y dispuesto a corear junto a ellos canciones de su primer álbum como “Breezeblocks” y “Matilda”, así como de su aclamado reciente disco This Is All Yours, como “Hunger Of The Pine” y “Every Other Freckle”. Ninguna de aquellas canciones hizo falta dentro de su lista de interpretaciones. El trío de músicos estaba muy contento de estar por primera vez tocando en Buenos Aires, tal y como nos comentaron en la entrevista que nos concedieron unas horas antes de su presentación. Por su parte, el público también estaba muy entusiasmado y como muestra de ello, entre la multitud una chica sostenía un cartel en el cual podía leerse “Joe Newman: Your voice is the new sexy”.
En el escenario principal número dos ya se preparaba para sonar Bastille, que inició su esperada aparición con “Bad Blood”, y luego también presentaron “Laura Palmer” –canción titulada igual que la chica asesinada en la serie Twin Peaks-, y “Things We Lost In The Fire”. Su audiencia fue una de las más eufóricas de la jornada, y un público también muy joven coreó con ellos hasta el final su éxito “Pompeii”, con el cual se despidieron.
De vuelta en el Main Stage #1, era la oportunidad de cautivar al público de otros ingleses bastante enérgicos y con una gran cantidad de seguidores esperando por ellos: los ya veteranos Kasabian. El carisma del guitarrista y corista Sergio Pizzorno, quien daba dinámicos brincos sobre el escenario constantemente, y del encargado de la voz líder Thom Meigham, lograron animar a sus muchos espectadores al ritmo de más de quince canciones, entre las cuales no podían faltar “I.D.”, “Club Foot” y “Fire”. Mientras que con la caída de la tarde algunas frías brisas empezaban a apoderarse del ambiente del lugar, Sergio alentó a la audiencia al grito de “Show me what a moshpit looks like!”. Se formaron varios círculos de pogo y baile en varios puntos del predio y la banda luego corearía “Argentina va a salir campeón”, calentando aún más la jornada, en la cual también dedicó uno de los temas del setlist a sus “hermanos” de Cypress Hill.
En el segundo escenario principal empezarían a sonar los acordes de “Cherub Rock”, y los amantes de la música de Smashing Pumpkins estábamos más que preparados para escucharla sonar junto a tantas otras canciones del grupo proveniente de Chicago. Un Billy Corgan sonriente durante todo el recital interpretó en seguida “Tonight, tonight” con una banda en cuya formación se encontraba Mark Stoermer, más reconocido por ser bajista de The Killers. El público lo arengaba cariñosamente llamándolo por su apellido, tal vez debido a que sabían que ya Billy no quería que lo llamasen más por aquel diminutivo, pero en todo caso, el icónico vocalista bromeó en varios momentos, uno de ellos al ver una chica con una remera de Metallica, anunció que iba a tocar “Nothing Else Matters”. Finalmente no lo hizo, pero en cambio sí cerró el setlist que hasta el momento había sido bastante rockero y movido, con un encore en el que tocó él solo con una guitarra acústica “Today” en una emotiva interpretación de aquel hit nostálgico de los noventas. Finalmente se despidió con toda la banda nuevamente haciendo una ruidosa versión de “Zero”.
Acto seguido, y frente a miles y miles de espectadores, el ex N.E.R.D., Pharrel Williams se tomó el Main Stage #1 tocando “Come Get It Bae”, su puesta en escena estuvo acompañada por bailarinas con llamativo vestuario, ejecutó versiones de un par de temas de Snoop Dogg (“Beautiful” y “Drop It Like It’s Hot”), e incluyó también canciones como “Rock Star” y “Lapdance”, de su época como N.E.R.D., al comienzo de su carrera. De cualquier forma, cuando el músico norteamericano hizo un cover de “Get Lucky” de Daft Punk, así como cuando al cierre del show interpretó su súper-hit “Happy”, podía divisarse el brillo de cientos de pantallas de celulares levantados buscando capturar en video aquel anhelado momento.
La última presentación de esta edición del festival estuvo a cargo del DJ y productor californiano Skrillex, cuya actuación tenía un telón negro de fondo en el cual estaba dibujado una figura de rostro alienígena, esa misma que portaban tantos de sus seguidores en remeras con las que había asistido al recital. La extensa lista de canciones, que se extendió a más de cincuenta en total, ejecutadas durante un poco más de una hora y media, comenzó con “Take U There”. Un juego de luces y humo alucinantes complementaron los potentes remixes del aclamado músico que dentro de los temas incluyó pistas de Beyoncé (“7/11”), DJ Snake (“Turn Down For What”) y Damian Marley (“Welcome To Jamrock”), entre muchos otros, algunos de ellos también presentes en el evento como Diplo. Sin dudas una actuación digna del cierre del Lollapalooza de este año, que lograron disfrutar no solo los más confesos seguidores del dubstep, sino un amplio y heterogéneo público.