Los augurios en cuanto al clima en la segunda jornada en el Parque de la Cidade no eran nada halagüeños. Sin embargo, el día acabó remontando y a pesar de que incluso se repartieron chubasqueros para capear el temporal, los asistentes no solo no tuvieron que usarlos, sino que por el contrario, acabaron por disfrutar de unos tímidos rayos del sol. Concretamente durante el show que ofreció Midlake. Los tejanos, como ya ocurriera en Barcelona, pudieron lucir gafas de sol sobre el escenario y el público pudo gozar sin mojarse del excelso folk de la banda. Basando su concierto en su última obra, Antiphon (Bella Union Records, 2013), disco que ha llegado a ser comparado con el rock progresivo de ciertos álbumes de Pink Floyd, y que fue editado sin su anterior líder y cantante, Tim Smith, dieron a una audiencia quizá menos numerosa de la esperada debido a las previsiones meteorológicas, un completo concierto con momentos épicos regados con otros más directos, de un folk rock sencillo sin recargar.
Midlake
Perfecto inicio para la tarde del viernes, al que prosiguió el show de las chicas de Warpaint. Con un sonido menos luminoso, por el contrario, sucio en ocasiones, el cuarteto presentó en Portugal el segundo de sus trabajos de estudio. Disco homónimo, que llevado al vivo cuajó incluso un sonido más crudo, con las chicas desbordando energía y desenvolviéndose indistintamente entre instrumentos y las voces. Tan pronto una ejercía las voces principales, como en el tema siguiente el protagonismo sobre el micro recaía en quien previamente había hecho los coros. Mientras tanto, en la otra punta del recinto -tres escenarios y una carpa componían el mismo-, Television volvía a llevar al directo el álbum clave de su discografía de finales de los setenta: Marquee Moon. Obviamente sin la fuerza y entrega que Tom Verlaine y los suyos tuvieran antaño.
Warpaint
Slowdive dieron sin lugar a dudas uno de los mejores conciertos del festival. La banda de Reading, una de las referencias del shoegaze de principios de los noventa, a buen seguro ganará muchos adeptos a base de directos cómo el que dio en Oporto. Con su rock ambiental consiguieron adentrar a gran parte del público en sus atmósferas, principalmente las generadas en las composiciones de su álbum más exitoso, Just For A Day, editado por el popular sello aquel entonces -Creation Records, 1995-. Comandados por la pareja que forman Rachel Goswell y Neil Halstead, llenaron el escenario Super Bock de un dream-pop que en ocasiones pudo recordar a Beach House, aunque con un toque más noise propio de la época.
Slowdive
Sonido mucho más rudo el que nos encontraríamos poco después en el escenario principal. Nada más y nada menos que Pixies. Frank Black y los suyos -ya sin el emblema que fue Kim Deal- atronaron en la esplanada del NOS. Creciendo por momentos en un recital que resultó ser más efectivo de lo esperado a pesar de la aparatosa baja que supone la pérdida de la bajista. Según pasaron los temas, hit tras hit, la banda fue sintiéndose más segura con un público entregado a sus himnos: “Debaser“, “Hey” o “Monkey Gone To Heaven“, donde la comunión entre el cuarteto y los fans fue completa. Momentos de deleite para otros piezas clave como son y han sido David Lovering a la batería y Joey Santiago a la guitarra, mostrando al respetable sus dotes a los instrumentos exigiendose al máximo sobre los mismos.
Otro momento cumbre llegaba de nuevo etiquetado de post-rock. Era el turno de Mogwai. Experiencia única de nuevo la que se vivió con los escoceses. Difíciles de igualar en directo, de principio a fin cumplen manteniendo en vilo constante al espectador, deslumbrado con las corrientes de guitarras del grupo. Revisando sus más de quince años de una carrera igualmente sin altibajos. La banda, acompañada por unos certeros visuales- pasó a través de piezas de la mayoría de sus trabajos de estudio: pasaron por estructuras míticas como son “I’m Jim Morrison, I’m Dead” o “Auto Rock” y por hits más recientes no por ello menos sobrecogedoras como fueron, “Rano Pano” o “Remurdered” de sus dos últimos discos. Un total de 12 piezas que sin duda se hicieron cortas aunque sin duda dejaron a portuenses y compañía más que satisfechos por su entrega y dedicación.
Mogwai
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