La directora (The Chair) cuenta la historia de Ji-Yoon Kim (Sandra Oh), la flamante encargada del departamento de letras de la (ficticia) Universidad de Pembroke, una casa de estudios estadounidense de cierto nivel pero dispuesta a recortar el presupuesto destinado a las carreras de humanidades por el bajo índice de matriculados. Ji-Yoon se convierte en la primera mujer -y además “de color”- en ponerse al frente del timón, lástima que el barco parece estar a punto de hundirse. “No siento que heredé el departamento, siento que me entregaron una bomba de tiempo porque querían que le estallara a una mujer”, dice categórica cuando se le empieza a ir todo de las manos.
En un primer capítulo de esta nueva serie de Netflix, ya se plantea algo muy poco discutido como es el lugar cada vez más marginal de este tipo de currículas en un mundo donde rigen las profesiones liberales funcionales a la productividad capitalista, además de presentar una protagonista coreana que se abre paso y asciende en un ambiente dominado por hombres blancos transitando la tercera edad. El plantel de profesores parece un parque jurásico, hay que actualizar los contenidos y las metodologías pedagógicas para atraer más estudiantes y eso es lo que tiene que hacer Kim presionada por el rector de la universidad (David Morse), con quien no siempre comparte puntos de vista.
Como si no fuera suficiente, entre múltiples tensiones y choques generacionales, su colega e interés romántico, el desfachatado profesor estrella Bill Dobson (Jay Duplass) se manda en plena clase un chiste inocente pero fuera de lugar referido al nazismo que no tarda en viralizarse y armar escándalo entre el estudiantado. Los alumnos son retratados como un grupo activo, con sentido crítico y propenso a cuestionar a los profesores por sostener modelos de pensamiento anticuados que aún no abordan el feminismo, los estudios de género o la teoría crítica de la raza, entre otros discursos en alza. La miniserie gira en torno a la necesidad del sistema educativo de renovarse constantemente pero también se mete con temas delicados como la cultura de la cancelación y los excesos de la corrección política.
Puede parecer mucho, pero el guion -escrito por la actriz Amanda Peet, quien también ejerció de productora ejecutiva junto a David Benioff y D.B. Weiss, creadores de Game of Thrones– es sumamente ágil y expone cada problemática con mucha naturalidad mechando con escenas de la vida privada de Ji-Yoon en clave comedia romántica y esas situaciones que todos conocemos. Con excepción de cierta cuestionable ridiculización de la tercera edad, el humor es fino, pero a la vez agudo y certero, sobre todo encarnado en la autoparodia de David Duchovny haciendo de sí mismo y en Ju Ju (Everly Carganilla), la tierna y desconcertante hija de Ji-Yoon.
La directora no será de lo más visto en Netflix pero de todas formas -y por suerte- está siendo muy comentada por tratarse de una humilde joya que se da el lujo de contar con dos grandes virtudes muy difíciles de conjugar. Por un lado, y en parte gracias al formato británico de miniserie (en este caso, seis episodios de 30 minutos), su visionado es muy liviano y fácil de disfrutar hasta el final. Brevedad y sencillez que no impiden, por el otro lado, un guion que dispare tantas líneas de debate sobre temas indispensables de nuestro tiempo. Y lo más importante es que lo hace con elegancia, sin subrayados ni bajadas de línea.
La directora está disponible en Netflix.