En el día de ayer Netflix estrenó DAHMER, la serie que cuenta la historia del criminal conocido como El caníbal de Milwaukee, Jeffrey Dahmer. A cargo del aclamado Ryan Murphy, la producción de 10 episodios protagonizada por Evan Peters se basó en la vida real de este asesino, violador y caníbal que sacudió a la sociedad estadounidense a comienzo de los 90.
Dahmer cometió su primer asesinato a los 18 años -previo a haber estado 10 meses en la cárcel por abusar de un niño al que quería fotografiar-, cuando levantó a un hombre haciendo dedo en la ruta, lo llevó a su casa y luego de matarlo se masturbó sobre el cadáver. Tras ello, lo abrió y volvió a masturbarse para finalmente descuartizarlo y esconder sus partes en la tubería de su casa.
Si bien Dahmer había tenido una vida bastante normal, recibiendo amor de su familia, había algunas cuestiones que lo atormentaban. Por un lado era un homosexual a escondidas y tenía fascinación por disecar y descuartizar animales, práctica que luego trasladaría a los humanos.
Luego de su primer asesinato, Dahmer se convirtió en un adicto al alcohol y las drogas y, si bien pasó un buen tiempo sin volver a cometer un crimen, reanudó su actividad criminal al llevar a otro hombre a su casa con fines a priori sexuales para luego asesinarlo.
Sus actos criminales comenzaron a volverse cada vez más cruentos, ya que no solo violaba a los cadávares, relacionando directamente el sexo y la muerte, sino que en algunas ocasiones se comió parte de sus víctimas, como los cerebros, y otras las guardó en el freezer, lo cual le dio el mote de caníbal de Milwaukee.
Lo cierto es que pasó mucho tiempo hasta que la policía de la localidad relacionara los asesinatos y encontrara al culpable. Desde 1978 hasta 1991 Dahmer cometió el asesinato y desmembramiento de 17 niños y hombres. La policía lo encontró gracias a Tracy Edwards, quien no corrió la misma suerte que el resto y logró escapar de la casa de Dahmer e informar sobre la escalofriante experiencia que había vivido.
Al ser capturado por la ley, el asesino confesó con detalle sus crímenes y esto le valió ser sentenciado a 900 años de prisión (quince perpetuas) y enviado al Columbia Correctional Institution, en Portage. Allí murió en 1994 luego de un enfrentamiento con otro preso.