El nuevo especial de Euphoria dividió al mundo en dos tipos de personas. Por un lado, están los que extrañaron la sobrecarga de eventos y el frenesí de glitter y colores de su primera temporada, y por el otro, quienes pudieron sumergirse en las profundidades del diálogo de este capítulo especial. Los primeros juran que esta entrega no aporta nada a la narrativa de la serie de HBO. Los segundos esperan que se implemente esta calma recargada en la segunda temporada.
El cambio entre la primera entrega y este especial de navidad, que viene a llenar un hiato hasta que pueda retomarse la producción retrasada por la pandemia, sacude las pasiones de la audiencia. Los primeros ocho capítulos de la serie (el último fue estrenado en agosto de 2019) fueron una espiral de acontecimientos. Esta velocidad se justificaba porque seguía el ritmo vertiginoso de un heterogéneo grupo de centennials. Pero el COVID cambió los planes de su creador y director Sam Levinson, quien nos trajo un episodio austero y despojado, todo un respiro al ritmo al que nos tenía acostumbrado la serie.
En “Trouble Don’t Last Always”, el primer lanzamiento de este especial de dos partes, la fantasía de Jules y Rue se diluye a los pocos minutos de comenzar y el escenario se transforma en tonos fríos y azules. El cuadro “Nighthawks” de Edward Hopper es intervenido por la estética de Euphoria y dentro del bar, Rue (Zendaya) y su sponsor Ali (Colman Domingo) comparten una comida en la víspera navideña.
Lo que le sigue son 50 minutos de una conversación retratada y una sutil contraposición entre la hostilidad de aquel exterior vacío y la calidez incipiente del interior del café. El diálogo se construye y gira entorno a los “grandes temas”: la necesidad de un propósito, los absurdos, la injusticia y la búsqueda de la espiritualidad en un sistema que toma todo lo que tiene valor y lo transforma en mercancía.
Rue, que batalla con una recaída en sus adicciones, ya no reconoce quién es. Ali le recuerda que esa falta de control es una de las grandes contradicciones que los habitan, y apunta así al vacío entre nuestras acciones y nuestro sistema de creencias. El valor, insiste, radica en el esfuerzo por mantener la cohesión.
El celular de Rue suena con un mensaje de Jules y se escucha el tema de Moses Sumney, “Me In 20 Years”. Las ansias y la incertidumbre del futuro desencadenan dos reacciones adversas en las protagonistas. Jules (Hunter Schafer) es la joven trans que se entrega a la libertad de construir una nueva vida, mientras que Rue no ve un futuro posible para ella. Los primeros planos y las expresiones de Zendaya a lo largo del episodio perfilan la segunda temporada y abren nuevos interrogantes.
Más allá de los excesos de Euphoria, lo que tiene de interesante la serie es el retrato del tránsito de una generación con los padecimientos propios de una época de hiperestímulos, pero también con los éxitos y desafíos que trae la conquista de nuevas libertades. Y en esta entrega, el zarpazo es más profundo desde la calma.
Ali le recuerda a Rue la importancia de encontrar la belleza, ya sea manteniendo la curiosidad despierta, escuchando a Otis Redding cantar “Try a Little Tenderness”, o en la conexión de un encuentro entre dos personas en un bar casi desierto. Incluso cuando esto sea en un mundo caótico en el que a veces cuesta encontrar sentido.