¿Quién no tiene el celular lleno de notas o de audios en los que guarda ideas, pensamientos, reflexiones, cosas que tiene que hacer? Las ideas es la última obra de Federico León y trata básicamente sobre esto. Dos amigos artistas se juntan a crear una obra de teatro sobre una mesa de ping-pong. Y el clásico brainstorming se transforma en un partido de ideas que se tiran y anotan puntos como una pelota. Ideas que se van poniendo en práctica sobre la marcha, se van filmando, probando, van tomando forma. Este es el punto de partida del último espectáculo de Federico León, quien ya tiene varias obras en su trayectoria, entre ellas Las Multitudes, que llamó la atención por la cantidad de actores involucrados en la puesta.
Entre todas las ideas que se muestran, podría decirse que la principal, o al menos la elegida para que le de forma a la obra, es la de mostrar el propio proceso creativo. Como un círculo de moebius: la obra está compuesta por fragmentos de cómo ésta fue creada. El perro finalmente se muerde la cola.
Pero ¿realmente el perro se muerde la cola? Siguiendo esta línea, los protagonistas se preguntan sobre el estatuto de verdad de lo que sucede en la función. Las dudas sobre la veracidad de lo que acontece se expanden como neurótico en pleno brote obsesivo. ¿Es real lo que está pasando? El público asiste a diversos juegos y experimentos que se ponen en práctica en esta particular forma de cruzar ficción y realidad llamada teatro. Desde romper un billete hasta oler a marihuana. ¿Cómo comprobar que lo que sucede efectivamente sucede? ¿Existirá acaso la maquinita de billetes falsos pero para el teatro? Con que sea verosímil el argumento de la historia que tendría que estar representándose en una obra, ¿alcanza? Las ideas pone en escena infinidad de juegos en torno a esta duda, que prolifera y se expande. Pregunta-virus que busca infectar y conmover el campo teatral, acosado por cierto letargo representacional en los últimos tiempos.
Acaso lo más verdadero de la obra no sea lo verosímil de la historia ni la referencia a la veracidad de los hechos que representaría. Una hipótesis de lectura es que lo más verdadero tal vez sea lo que la obra hace: su performatividad, su arte, su forma específica de vincularse con el público, de tratar los temas que elige.
Y en esto sí que Las ideas hace de las suyas. “Dos amigos flasheando lindo” bien podría ser el título de la obra, en la que más que haber un tratado sobre las ideas, estas parecieran ser un portal para que la exploración artística tenga lugar. Federico León y su equipo se zambullen en las ideas de una forma contemporáneamente bella y divertida: videos de YouTube, ensayos con cámaras, niveles de realidad y virtualidad, experimentos musicales, son parte de los juegos en los que el espectador también se sumerge y despega de la realidad para compartir un momento artístico con los actores. Eso, desde mi perspectiva, es lo más real de la obra.