Entrevista a Marcos Perearnau y Matías Luque, directores de Libretto, una editorial independiente que publica textos teatrales de autores y directores contemporáneos muchas veces marginados por las editoriales y desconocidos por el público.
Entre algunos de los títulos publicados figuran Hijas de Bárbara Molinari, Estomba de Mario Ortiz, Pensamiento, Cantidad Necesaria de Mariana Oberztern, Los Cosos de Paula Baró, Menem Actor y Más de Uno del propio Marcos Perearnau.
Actualmente trabajan en la edición de otros títulos que incluyen un texto de Alberto Ajaka y la edición de la Ley Meca sobre las habilitaciones de salas y espacio culturales.
Julia Laurent (JL): ¿Por qué Libretto?
Marcos Perarnau (MP): Nosotros tenemos la idea de que no existe el libro teatral. Es decir, ningún texto teatral abandona su condición de libreto, jamás. Aún cuando sea publicado en la forma libro, nunca llega a ser un libro. Trágico y cómico ¿no? Son recopilaciones de obras, o una obra larga y alcanza así la cantidad de páginas que se necesitan para hacer un lomo, fenómeno, pero no satisfacen la idea de libro. Las obras de Shakespeare nunca llegan a ser un libro. Eso para nosotros no es malo, o un defecto. Todo lo contrario, esos textos tienen una potencia increíble porque en su carácter provisorio y su señalamiento constante hacia algo que está afuera del texto, destituyen la idea de libro. Es buenísimo. Es muy perverso el texto teatral, lo ponés en un libro, y se burla de él de principio a fin.
JL:¿Cómo surge la idea de editar textos de teatro?
Matias Luque (ML): Surge de las ganas de hacer. Con Marcos nos conocíamos y sabíamos lo que cada uno estaba haciendo. Yo vengo trabajando en la edición con otra editorial, China editora, y ese es mi aporte a Libretto. El de Marcos es la conexión con los textos, los autores. La idea principal es dar a conocer los nuevos dramaturgos y dramaturgas, alumbrar lo que está pasando y algunas obras que pasaron y siguen pasando. O sea, que nos parece que no pasaron del todo.
MP: Claro, a veces una obra baja de cartel, pero ese texto sigue teniendo cosas para decir y complicando al resto de las obras. Trajo un problema a la escena.
ML: Hasta también lo que queremos que pase, por ejemplo la Ley Meca sobre las habilitaciones de salas y espacio culturales. Tenemos idea de publicar el texto de la Ley comentada por uno de los abogados culturales que vienen trabajando en eso, que todavía no está sancionada.
JL: ¿Qué tipo de obras se editan? ¿Cuál es el criterio de selección?
MP: Un libreto no es otra cosa que el testimonio de una variación ¿no? Nosotros como editorial deberíamos ser quizás sólo eso, el testimonio de una variación del teatro en ésta época. Además, su existencia precaria viste, vuelve al libreto muy permeable a cualquier afuera. Las páginas de un libreto son casi una invitación ineludible a manchas de mate o café, números de teléfonos. Publicamos esas manchas de café, que son los textos que muestran lo que está pasando en la escena contemporánea. Autores que vienen trabajando en una obra que nos parece interesante llevar al papel y ponerlo en conexión con otras series. También textos marginales, para los cuales el teatro les sirve de soporte. Como, por ejemplo, el libro Las Armas, que son monólogos de armas en primera persona escrito por presos de la Unidad 48 de José León Suarez y policías de San Martín. Ese diálogo entre armas de policías y presos lo pudo el teatro. Es muy fuerte y estamos orgullosos de eso. El teatro puede eso también. Publicamos textos que salen a buscar a la mejor literatura contemporánea, como es el caso del genial poeta bahiense Mario Ortiz y su obra Estomba. Porque nos parece importante que el teatro esté a la escucha de lo que está pasando en literatura. En la literatura de hoy, y en a que debería estar escribiéndose pasado mañana.
JL: ¿Cómo evalúas la dramaturgia en la actualidad? ¿Cómo es hoy el proceso de escritura de textos teatrales?
ML: Si vas a una FLIA (Feria del Libro Independiente), una feria que nace post 2001, vas a ver que hay cuadras de libros acostados en mesas. La mayoría de lo que está ahí publicado es poesía, y narrativa. Casi no hay teatro. Muchas veces con Marcos charlamos este asunto. ¿Por qué pasa eso?
MP: Hablábamos recién del cruce entre teatro y literatura, que es para la escritura teatral una referencia un poco obligada. Pero fijate que el problema que tiene el teatro es que lamentablemente no tiene como referencia a la literatura de hoy, sino a la que ya está canonizada. La literatura entra al teatro en general cuando ya pasó. Tenemos que estar más atentos. Veo obras de autores contemporáneos que parece que acaban de descubrir a Osvaldo Lamborghini ponele, o a Zelarrayán, o el revival de la gauchesca.
Creo que el texto teatral viene así. Antes del ochenta era autoridad, después fue destituido y bastardeado por una idea de teatro que –hoy ya es vieja y sin embargo es canónica- que le da la soberanía al actor y fetichiza la improvisación. El único que goza con esto, es un director que no es buen dramaturgo y quiere actuar todo el tiempo fuera de escena. Eso no sirve. Después hubo en los noventas una excelente renovación del texto teatral, que se animó a introducir elementos de literaturas europeas (curiosamente, el romanticismo alemán) con experimentación en el campo de títeres. Y a comienzos del dos mil es novedosa y pasajera, la incorporación de las ficciones del yo intentando reconstruir el relato nacional fragmentado. Últimamente es interesante la importación de técnicas y procedimientos cinematográficos a través de cineastas que cruzaron al teatro. Y del teatro al cine y la televisión. Eso nos permite revisar los soportes, trabajar partiendo de la idea de montaje que es superadora de la improvisación, y salir del edificio teatro. Hay un intento de poder hacer a hablar a sujetos sociales como las multitudes, los grupos, y abandonar el drama de familia burgués con el que –si uno tiene ojo empresario- hasta es capaz de construirse un teatro en Boedo. Y veo en los más jóvenes una línea dramatúrgica interesante que está elaborando un nuevo simbolismo (onda Maeterlinck) y otros trabajando textos, desenlazados de la construcción de personajes o historias, que intentan ofrecer un soporte dramatúrgico a experiencias escénicas y no sólo escénicas que ensayan nuevas sociedades.
JL: ¿Cómo es el vínculo entre los dramaturgos independientes y las editoriales?
ML: Hay algunas editoriales pequeñas que vienen trabajando muy bien. Un ejemplo de esto es Libros Drama, que toma muy piolamente de Spiral Jetty -otra editorial independiente- una edición casera y publica muy buenos títulos. También hay otras más grandes que aportan textos teatrales importantes como son las colecciones de Colihue y Losada dirigidas las dos por Jorge Dubatti, la colección de Adriana Hidalgo a cargo de Fabián Lebenglick, la de Argentores, la de dramaturgia contemporánea que sacó hace unos años Entropía, las del Rojas, y ahora aparecieron dos compilaciones de dramaturgos nuevos. Una de ellas que salió en Interzona, curiosamente a cargo de un pariente de veinticinco años de Dubatti, que también armó un ciclo donde curiosamente presidía todas las mesas. Es una pena que el criterio de selección no está hecho a partir de las ideas que traen esas obras –que no estoy seguro si traen alguna novedad dramatúrgica-, sino de algo más, caprichoso por así decir. Un crítico que quiere legitimarse canonizando una nueva generación. A nosotros nos interesa otro tipo de circulación de textos, con maniobras de legitimación menos explícitas y atendiendo otras cuestiones.
JL: ¿Cuáles son los próximos títulos que tienen pensado publicar?
ML: Vamos a empezar con 3 obras. Soñar despierto es la realidad, de Mariana de la Mata.
MP: Es una obra que trabaja el mundo de fantasías de una adolescente. La obra es un gran acierto porque se anima a atravesar esa fantasía y sostener ese mundo fantástico en el teatro. Teatro fantástico. Nos gustó mucho eso.
ML: También vamos a publicar una obra de Alberto Ajaka, que tiene un nombre largo, y se estrenó el año pasado en el Rojas. Se llama “El director, la obra, los actores y el amor”.
MP: Nos pareció muy interesante esta obra particularmente en la obra de Ajaka, porque rompe con la representación, y se anima a mostrar los materiales en proceso de elaboración, raspados por sus preguntas, y sobre todo, asumir una primera persona con ciertas reminiscencias de Hojas de hierba de Walt Whitman, que permite ver más y mejor la afirmación que sostiene su teatro. Y vamos a publicar una obra de Ariel Farace que estrenó en el Teatro Sarmiento, que quizás la vieron, “Ulises no sabe contar” se llama. Vale la pena atenderla porque la acción que pone en escena es la de “contar”. Lógicamente la exigencia de contar deviene en un viaje de conocimiento y una epopeya actual que realiza el mismo Ulises. Pero lo que tiene de particular la obra es, bueno, el modo de contar, es decir, cómo va elaborando una narración a través de muchos procedimientos de teatro contemporáneo utilizados de una manera hábil y fresca.
Librerías donde encontrar Librettos:
– Alamut Libros (Borges 1985 – Palermo Soho)
– Librería Mi Casa (Villa Crespo)
– Salort (Hall del Teatro San Martín)
– Teatro El Extranjero (Valentín Gomez 3378 – Abasto)
– Librería Vive Leyendo, antigua Fray Mocho (Sarmiento 1832)
Precio de cada ejemplar $40