Con 20 años de trayectoria y algunos hitos que cualquier grupo novel desearía cargar sobre sus hombros (abrir el debut de Arctic Monkeys en Argentina, por citar apenas uno), el entonces quinteto dio un giro impensado al agregar el “3000” a su nombre histórico. ¿La razón? La salida del proyecto de Julio César Crivelli, cantante y uno de los compositores principales de la banda desde sus inicios en 2001.
No obstante, lejos de que eso haya implosionado los cimientos de un nombre fundamental a la hora de analizar el crecimiento del rock y el pop argentinos en las últimas dos décadas, el cierre de esa etapa significó la posibilidad de abrir una nueva. Y eso es lo que hicieron Agustín Pardo, Mariano Repetto, Ignacio Valdez y Federico Wiske.
“A la banda le pusimos Bicicletas por Bicicleta 2000, un ácido que salió ese año. Le pusimos ese nombre en honor a Hofmann, el que encontró la fórmula química del LSD. Como venimos haciendo un upgrade con la banda le pusimos 3000”, le decía Wiske –guitarrista y cantante- a Indie Hoy en septiembre, luego de que el grupo editara su primer álbum en tres años y el sexto de su discografía que se inició en 2003 con el fundamental EP Deslízate naranja.
Aunque la ausencia de la voz de Crivelli es notoria, también se hace evidente la capacidad del ahora cuarteto para reinventarse sin perder parte de su esencia alternativa, construida entre guitarras y sintetizadores, influencias británicas, huellas del indie anglosajón canónico y varias pistas de psicodelia y rock con espíritu progresivo de todos los tiempos.
Otro ingrediente fundamental en el cóctel que supone la estética global de Bicicletas (y de esta continuación recargada) tiene que ver con el surrealismo, lo onírico y aquello que va más allá de lo consciente. Eso es precisamente lo que condensa Los transparentes, un retrato de lo que no se ve, el mediometraje presentado por el grupo como parte del ciclo audiovisual curado por IndieFuertes y Niceto Club.
https://youtu.be/kmr-ZfSAU4w
Con un comienzo tan intrigante como cotidiano, los cuatro miembros de la banda aparecen encapuchados e intervenidos digitalmente sobre el vehículo que le da nombre al proyecto. La referencia lisérgica y artística (Los amantes, de René Magritte) se mezcla con “Interludio”, track que corta a la mitad el flamante disco de la banda pero en este caso sirve como introducción para meternos de a poco en el universo íntimo del cuarteto. Es una suerte de telón que se abre para darnos ingreso a la sala en la que la banda toca con sus integrantes distribuidos en forma circular.
Esa dinámica -apuntalada desde una propuesta audiovisual que gira alrededor de los músicos y fija su atención en pequeños detalles de manos, caras e instrumentos- es el principal atractivo de estas versiones que profundizan con creces lo insinuado en los tracks del álbum. Añadiendo el condimento orgánico de una banda que carga con dos décadas de ensayos y shows encima, el grupo muestra toda esa experiencia en un formato que le queda como un traje a medida y que aporta otra vida a esas mismas canciones que se pueden escuchar en Bicicletas3000.
Con una cámara que espía pidiendo permiso, el fluir de los músicos y su interacción queda registrado en una sesión que recorre Bicicletas3000 fuera del orden estipulado en el álbum. Con inserts visuales y también auditivos -que funcionan como separadores y como paréntesis entre las canciones-, se suceden una a una “Mono de Nepal”, “Transparente”, “La daga”, “Clave simple mental suave“, “Ni idea” y “Bipolar”. La lista, ideal para ver las distintas facetas de esta nueva versión de Bicicletas en vivo, destaca la interpretación grupal de las canciones y pone en primer plano a la voz de Wiske, que encuentra su lugar a partir de una original forma de cantar, narrar y decir. No es menor que el también guitarrista consiga hacer olvidar el particular registro rasposo de Crivelli, aunque en este caso el plan sea completamente diferente.
En definitiva, lo que queda expresado en Los transparentes, es el pulso de una banda que se anima al cambio aun después de un largo camino recorrido. Con pulso bailable y psicodélico, y con algunos atisbos que recuerdan la energía de los shows del grupo a mediados de los 2000, el cuarteto exhibe una simbiosis artística que sigue generando frutos tan hermosos como extraños y propone un plan que se asemeja bastante a un concert film de sala de ensayo, pero con elementos que apuestan por la sorpresa antes que por la certeza.
Precisamente, esta impronta tiene que ver con el próximo paso del grupo. Cuando finalice el ciclo on-demand de Los transparentes –disponible hasta el próximo 15 de marzo), llegará el turno de Está saliendo el sol, un mixtape que mostrará el costado más electrónico y experimental de la banda. Según ellos mismos, se trata de “seis canciones instrumentales que coquetean con el lo fi hip hop, el neo soul y el electro ambient, generando un fluir continuo de beats y sampleos”. Lo que está claro es que será una ocasión más para seguir de cerca el impulso creativo de un grupo que solo quiere seguir haciendo música hasta el fin de los tiempos.
Bicicletas3000 presenta Los transparentes, un retrato de lo que no se ve, entradas disponibles a través de Passline.