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    4 claves para escuchar el nuevo disco de Lorde: Virgin

    Tras años de silencio y especulación, la artista neozelandesa regresa con Virgin, un disco íntimo y arriesgado donde explora el dolor, la sexualidad, los vínculos familiares y la reconstrucción personal con crudeza, belleza y sin pedir permiso.
    De Julia Perata01/07/2025
    Portada de Virgin de Lorde.
    Lorde: Virgin (2025, Universal Music Group). Arte de tapa por Heji Shin.

    Era un jueves cualquiera hasta que un video turbulento y desenfocado anunció la resurrección de un astro: Lorde finalmente había vuelto. La noticia desató una ola de teorías sobre cómo sería el nuevo y ansiado proyecto de la neozelandesa. La especulación solo podía construirse a partir de un snippet incluido en ese mismo video de lo que más tarde sería "What Was That", el primer single de Virgin, y algunas apariciones previas de la cantante junto a Charli XCX —su nueva amiga, histórica doppelgänger y coautora del mega hit "Girl, So Confusing", himno de la conciliación que conmovió al mundo.

    Lorde sabe a la perfección que los rituales importan. Por eso, cuando el reloj marcó cuatro años desde su última entrega absoluta de cuerpo y alma en nombre de la música, entendió que era hora de crear otra reliquia. La tradición empezó justo después de la llegada de Pure Heroine (2013) al mundo (sí, Ribs fue escrita y producida por una adolescente explosiva y melancólica), dando pie a nada más y nada menos que Melodrama (2017), otra joya adolescente coacreditada según ella misma al MDMA, su musa de turno.

    Ese segundo proyecto catapultó a Ella Marija Lani Yelich-O'Connor a la fama, cambiando su vida —y la de muchos de nosotros— para siempre. Los registros de esa época son relatados en Solar Power (2021), la oveja negra de su discografía para algunos; una entrada de diario sanadora y cargada de vitamina D para otros. 

    Lorde
    Lorde. Foto: Thistle Brown.

    Lo cierto es que, desde el minuto cero, Lorde adquirió un estatus inamovible: la joven hija de poeta se convirtió de inmediato en un núcleo magnético, capaz de convocar y arrastrar a las personas hasta las ascuas de sus propios precipicios. Virgin propone la caída libre y da acceso al registro de la alquimia de su alma, consecuencia de una búsqueda incansable de pureza.

    Si existiese una máquina del tiempo, ¿Lorde realmente la usaría?

    En 2023, Lorde escribió una de las míticas cartas que hace llegar a los fanáticos de forma esporádica (como si realmente hubiese tirado su celular al agua, como había prometido en Solar Power). En oraciones frontales y crudas, contaba los pormenores de su vida en el anonimato: estaba en Londres, se sentía sola, tenía el corazón roto y anhelaba una máquina del tiempo que la lleve directo al pasado. Es curioso como, en Virgin, describe a ese pasado como un período tortuoso, caótico y, en cierta medida, enloquecedor. 

    En "What Was That", por ejemplo, rememora un amorío caótico —cargado de noches en vilo y los mejores cigarrillos de su vida— al que, desde los 17 años, le dio todo. En la hipnótica e íntima "Shapeshifter", dice haber sido el fuego, el hielo, el premio y la cadena y confiesa que, pasados esos años de metamorfosis, ya no quiere estar sobre el pedestal en el que fue puesta (“Tonight I just wanna fall”, admite, sobre una base mágica y vívida).

    En "If She Could See Me Now", una pieza de synth pop poderosa y agresiva, exorciza a sus demonios en el gimnasio y ruega poder ver a su yo del pasado, la que la convirtió en mujer gracias a haber sobrevivido al dolor. En "David", con una vulnerabilidad desorbitante, identifica los patrones de dominación a los que fue sometida y, arremetida, se pregunta si alguna vez va a poder volver a amar. Pero, también, habla sobre ella misma con palabras sagradas: “Pure heroine mistaken for featherweight”. 

    ¿Por qué volver a un pasado cruel y dañino? ¿Para qué quería esa máquina del tiempo? Quizás sea exactamente para eso: demostrar que fue una equivocación interpretar su vulnerabilidad como debilidad y que, en su interior, es la misma chica prodigio de siempre, capaz de nadar en las aguas que hubieran ahogado a tantos otros. 

    El vínculo con su madre: herencia, exigencias y redención

    Lorde escribió alguna vez que era “hija de su madre” y que, en consecuencia, iba a amar hasta el día de su muerte —o, al menos, hasta que alguien llamara a la policía para detenerla. En Virgin, esa figura mística de su madre se despliega y se reformula. Por ejemplo, en "Favourite Daughter", una Lorde escurridiza y explosiva se jacta de ser una excelente actriz, coleccionando medallas para impresionarla y lograr convertirse en la hija favorita que su madre nunca pudo ser.

    En cambio, en "Current Affairs" —una perla explícita, deslumbrante y demoledora en igual medida— esa heroína se desarma: Lorde retoma su rol de hija y busca desesperadamente, que su madre la salve. “My bed is on fire/ Mama, I'm so scared/ Were you ever like this/ Once you went out on the edge?”, pregunta, en un grito ahogado.

    En "Clearblue", una vez sopesada la posibilidad de un embarazo, Lorde habla de la herencia que recibió de su parte: “There's broken blood in me/ It passed through my mother from her mother down to me”. Ese tópico se retoma en "GRWM", donde el pasaje de terrores malditos aparece entre los rasgos con los que se describe: caderas anchas, dientes astillados, labios suaves y, por supuesto, los traumas de su madre.

    El cuerpo, los trastornos y la imagen reflejada

    La leyenda dice que romper un espejo significa someterse a años de mala suerte, pero ¿y si, al final del día, es solo vidrio roto? Esa es la pregunta que Lorde busca responder en la estrepitosamente minimalista "Broken Glass", track bisagra de Virgin. Entre aritmética y desesperación, reconoce haber recaído en trastornos alimenticios que robaron su verano y horas de sueño, la llevaron a mentir y a querer golpear su propio reflejo hasta hacerlo entrar en razón.

    En "Man of the Year", además de declarar sentirse mujer algunos días y hombre otros, se retrotrae a esa época y pregunta: “Who 's gonna love me like this?/ Who could give me lightness?”, entre otros versos preciosos que crecen hasta tensionarse en un final sostenido y vacío. Es nada más y nada menos que un punto de clímax dentro del álbum, donde Lorde abre puertas hacia su exploración del género, la muerte del ego y la búsqueda de su versión más pura y completa. Una vez más, juega con la idea de su reflejo y la percepción —propia y ajena— que la condena.

    La conclusión parece llegar en "If She Could See Me Now", donde, después de recordar sus malos hábitos, decide conceder al mundo el derecho a hablar de ellos: “You can tell them I went crazy/ If that’s what this is, then I guess I'll take it”.

    Erotismo, obsesión y la intensidad de los vínculos

    No hay duda de que los años narrados en Virgin transformaron a Lorde, sobre todo porque ella misma se encarga de recordarlo de forma constante. Dentro de esa transformación, la sexualidad jugó un rol crucial y tan absorbente que, por momentos, parece eclipsar su juicio. “When you're holding a hammer, everything looks like a nail”, sentencia en "Hammer", una oda a la ciudad y la calentura, según ella misma.

    La experimentación carnal urgente que habita sus vínculos (“Don't know if it's love or if it's ovulation”, confiesa) es tan fuerte que logra condensarse en ideas claras, concisas y explícitas. Desde las poderosas declaraciones que lanza en "Current Affairs" —“You tasted my underwear/ I knew we were fucked”— hasta las cuchillas afiladas que deja caer en "Clearblue" —“My hips moving faster, I rode you until I cried”—, todo parece llevar la intimidad a un plano sagrado, distorsionado y fundacional.

    Ese círculo concluye en "David", donde la melancolía se encuentra con el éxtasis hasta alcanzar una catarsis que la redime después de años de opresión. Lo declara sobre una base atmosférica que se infla hasta estallar: ya no pertenece a nadie más que a ella misma.

    Escuchá Virgin de Lorde en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music).

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