Soy gorda desde que tengo memoria y siempre lo sufrí. Lo sufrí cuando me lo decían desconocidxs en la calle (como si no lo supiera), cuando salía a bailar con mis amigas (flaquísimas), cuando mi viejo me insistía en que salga a caminar a pesar de que iba al gimnasio, cuando me sacaba la ropa para coger con alguien.
A quienes no tenemos lo que se denomina una “belleza hegemónica” nos hacen creer que hay cosas que no nos corresponden: ser lindas, disfrutar de nuestra sexualidad, usar determinada ropa y, sobre todo, mostrarnos.
Send nudes es una frase que vemos a menudo en las redes sociales y se refiere a enviar fotos sin ropa o con muy poca. Esas nudes son algo que también parecen no pertenecernos, que si los cuerpos que se muestran son disidentes, no deberían verse.
Siempre digo que el feminismo me salvó y eso incluye, entre otras miles de cosas, a no odiarme por tener el cuerpo que tengo. Hasta hace un par de años no me animaba a usar vestidos cortos o shorts, no importaba si hacía 40 grados. Por eso creo que mostrarse, cuando se tiene un cuerpo contrahegemónico, es un acto político que nos empodera.
Laura Contrera es abogada, profesora de filosofía y activista del movimiento gordx, cree que las nudes pueden ser para muchxs de nosotrxs una forma de desafiar mandatos sobre lo que se supone hermoso y deseable o lo que merece ser representado en relación con el placer corporal y el goce de la sexualidad, pero también desconfía de la retórica del empoderamiento y de la aceptación del cuerpo que se piensa como un acto de valentía individual, por fuera del contexto social.
Nicolás Cuello es profesor de historia de las artes visuales, becario del CONICET y también activista del movimiento gordx. Junto a Laura Contrera escribieron el libro Cuerpos sin patrones y además tienen un taller que hace tiempo lleva esta discusión llamado Hacer la vista gorda. En una columna escrita para Cosecha Roja, también cuestiona el discurso del amor propio ya que considera que es “otra forma de silenciar románticamente el maltrato desigual que experimentan algunos cuerpos más que otros, aplanando obstinadamente la diferencia para comercializar emocionalmente ficciones de igualdad que nunca llegan”.
El año pasado fui al médico a hacerme un control. El doctor que me atendió en todo momento remarcó mi peso y me habló como yo le hablaría a alguien que mata gatitos bebés por las noches. No volví. Por más que trabajemos a diario el empoderamiento y la autoaceptación de nuestros cuerpos, hay algo que no podemos manejar nosotrxs mismxs y es que aún existe el odio y rechazo que tiene gran parte de la sociedad para con los cuerpos disidentes, y no somos inmunes ni tampoco indiferentes al dolor provocado por el maltrato ajeno.
Brenda Mato es modelo plus size y voluntaria en AnyBody Argentina -una ONG que genera conciencia y lucha contra la epidemia del odio corporal- ve a las nudes como un acto de encontrar belleza en esos lugares donde “siempre nos dijeron que no había nada” y también nota que el hecho de mostrar esas imágenes hace que mucha gente se pueda sentir representada por un cuerpo similar al suyo.
Las nudes no tienen que ser siempre para otres, a veces suelo sacarme fotos para observar y entender mi cuerpo, saber qué me gusta de mí, qué no (que me acepte no significa que deba amar TODO mi cuerpo, mis brazos, por ejemplo, no me gustan) y por qué.
Ver estas imágenes en las redes puede ser motivo de orgullo para muchxs. “Me sorprendió la respuesta de la gente en las redes por mis fotos, muchas personas me escribieron para agradecerme por representar un cuerpo no hegemónico, me pone muy contenta recibir mensajes diciéndome que gracias a mí están pudiendo aceptarse tal cual son. Estamos en un momento de la historia en el que ya no hay lugar para un modelo único de cuerpo como muestra de perfección”, dice Delfina Lecointre quien también es modelo plus size.
Pero no todas las respuestas son buenas. Estas nudes, al romper con el modelo normado de belleza, también incomodan y muchas veces esa violencia hacia nosotrxs es disfrazada de preocupación por nuestra salud, aunque quien lo diga ni siquiera nos conozca.
“Cosechan muchísimos comentarios negativos cuando representan cuerpos desafiantes de la típica representación hegemónica hetero-cisexual y capacitista. Por eso insisto en que la circulación de imágenes contrahegemónicas no puede pensarse en el vacío, como un acto de valentía individual, de empoderamiento, como índice de la liberación de los cánones de quien las produce. Si no construimos redes, por ejemplo, para hacer posible la circulación de estas imágenes y la discusión crítica de los presupuestos de la representación habitual y normativa, resulta muy difícil no caer en el desánimo ante el comentario violento o el trolleo”, opina Laura.
El camino del empoderamiento y la autoaceptación después de tantos años de maltrato hacia nuestros cuerpos es, al menos para mí, largo y lento. No hace tanto que entendí que lo que está mal no es mi cuerpo sino este sistema que admite como “correcto” un único modelo, excluyéndonos a muchísimxs. Mostrarnos y apropiarnos de todo eso que nos dijeron que no nos corresponde es una forma de revolución. Por eso seguiré sacándome fotos con poca ropa y usando vestiditos cortos en verano aunque, como dijo Luciana Peker, el único XS que voy a usar en mi vida es el de extra sensible.
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Foto principal: Irushian.
Luciana es @tengogatitos. Periodista. Escribe en Beba. Antes en Revista Chocha.