#SátiraNocturna #01
Cocó @bolchevixen escribió el libro de listas “Diez razones por las cuales usted debe tener este libro” (Llanto de Mudo, 2015). Fue editora de la revista Dadá Mini. Publicó en Anfibia, La Curandera, Ohlalá, Último Round. Hace canciones, escribe en su diario y practica natación.
Les dicen Córdoba y piensan en cuarteto. Son los mismos que cuando les dicen “santafesino” piensan en alfajores.
Hay techno, hay house, hay minimal. Hay deep todo lo otro. Hay bass & drums. Hay bass solo y las puertas de chapa del baño de Casa Babylon tiemblan por el nivel de graves.
Una noche dos chicas de unos 20 años me frenaron para preguntarme si yo era travesti. Era una fiesta retro, quizás lucía un atuendo alusivo. O mi metro ochenta les pareció un indicio. Les dije que a una travesti no vas y le preguntas “¿sos travesti?” y que no, gracias, no lo soy.
Hasta donde supe había techno, había house, había minimal. Había Ojo Bizarro, había La Luna, había Lokitas, había Peekaboo. A veces había DJs hasta el mediodía. A veces eran japoneses, franceses, ingleses y yankees. A veces eran de Córdoba, eran Cristobal Paz, Simbad, DJ Adelgamate, Martín Huergo, Lex Dinamo, Magda. Bailábamos mucho. Sin hablar. Tomábamos Speed con vodka Nikov. Ese vodka no es ruso, es cordobés.
Porque cuando referencian sólo al cuarteto, no saben de la creatividad desplegada frente al placard y en la pista de baile, ni que con la Guille llegamos a poner de moda un peinado. Lo que nosotros no sabíamos era nada sobre garchar, merca y cuarteto. Bailábamos mucho. Sin hablar. Salíamos a fumar al patio y en los lugares que no tenían afuera masticábamos chicle adentro.
La primera vez que tomé extasis fue en una fiesta en Pachá. Hicimos el trayecto Córdoba/Buenos Aires en el 147 a GNC de un ex novio mío. Queríamos ver The Chemical Brothers. Hablamos tanto en el viaje y el auto hacía tanto ruido que llegamos a Corrientes y Florida disfónicos. Recuerdo que hablé de La Gaya Ciencia de Nietzsche y no lo había leído. Entre Armstrong y Rosario frenamos el auto para bajarnos a bailar en la autopista que todavía no estaba terminada. El éxtasis lo tomamos unas 8 horas después de eso y ni siquiera hacía falta. El Nico Escudero, la Baba, el Pandy y yo. Me sentía la chica del video de Modjo.
De Buenos Aires me gusta la pizza que chorrea aceite desde el queso, la cúpula del Congreso y Avenida de Mayo todo el año. Ahora estoy fascinada con una italiana que se llama Giorgia Angiuli y el dúo de franceses Polo & Pan.
El viernes fui a una fiesta al lado de Las Cuartetas que reunía todas esas condiciones. Se llama Club Fantasma.