#SátiraNocturna #06
Cocó @bolchevixen escribió el libro de listas “Diez razones por las cuales usted debe tener este libro” (Llanto de Mudo, 2015). Fue editora de la revista Dadá Mini. Publicó en Anfibia, La Curandera, Ohlalá, Último Round. Hace canciones, escribe en su diario y practica natación.
Cuando algo le gusta, él dice “esto me gusta”. “Me gusta este lugar”, por ejemplo, es el nombre de su última muestra. Fabio Egea es cordobés. Y le gusta Córdoba. Le gusta su barrio, tomarse una cervecita en el patio, sobre todo le gusta pintar. Conocer al Fabio Egea, a mí, me gustó, muchísimo.
Mi hermano Julio me contó que cuando lo escuchó en la radio en una entrevista pensó: “de este huaso ya soy amigo”. Le gustó todo lo que decía. Y Julio sabe de emociones humanas, es doctor en psicología, o está por serlo, tiene mellizos recién nacidos, una hija que se llama Julia como él, le gusta tomarse una cervecita en el patio de su casa en Villa Rivera Indarte.
En el catálogo de la muestra del Fabio, en el Museo Caraffa de Córdoba -“Me gusta este lugar”-, Marzio Pantalone escribe: “Cuando estamos todos en tu casa nos sentimos cómodos”. Se refiere a la casa del Fabio en Barrio Jorge Newbery, a donde se puede ir al kiosco a comprar una soda -el que esta frente a la plaza- y dejar la puerta sin llave por unos minutos. Jorge Newbery es uno de los dandys favoritos de Sergio, el mismo que la prensa se ufana en catalogar como tal: “dandy”. Si le preguntan, él aclara que prefiere el dadaísmo antes que el dandismo.
Fuimos juntos a la casa del Fabio un miércoles. También vinieron mis amigos Laura y Juan, que viven en Madrid, los veo poco y los extraño mucho. Le habíamos propuesto visitarlo el jueves, pero el Fabio los jueves a la noche juega al fútbol con sus amigos.
Sergio fue modelo vivo en los ‘80, cuando tenía 20 años. Posar fue su primer trabajo relacionado con el mundo del arte, incluso antes de la música. En los talleres de pintura que dictaba Marcia Schvartz, ella le pedía que cantara boleros mientras sus alumnos lo pintaban. Esas aulas fueron sus primeras experiencias escénicas, y él cantaba desnudo. Así, desnudo, conoció a quienes luego serían las primeras coristas de su banda Baccarat: Adry, María y Eva Shin.
Con Sergio nos enteramos de lo que hace Fabio cuando un amigo me escribió para contarme que un pintor cordobés había hecho un cuadro de la noche que vio a Sergio en un show en Unquillo, hace dos años. Ese show lo organizó mi hermano Julio con unos amigos más, también psicólogos.
Fabio llegó hasta ahí por recomendación de dos personas distintas de las cuales, según dice, respeta el criterio. En la puerta se enteró que tenía que pagar “por un huaso que ni conocía”, nos reveló esa noche tomando una cervecita en el patio, “siendo que el Paraíso en el Teatro San Martín lo pago a 50 pesos para ver un concierto de violoncello”. Pero el Fabio entró al Lido de Unquillo y cuando volvió a su casa, pintó un cuadro.
Al poco tiempo le ofrecieron la muestra y el Caraffa compró esa pintura que ahora forma parte de la colección permanente del museo. Se llama “La noche que vi a Pángaro”. Oléo sobre tela. 32 x 40 cm. 2017.