Quentin Tarantino ha hablado en muchas oportunidades sobre sus gustos cinematográficos. Como el gran cinéfilo que es, ha recorrido el cine del pasado, el actual y también diversos géneros, aunque sostiene un amor especial por el Nuevo Hollywood. Sin embargo, Tarantino también es un gran admirador del cine de samuráis, del terror y entre sus películas predilectas figuran Tiburón, El exorcista y más.
Lo cierto es que el director estadounidense también tiene algunas preferencias desopilantes, entre ellas la comedia adolescente de 2003, Un viernes de locos. El film dirigido por Mark Waters y protagonizado por Lindsay Lohan y Jamie Lee Curtis retrata la disparatada historia de una madre y una hija que intercambian cuerpos luego de haber comido una galleta de la fortuna y tiene algunas secuencias inolvidables que han cautivado al propio Tarantino.
Una escena que lo fascinó se encuentra cerca del final, cuando Lohan se sube al escenario de La casa del Blues y debe intentar tocar la guitarra. Lo cierto es que quien habita realmente el cuerpo de la joven es su madre, por lo que parece que no logrará presentarse con su banda. Sin embargo, tras bambalinas, el personaje de Curtis la alienta y logra enamorar al público.
Esta escena maravilló a Tarantino y se lo hizo saber al propio director de la película (vía NME): “Una vez, me encontré en una fiesta con Quentin Tarantino, quien me describió detalladamente plano por plano esa secuencia de La casa del Blues. Él remarcó por qué era una escena genial y un final perfecto para la película y yo me quedé pensando: ‘Esto es muy cool’. Tarantino me estaba hablando como un fan“.
Cabe destacar que Un viernes de locos tendrá una secuela y tanto Lohan como Curtis retomarán sus roles.