La lucha de clases es una temática que fue abordada innumerables veces en el cine y desde múltiples perspectivas. El menú pone este tema otra vez sobre la mesa pero desde una visión paródica y anclada en la actualidad. El film cuenta con los roles protagónicos de Anya Taylor-Joy y Ralph Fiennes y está dirigido por Mark Mylod, quien ya ha abordado la comedia en otras oportunidades con títulos como Contando a mis ex (2011) y Un golpe de suerte (2005). Sin embargo, en esta oportunidad apuesta a una cinta con características ligadas al cine de culto actual.
La historia de El menú es simple y, aunque algo absurda, no se presenta -a priori- alejada de la realidad: un reducido grupo de personas desembarca en una isla para disfrutar de una exclusiva cena de pasos a cargo de un renombrado chef. Durante más de cuatro horas, los comensales disfrutarán de comidas conceptuales para seguir reafirmando su pertenencia a una élite. Pero, mientras se desarrolla el evento gastronómico, los clientes -que han pagado más de 1.200 dólares por estar allí-, se darán cuenta que están siendo rehenes de un chef tirano que ha venido a darles una lección moral.
La película de Mylod aborda la fiebre actual por la gastronomía y la moda de los llamados foodies, conocedores gourmet que suelen manifestarse en redes sociales. Los famosos foodies son ridiculizados en esta película coral que reúne a un grupo de personas que parece ser heterogéneo, pero que terminará demostrando que no son todos tan diferentes: un famoso actor en decadencia y su asistente, un joven fanático del mundo gourmet y deseoso de pertenecer a una élite, una crítica de restaurantes, una pareja añejada por las mentiras y un grupo de empresarios que esconden oscuros secretos fiscales.
Este grupo de personas se volverá fundamental para poder desplegar en la trama la idea de superficialidad, la cual será castigada por el chef que busca exponer las miserias de sus exigentes y patéticos comensales. La película no demora en tomar un giro casi fantástico, con muchos elementos del absurdo y una moral que no deja de reinar en ningún momento. La única que hace la diferencia en este grupo es Margot, interpretada por Taylor-Joy, una joven trabajadora sexual que es el contrapunto con el resto, pues ve este mundo de la alta gastronomía como un verdadero circo y se niega a comer.
Luego de varios minutos de imponentes escenas, fabulosas coreografías de cámara y una fotografía gastronómica irresistible, la película empieza a flaquear cuando le plantea al espectador “un mensaje”: el del triunfo de la simpleza frente a la ridiculez de la clase alta. Esto es algo que también forma parte de la reciente Triangle of Sadness, cinta que también habla de las obscenidades de las élites y de la superficialidad de las redes sociales, pero su desarrollo es menos complaciente con el espectador que la fábula de El menú que termina por ser aleccionadora.
El menú es un film que atrapa desde el momento uno y sostiene una media hora de maestría técnica manteniendo al espectador muy atento por la comedia y el grotesco. Sin embargo, con el desarrollo de la trama, tiende poco a poco a convertirse en un thriller bastante predecible y con una estructura que recuerda más a las series que al cine. Allí, su planteo sobre la lucha de clases y la banalidad de la distinción se agota rápidamente como concepto.
El menú está disponible en cines y en Star+.