El día de la bestia es el segundo largometraje de Álex de la Iglesia y uno de los más celebrados de su filmografía. Luego de mostrar su particular visión en Acción mutante, el realizador español redobló la apuesta al hablar del apocalipsis, revueltas sociales, la llegada del anticristo y la locura del fin del milenio. El film cumple 25 años de su estreno y sirve como excusa para revisitar esta comedia ácida, de las más incorrectas del cine español contemporáneo.
Esta película consagró a de la Iglesia como el rey de la comedia negra española y con mucha razón. La historia transcurre en pocas horas: como protagonista tenemos a un cura (Álex Angulo) intentando hacer el mal a toda costa para llegar a contactarse con el anticristo que, según sus estudios, nacerá esa noche. Este antihéroe tendrá dos ayudantes: un inmaduro y sensible fan del death metal (Santiago Segura) a cargo de una tienda de discos, y un ocultista embaucador que tiene un programa de televisión (Armando de Razza). Esta triada conforma el elenco principal, encargado de cometer los crímenes más incorrectos con el objetivo de salvar a la humanidad. Desde vandalismo hasta femicidios, el cura y sus ayudantes hacen todo lo que sea necesario para encontrarse con el hijo del diablo. Pero fracasan una y otra vez.
Para contar esta sátira de películas sobre el diablo, el director echó a mano a recursos como el slapstick, la comedia negra, la incorrección en los diálogos y en la construcción de los personajes… y, por supuesto, la parodia. Con El día de la bestia, el director deja en claro cuál sería su camino estético: un grotesco bastante oscuro que no escatima en críticas socioculturales y que provoca la risa entre la incomodidad y el desacato. Posiblemente, “incorrecta” sea el mejor adjetivo para referirse a esta película y, de paso, a la obra de Álex de la Iglesia. Una de las escenas más memorables del film es la invocación al diablo en el lujoso y estrafalario departamento del ocultista estrella de TV, donde los tres personajes principales beben la sangre de una virgen con LSD y se pegan un buen viaje que los hace terminar colgados del icónico edificio Carrión en Madrid.
Esta es una película que es digna hija de su época: los 90. La televisión era la reina absoluta de lavado de cerebros, las creencias apocalípticas avecinaban el fin de milenio, al mismo tiempo que el resabio de grupos de derecha tomaba las calles y la locura generalizada de un mundo occidental estaba a punto de corromperse por completo. Todo este síntoma de época es lo que narra de la Iglesia en clave de sátira disparatada. Cómo aborda el fin de una era es donde reside su mayor incorrección. Los personajes que elige para representar una sociedad corrompida y desprotegida funcionan a la perfección, incomodando tanto a su público contemporáneo como al actual. Así, El día de la bestia alcanzó el status de un film de culto tanto en los círculos del clase b como en los de la comedia y el cine español en general.