Una Buenos Aires post-apocalíptica, invadida por seres que acceden a través del arte; una guerra entre dos poderosas empresas que involucra el robo de almas mediante máquinas; tres chicas de una banda pop que contraen una extraña enfermedad, lo que las convierte en gorgonas; mundos que emanan horror cósmico, pero que están a su vez situados en Argentina, marcados por el trazo de un dibujo realista y terrorífico de la mano del artista e historietista Salvador Sanz.
Nació en Buenos Aires en 1975 y ya dibujaba desde muy chico. Recuerda haber coloreado historietas en blanco y negro, pero recién conectó con el arte a los 10 años, en un taller de plástica de la escuela. El primer evento en el que se propuso sobresalir con su trabajo fue en un concurso de dibujo en séptimo grado: “Fui muy convencido y lo terminé ganando. Me dieron una reproducción de un pintor”, cuenta Sanz en conversación con Indie Hoy.
Diferentes historietistas, obras y revistas fueron nutriendo su estilo durante su infancia y adolescencia: los artistas franceses Mézières, Enki Bilal o Moebius de la mítica revista Metal Hurlant; El eternauta, números de las revistas Humor, Fierro y Skorpio o las obras de Quique Alcatena y Juan Giménez; y los escritores de ciencia ficción Isaac Asimov, Ray Bradbury, Arthur C. Clarke y Philip K. Dick o el autor de terror Clive Barker. Mientras, ya durante la secundaria, hacía sus propios cómics.

Catzole y la experiencia autogestiva
Desde 1997 hasta 2001 salió uno de los fanzines más recordados de Argentina: Catzole. Fueron 16 números distribuidos y editados de forma independiente que se destacaban por la calidad de diseño, historias e ilustraciones. Fue fundada por Julio Azamor y dirigida por este último, J. J. Rovella, Albert Aprea y el mismo Salvador Sanz. Allí, encontró el lugar para sus primeros relatos.
“La Catzole fue la necesidad de contar historias, de tener una herramienta para mostrarlas. Era un momento en el que se fueron a pique todas las revistas, la Skorpio, Fierro, etc. No había un lugar donde mostrar esas historias que uno quería contar”, cuenta Azamor. Y añade: “Conocí a Salva en la Escuela de la Historieta y cuando se enteró del fanzine me dijo: ‘Yo me quiero sumar’”.
Allí, Sanz se fascinó con el mundo de aquellas flamantes publicaciones independientes de los noventa, surgidas de la más vital necesidad. Se vio sumergido de lleno en la autoedición, en “explotar todas esas posibilidades de comunicar” a través de su historieta. “Y que realmente esté publicada y moverla”, afirma.

En sus páginas se publicaron dos cómics que luego serían los primeros en editarse de forma integral: Desfigurado (2007) y Carnívoro, que años más tarde adoptaría la forma de Esqueleto (2015). En el primero, un joven llamado Darío Estigma participa de una serie de experimentos de percepción, hasta que se ve succionado por una trama que pone en duda la misma realidad. En el segundo, un virus que convierte a las personas en caníbales se contagia solo a través de la carne.
El mismo Quique Alcatena, prolífico ilustrador y dibujante de historietas fundamentales como Acero líquido, Shankar o Hexmoor (y a quien Sanz admira profundamente) se vio cautivado por Catzole y por las historias frescas e inventivas que contenía: “Salvador ya tenía un estilo definido, una dirección y una temática, y te dabas cuenta que había una visión muy personal ya en esos trabajos tempranos”, declara.
El pasaje por la animación
De Catzole surgieron talentos que luego siguieron trabajando en el rubro, muchas veces codo a codo con Sanz. Allí, conoció también al artista y director Ayar Blasco, que junto a Julio Azamor colaboraron con Salvador Sanz en otra de sus facetas. Este sintió la pulsión de experimentar otro formato y otra forma de hacer arte, en la animación.

“Estudié animación, me empecé a obsesionar y veía el futuro en eso. Quise hacer mis propios cortos. Hice El inivisor con Nahuel Rando y Gorgonas con La Secta Edición. Fueron experiencias re lindas pero muy trabajosas, muy arduas. No se puede hacer solo, necesitás un equipo de gente y un presupuesto. Lo encaramos de forma autogestiva, y era complicado, sobre todo hacer algo de mucha calidad”, cuenta Sanz.
El inivisor (2002), está atravesado por una narrativa algo experimental, que conjuga la ciencia ficción y el terror. Una atmósfera opresiva y envolvente en blanco y negro relata la historia de un ser que de alguna forma puede ver a otros que son invisibles al ojo de cualquier otra persona.
Aquella fue la puerta a un proyecto más ambicioso, Gorgonas (2004), en donde un grupo pop de trillizas contrajeron una extraña enfermedad y se convirtieron en criaturas mitológicas, que como Medusa, congelan a cualquiera con tan solo mirarlo. La acción, dinámica y tensa, transcurre (en un sello que determinaría gran parte de su trabajo) en Buenos Aires, en la Facultad de Derecho. Fue un cortometraje ganador de prestigiosos premios y que era emitido de manera frecuente en I-Sat. El año pasado fue proyectado en el evento Hoy Viñetas.

Julio Azamor participó en la obra, animando algunas secuencias, mientras que Ayar Blasco compuso la música. Más tarde, él y Salvador Sanz colaboraron juntos en muchos otros proyectos, hasta que adaptaron un cómic de este último al guion de un largometraje, Lava (2019).
“Salva había escrito el guion de una novela gráfica que quería hacer, Lava. Al final la cajoneó y no la hizo. Yo le pedí que la pase para verla. Trabajamos juntos el guion para la película. La adaptación al cine fue larga, estuvimos bastante tiempo escribiendo, y adaptando el estilo del guion a mi estilo del dibujo”, explica Blasco.
Aquella película fue un éxito que después continuó en Lava 2 (2023), ahora con un guion escrito desde cero por ambos. Recientemente, se proyectó en el prestigioso Festival de Cine de Sitges y finalizada su circulación por festivales, se proyectará en salas.

A pesar de seguir trabajando en algunos proyectos más de animación, Sanz decidió regresar al mundo en el que más se sentía cómodo: el cómic. “Resultaba más íntimo porque lo podía hacer yo solo, económicamente es más redituable, tenés más control de tu obra. Necesité volver a la historieta y dio sus resultados. Desde ese día que no lo volví a abandonar”, afirma.
Una obra en constante expansión
La revista Fierro que tanto marcó al artista en su infancia, fue el escenario de algunas de sus más grandes obras en su nueva etapa de publicación. Allí salieron Nocturno (2009), Angela della Morte (2012) y Esqueleto (2015), que tomó como base de partida a Carnívoro, publicada en Catzole, pero que pasó por un proceso de pulido, renovación y actualización hasta adquirir la forma de esa nueva historieta.
Los cómics de Sanz tienen en común la presencia del terror, muchas veces combinado con la ciencia ficción, los espacios locales y personajes que de alguna forma se conectan con otro plano de realidad. “El registro gráfico de Salva es realista. Lo que hace aún más impactante cuando representa horrores que no son de este mundo. Los hace tangibles, impresionantes. Y como narrador me gusta mucho porque hace convivir lo humano con lo que es totalmente diferente, con lo horrible. Es un maestro del terror”, afirma Alcatena.

En 2006 se publicaría una de sus historietas más icónicas: Legión. En aquel momento, la editorial Ivrea, conocida más que nada por la edición de mangas, apostó a realizar proyectos nacionales. Sanz se acercó con una propuesta.
“Quería hacer un cómic de horror ambientado acá, influenciado por Lovecraft. Recuerdo que alguien me había regalado un flyer de la banda de death metal The Inside que decía “Somos Legión”. Me impactó mucho. En mi cabeza vi un ejército, una legión que venía a invadir. Tuvo que ver esa palabra y muchos conceptos relacionados con el arte que se fueron mezclando en la cabeza”, cuenta Sanz.
En Legión, tres artes, una pintura, una escultura y una melodía, abren la puerta para que entidades de otro mundo ingresen al nuestro. El cómic tiene una narrativa anclada en el horror cósmico, ubicada en Buenos Aires como en El eternauta y con un manejo de los colores y del dibujo orientados a explotar al máximo los recursos del cómic para contar una breve pero contundente historia.

Y así como en el cómic, en su obra también confluyen distintas artes: el cine que tanto bebió y hasta practicó en forma de cortometrajes de animación, así como la música que escucha de manera recurrente. “A mí me interesa mucho pensar la historieta como un relato audiovisual. Es un lenguaje diferente, pero se chocan en muchas cosas. Es algo que me resulta familiar. Y la música siempre me acompañó, me ayuda a dar imágenes”, dice Sanz.
En ese sentido, no es una casualidad su rol en el diseño de producción de otras películas. Estuvo en la producción de Necronomicon, y más tarde, Cristian Ponce, creador de la La frecuencia Kirlian y director de Historia de lo oculto, realizó en el 2024 Abrazo de madre, una multipremiada obra de terror situada en Brasil. La criatura principal de la película fue diseñada por el mismo Sanz.
En Mega (2020-2024), su última obra, cuyo tomo final fue publicado a fin del año pasado, se entremezcla aquel estilo atravesado por lo audiovisual y por el horror cósmico, pero esta vez influenciado también por el manga, en el subgénero de los kaijus. Un chico en posesión de extraños artefactos empieza a invocar a gigantescas criaturas que se despiertan en la profundidad de la tierra y que comienzan a destrozar ciudades.

“El estilo en Desfigurado es mucho más crudo, con esa textura violenta, con esas angulaciones con ojo de pez. Después, en Angela della Morte, pule el estilo, en donde se vuelve más profesional, siempre respetando la forma narrativa. Ya con Mega, empieza a probar con esos monstruos gigantes. Es un maestro del terror. Creo que está dejando y va a dejar una huella”, enfatiza Azamor.
Recientemente su obra llegó a Metal Hurlant, la revista que compraba de chico y que fue fundada por artistas que admiró desde pequeño. Allí tiene planificadas varias historias, mientras que también cuenta con un artbook casi finalizado que será publicado en cualquier momento.
La obra de Sanz sigue en constante expansión, cubriendo tapas de libros y siendo editada en numerosos países. En cada convención su stand se llena de fans, que acuden a él en busca de firmas. Sus historias y monstruos se fueron insertando en la consciencia popular comiquera hasta formar parte esencial de ella. O, como escribe Quique Alcatena en el prólogo de Legión, “Salvador está entre esos artistas que han rasgado el velo y roto el sello. No quiero extenderme sobre la destreza de su técnica, la maestría de su dibujo: las imágenes (…) hablan por sí solas”.