¿Qué sabemos sobre las brujas? Que etimológicamente la palabra bruja remite a una “mujer sabia”; que fueron material tanto histórico como ficcional a lo largo de los siglos; que en Europa entre la Edad Media y el Siglo XVI fueron juzgadas alrededor de 50.000 personas por brujería; que unos siglos más tarde fueron homenajeadas por Goya en una serie de increíbles obras pictóricas; que su historia de persecuciones sirve para reflexionar desde una perspectiva de género e invita a pensar cuestiones de nuestro propio entorno. Que, como personajes, pueden funcionar motorizando gestas románticas o alegorizar sobre injusticias.
A través de Barro Editora y Clan de Fomento, el historietista Patricio Oliver acaba de publicar Aquelarres, una novela gráfica sobre varios grupos de brujas que irrumpen en una Buenos Aires violenta, estigmatizante, totalitaria. Una Buenos Aires imaginaria pero espejada en la real. En diálogo con Indie Hoy, el autor cuenta: “Crear una historieta que ocurra en la ciudad donde me crié me pone cara a cara con la complejidad de poder transmitir lo que me interesa mostrar de ella. Es un recorte y lejos está de ser una versión hiperrealista. En esa lógica siempre me llamaron las distintas representaciones de la magia, tanto en literatura, historia, cine, historietas. Por otro lado, hay un componente racional intrínseco en el ADN de esta ciudad, desde su preponderante presencia psicoanalítica a un fuerte sobreanálisis de todos los temas hasta desmenuzarlos al máximo. En ese imaginario, me interesaba la idea de una ciudad desprovista de toda magia local, y por ende sin ningún aquelarre viviendo en ella”.
La historieta opta por un relato coral donde diferentes personajes tienen protagonismo y esto evita que la identificación repose sobre la pregnancia totalizadora de un solo protagonista. Hay un trasfondo tanto narrativo como ideológico detrás de esta decisión, como en ese cine de actantes colectivos de la vanguardia soviética que intentaba desbalancear la mitificación individualista de los personajes creados por el Star System hollywoodense. Patricio Oliver lo explica así: “Cuando decimos aquelarre, estamos hablando de algo grupal y que tiene lazos que transcurre en la noche de manera oculta, clandestina. Eso automáticamente resonó con los temas que me gustan interpretar en mis historietas. Me resulta difícil no escribir desde la comunidad, desde la experiencia colectiva que arma una historia conjunta que se preserva desde el recuerdo recolectado de varias vivencias en conjunto. A veces eso me hace crear de manera efervescente personajes, lo cual implica comprender de qué forma cada uno preserva su singularidad en medio de esa multitud”.
Luciano Vecchio es un artista argentino que trabaja para Marvel y DC. Es un referente LGBTIQ+ dentro de la industria del comic y autor de la revolucionaria historieta de superhéroes titulada Sereno. Además de amigo, es admirador de la obra de Patricio Oliver, con quien comparte la voluntad de darle una vuelta de tuerca a géneros clásicos como la ciencia ficción y los superhéroes. Sobre la construcción de héroes y heroínas en Aquelarres, Vecchio comenta: “Sus personajes tienen alma. Son complejos y cobran vida de manera orgánica, podemos conocerlos de a poco revelando capas sutiles, acompañando la aventura, siendo un miembro más del aquelarre. Porque la otra marca personal de Patricio es la estructura coral y el protagonismo compartido, la comunidad por sobre el individualismo”.
Cuenta Oliver que de chico leía historietas de superhéroes que se creaban bajo el Comics Code Authority. “Fue una organización que existió desde 1954 hasta principios de la década de 2000 en los Estados Unidos. Fue creada por la Asociación de Editores de Cómics de América, como un sistema de autorregulación para el contenido de los cómics. El propósito principal del CCA era establecer pautas y normas para el contenido de los cómics en un esfuerzo por evitar la censura gubernamental y la regulación estatal. Este código obligaba a los autores a establecer una gimnasia muy interesante a la hora de hablar de temas políticos y sociales. Fue en esa escuela de la historieta que me formé, donde temas como discriminación, consumos problemáticos, violencia intrafamiliar y violencia estatal eran muy corrientes y tratados de diferentes formas”.
En la primera secuencia de Aquelarres, uno de los protagonistas es víctima de un ataque por parte de un grupo de homofóbicos. “Nadie quiere enfermitos como vos en nuestra ciudad” dice uno de los agresores, en el instante previo en que un grupo de brujas sale al rescate y hace justicia. Sutil y agudo, el hecho de que Patricio Oliver trabaje historias de superhéroes o de aventuras, no significa que pase por alto el comentario político o la crítica sobre el presente. Comenta: “Es imposible no ser permeable a la coyuntura. Me interesa que se puedan hacer varias lecturas sobre mis historias, pero claramente existen algunos ejes que hacen eco con el panorama sociopolítico que vivimos que es innegable“.
A pesar de que las obras de Oliver se basen en un mundo ficticio y en una exaltación visual centrada en el color, su contexto de producción siempre tiene en cuenta un presente realista que insiste en tornarse gris y opresivo. Dice: “Las lógicas de poder autoritarias me interpelan, sobre todo cuando se interpolan con las pérdidas de derechos de determinados grupos minoritarios vulnerados que son foco de ataques y violencias. Del mismo modo, las vivencias por fuera de la norma y cómo se construyen encuentros colectivos para reclamar y recuperar derechos, son otros temas recurrentes. La resistencia como mecánica vital contra la imposición sistemática de pensamientos autoritarios meméticos en la sociedad. La historieta de superhéroes desde una visión sociopolítica y con mucha telenovela”.
Además de hacer historietas, Patricio Oliver trabaja como ilustrador y diseñador gráfico, y de cierta manera esas ocupaciones interpelan su labor en la narrativa dibujada. Explica: “Tener formación y práctica profesional de diseñador gráfico me dio instrumentos de composición, color y morfología muy evidentes, pero eso no te da manejo narrativo y soltura en el trazo”. Cuenta además que muchas veces se suele decir que su estilo visual es “re diseño gráfico”. Entonces se pregunta: “¿Qué significa eso? Nunca lo entendí. ¿Que uso una herramienta digital para mis ilustraciones? ¿Que mi dibujo tiene preponderancias de formas geométricas? Es obvio que no puedo apagar al diseñador gráfico cuando hago mis libros, pero ya me considero un historietista con herramientas de diseño gráfico y parte de eso se debe a la búsqueda de estilo que hice con Aquelarres. Hasta me permito tener un trazo más de boceto, menos preciso y duro. Ganar soltura en mi manera de ilustrar y perder un poco de control”.
En Aquelarres, Oliver evidencia un gran trabajo de documentación sobre ocultismo, magia y demás temas afines para construir su mundo. Comenta: “La magia me interpela desde siempre, y de más joven me acerqué a lecturas con un deseo real de entenderla. Lo primero que se me viene a la mente es El martillo de la bruja, o Malleus maleficarum, una monstruosidad en plena inquisición sobre los métodos espantosos utilizados en la caza de brujas por el 1400. Suspiria en sus dos versiones -tanto la de Argento como la de Guadagnino– están entre mis películas preferidas a pesar tener dos abordajes muy diferentes. Ya metido en la creación de Aquelarres, leí Brujería y contracultura gay de Arthur Evans, donde habla del paganismo en resistencia del poder militar, estatal y religioso. Aunque puedo seguir recordando muchas más referencias y fuentes, tengo que hacer pie en la representación de la magia en las historietas que leí toda mi vida. Una magia mucho más relacionada a lo superheroico, donde los conjuros se representan con formas abstractas, dinámicas visuales y plásticas. Siempre sentí afinidad por los mágicos en las historietas. No es sorpresa que ahora decida crear los propios“.
Otra importante referencia de Patricio Oliver fue la serie American Horror Story, que dejaría una anécdota agridulce en su proceso creativo. Al salir la tercera temporada, titulada Coven, el historietista comenzó a crear una serie de fan arts de sus personajes: diseñaba afiches donde se figuraba a cada una de las brujas protagonistas y las iba subiendo a sus redes. Refuerza la historia el autor de Aquelarres: “De golpe me llega un mensaje que en Twitter -yo no usaba Twitter en ese entonces- que la actriz Sarah Paulson había compartido un link a Buzzfeed donde habían salido mis ilustraciones. El mismo día Ryan Murphy, el director de la serie, también los compartió y lo mismo hizo Emma Roberts. Años después salió American Horror Story: Apocalypse donde regresan las brujas, entonces decidí que regresaran mis dibujos. Eso terminó más raro aún. Alguien decidió usar sin mi permiso mis ilustraciones para vender remeras y buzos; y uno de los actores de la serie, Cody Fern, se sacó una foto en su Instagram con el diseño robado. Traté de hacer campaña para que bajen esos diseños y para avisarle a Fern que las ilustraciones eran robadas, pero lo que recibí fue una horda de fans del actor atacándome por Instagram por ‘ensuciar su nombre'”.
Dice nuevamente Luciano Vecchio: “Aquelarres presenta algunas de las principales constantes de la obra de Patricio. Empezando por la construcción de un universo sólido y complejo que lleva la trama tanto como los personajes: hay reglas y lógicas sobre cómo funcionan las cosas que podrían inspirar manuales de magia, hay códigos visuales y estéticos y sistemas de símbolos e iconografías que dan ganas de tatuarse, y una curaduría sensible de vocabulario y lenguaje(s) que completa el encantamiento introduciéndote en esta Buenos Aires distópica pero familiar”.