La memoria tiende a dibujar un mapa que ordena todos los encuentros y desencuentros del pasado en una historia lineal, como si cada paso escondiera una intención, como si cada giro fuera inevitable. Pero en el momento todo es más parecido al caos, a una improvisación guiada solo por la intuición.
La música se encargó de entrelazar las vidas de Guido Moretti y Pablo Bursztyn desde que eran muy chicos. Se conocieron en la primaria, en un taller extracurricular de electrónica en el que enseñaban a soldar circuitos integrados. Ya en la secundaria formaron parte de la banda escolar y a la salida se juntaban religiosamente en salas de ensayo de Belgrano a tratar de tocar temas de King Crimson e Invisible.
“Estudiábamos todo el tiempo, yo era muy obsesivo”, recuerda Guido en conversación con Indie Hoy, quien desde temprana edad adoptó la batería como su instrumento principal. “Había mucha exigencia. Tocar esa música era un desafío, pero también uno de los máximos placeres de la vida”, suma Pablo.
La relación con la computadora también estuvo desde temprano, en forma de softwares para escribir partituras, discografías completas de rock progresivo y jazz descargadas en .mp3, y una fascinación por el software de audio FL Studio. En la adolescencia también conocieron al productor Jorge Chikiar, un entusiasta de utilizar el estudio de grabación como instrumento, y armaron una banda. “Siempre estuvimos haciendo cosas con la compu, siempre -resume Pablo-, pero lo hacíamos de forma lúdica, alternando entre hacer música y jugar al Sim City”.
Después de la secundaria, ambos pasarían tanto tiempo aprendiendo sobre música como buscando esquivar la rigidez de los institutos tradicionales en donde se enseña. Encontraron distintos guías en ese camino; en el caso de Pablo, vio abrirse una puerta cuando descubrió el taller interdisciplinario de Rodrigo Gómez, músico, productor y performer mejor conocido por su Proyecto Gómez Casa.
“Me metí ahí y entré en un flash, que no sé muy bien cómo describir -cuenta-. Gómez tiene un talento musical ridículo, en ese momento tocaba en una banda que se llamaba Open 24 que era más funkera y jazzera. También tenía el trío Gordöloco, que era muy rupturista, improvisaban y hacían un delirio. El taller era de composición, pero desde un lugar súper conceptual y performático. Había una intención de que fuera lo más desapegado posible de cualquier escuela estética, que no tenga que ver con nada. Me abrió mucho la cabeza. Me hizo plantear preguntas que nunca antes me había hecho sobre por qué hago música”.
En el caso de Guido, pasó por distintas instituciones -TECSON, EMBA, UCA, IUNA, CAEMSA- pero, en sus palabras, ninguna suplía lo que estaba buscando. “Cuando entraba, me daba cuenta que nadie me enseñaba lo que yo necesitaba. Eran todos caminos inertes. Quería ser un baterista de elite, ensayaba entre cuatro y seis horas, pero sentía que no se me abrían mucho las puertas”, recuerda.
Fue entonces que comenzó a estudiar con el pianista Gustavo Pires por recomendación de Pablo. “Pires desarrolló un método de enseñanza medio inédito y yo creo que si no fuera por él no sé cuánto habría sido posible -cuenta Pablo-. Las instituciones de orientación musical que existen acá hoy tienen una enorme dependencia del talento innato de quien vaya. Si vos tenés mucho talento y mucha disciplina, capaz le encontrás la vuelta estudiando por esos canales más tradicionales, pero si no, entonces no podés entrar nunca. Y creo que Gus hizo más accesible un conocimiento que de otra manera no hubiera estado a nuestro alcance”.
El primer proyecto serio que tuvieron fue Programa, trío que crearon en 2012 junto a Guido Flichman, a quien también conocían desde el colegio por su temprano interés en experimentar con la electrónica y el ruido. “Guido hacía noise en el secundario, él ya había dado ido y venido muchas veces cuando nosotros estábamos empezando -dice Pablo-. Decíamos en chiste que él agarraba una radio vieja, decía ‘chau, pa, me voy a ensayar’, y se iba a sintonizar interferencia, ese era el ensayo”.
En sus ocho años juntos, Programa publicó tres discos de canciones “complejas”, según ellos, una música electrónica progresiva de beats inestables y diseños sonoros creados a partir de samples. “Ahí dijimos: vamos a ser productores”, recuerda Guido sobre los años en los que él y Pablo comenzaron a producir una larga lista de discos de diversas artistas de la escena local como Natalia Spiner, O.L.I.V.I.A y Juana Rozas, y a trabajar juntos en el primer disco de Vera Spinetta, Terso, publicado en 2020 cuando la banda ya se había separado.
Tanto Pablo y Guido como Vera están acreditados como compositores y productores de las siete canciones de Terso, un disco de sintetizadores difusos como nubes, canciones que parecen armarse y desarmarse, y los delicados versos de la hija menor de la familia Spinetta, quien describió al dúo como sus “almas gemelas”. “Terso fue un trabajo muy de equipo, de ella agarrando lo mejor de nosotros”, reflexiona Guido. “Nació de una coincidencia estética muy auténtica -agrega Pablo-. Coincidíamos en King Crimson y en el deseo de trabajar y trabajar hasta encontrar lo que buscábamos”.
En retrospectiva, Antagonista se siente como el proyecto en que todas las experiencias pasadas de Pablo y Guido se resumen y vuelven a entrelazar; desde su interés en la música electrónica -tanto el IDM de Aphex Twin y Autechre como el trip hop de Tricky y Portishead y sus beats hechos a partir de samples-, hasta su consistente búsqueda por esquivar estructuras y desafiar convenciones.
“Cuando empezamos con Antagonista -cuenta Guido-, yo estaba en una búsqueda muy puntual con el ritmo, y sabía que podía funcionar con su búsqueda. Estoy muy metido en el beatmaking, siento que es lo mejor que puedo dar, o lo que más tengo ganas de hacer en realidad; y Pablo se encarga de los sintes y las armonías. En cierta forma, estamos haciendo lo mismo que hacíamos cuando teníamos 14 años”.
El primer y único disco de Antagonista, el EP de tres temas titulado Poder suave que sacaron en julio de 2024, es un trabajo de electrónica imprevisible, sin ningún momento idéntico al anterior ni al siguiente. Hay agresividad y distorsión -como el sorpresivo primer track del disco, “Pesa”-, pero también un suspenso y una épica similar puede encontrarse en la electrónica más cercana al trance -el segundo track, titulado como el EP, es muestra de esto-, y un halo general de introspección a lo largo del EP -especialmente en el final, “Estocada”-.
“La música electrónica tiene extrañamente mucha apertura -dice Pablo-. Bueno, tiene que haber un bombo en negras, pero si está eso, podés hacer lo que quieras. Como que se ancla en algo que es súper identificable para el oyente y se permite libertades que el resto de los géneros populares no permiten ni por casualidad”.
Antagonista también se convirtió en el primer espacio en mucho tiempo en que Pablo y Guido podían volver a improvisar juntos, sin la construcción barroca de canciones que ostentaban en Programa ni el virtuosismo al que apuntaban en sus proyectos anteriores (no es casual que su compañero de banda, Guido Flichman, también haya optado por un proyecto de techno instrumental y frenético bajo el alias Depuratumba). Sin un cantante, la inercia que parece mover los tracks de Poder suave es el diálogo entre ambos músicos, canalizado en sintetizadores modulares, máquinas de ritmo y samplers.
“La premisa del proyecto es dejar de cuestionarnos tanto todo, es un momento de aceptación”, sintetiza Pablo, y Guido contesta: “Hay un montón de poder en eso, porque en la aceptación total las cosas pasan más allá de lo que uno prevé. Así llegamos a lugares que no llegaríamos de otra manera. Siento que nunca hicimos música sin cuestionarnos tan poco como ahora y yo personalmente necesitaba un espacio así”.
La experiencia de grabar el EP fue lo más lejano a los excesos de pretensión, autoexigencia y disciplina que en el pasado los habían perseguido. Incluso creen que es la primera vez que hacen algo remotamente cercano a música que se puede bailar. “Es braindance”, dicen entre risas, en referencia al subgénero popularizado por el mismo Aphex Twin para describir una electrónica tan estimulante para el cuerpo como para la mente.
“La autoría es totalmente compartida porque las cosas salen del proceso -explica Guido-. Nos juntamos, conectamos todo y empezamos a darle, y hay un momento en que todo encaja, como que nos enganchamos. No es que llevamos ideas predigeridas, es más como capturar ideas que están en el aire. Por ejemplo, el tema ‘Poder suave’ empezó porque él estaba improvisando y yo me puse a grabarlo sin que se dé cuenta, y después sobre eso seguimos improvisando. Son cosas que pasan en vivo y si no las agarrás de repente no están más, se volaron”.
“Improvisar con sintes modulares también te hace tener que contentarte con lo que estás haciendo en el momento -agrega Pablo-, porque no hay manera de replicar lo que estabas tocando y que suene idéntico. Es algo que contrasta con nuestro laburo diario de producir para otra gente. No siempre, pero a veces producir puede ser un enrosque infinito. Entonces me parece que el espacio que hicimos para nosotros mismos es inevitablemente de más liberación. Es una consecuencia psicológica a la vida que tenemos”.
En ese sentido, Antagonista se volvió tanto un refugio como una declaración de principios acerca de los estándares y modas que atraviesan a la escena musical.
“Vivimos en un momento en que se piensa demasiado en cómo debería sonar lo que uno hace para que le vaya bien -señala Guido-. Como si la música tuviese que ser de determinada manera. En mi labor de productor, nunca vi tanta preocupación entre los artistas por sonar de una manera totalmente ajena a su personalidad y búsqueda. A veces veo una crisis de identidad en la música, como si muchos estuviesen más interesados en pertenecer a algo que en hacer algo propio. Yo creo que este proyecto es antagónico a este contexto. Nos juntamos para hacer lo que nos sale y hay algo medio sagrado en eso, en preguntarte: ¿qué es lo que harías si tuvieras que hacer cualquier cosa?”.
La inmediatez que motoriza al proyecto también estuvo detrás de la decisión de debutar con un EP de tres tracks de casi 12 minutos de duración total, apenas una muestra del nuevo lenguaje que el dúo encontró en Antagonista y espera seguir desarrollando. “No porque estuviésemos apurados -concluye Guido-, pero aceptamos que nos podemos juntar muy poco y que por ahora nos da para sacar esto. Creo que si tengo que definirlo es esto: aceptación pura. Aceptación del momento, de lo que es capaz de hacer cada uno, y del tiempo que tenemos para volver a hacer música juntos”.
Escuchá a Antagonista en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).