La zapada es el germen de los Candy Kane. Si bien los integrantes de la banda argentina provienen de distintos lugares, el pegamento que los terminó de unir fue la improvisación cruda. Esto se refleja en su sonido: ruidos meticulosamente ordenados, explosiones lentas y distorsión vertiginosa, que posicionaron al grupo como un destello de psicodelia dentro de la escena nacional.
Uli y Aggi -Ulises Sandoval y Agustina Feller- se conocieron en La Plata por un amigo en común que los matcheó por “sus gustos de música rara”. “Lo más gracioso es que no era nada rara esa música, yo escuchaba Mac DeMarco en la pensión en la que vivía con este amigo porque era lo más ‘friendly’, y a partir de ahí me presentó a Uli”, recuerda con gracia Aggi.
Fue entonces que Aggi, oriunda de Carhué, y Uli, de San Martín de Los Andes, comenzaron a juntarse a hacer ruido. En ese momento, Aggi no tenía conocimientos técnicos de cómo tocar un instrumento pero, al contrario de lo que puede indicar la lógica, eso le sirvió a Uli para crear juntos sin prejuicios.
“He tocado con gente con capacidad y conocimiento para los instrumentos, pero si tenés ganas de hacer música eso no importa y ahí es donde surge algo más genuino y crudo”, declara Uli en conversación con Indie Hoy, mientras que Aggi agrega: “Tenemos mucha inspiración en el sonic boom, de no ser virtuosos pero con dos acordes ponernos a hacer música”.
Su EP debut titulado Clinophobia salió en 2020 y, como era de esperarse, salió de la zapada a partir de ideas disparadoras que cada uno llevó a los ensayos. En esta primera etapa, el sonido de la banda jugaba con la metáfora de un camino de pesadillas psicodélicas hacia la luz. Ese trabajo de cuatro canciones cantadas en inglés fue un soplo de aire fresco para la escena ácida de Buenos Aires, que venía reduciendo el número de bandas existentes por esos años.
En Bandcamp, la plataforma favorita de los Candy, la descripción del EP reza: “Clinophobia habla del miedo irracional a irse a dormir y no volver a despertar, de la ansiedad que corroe nuestros huesos, de las sombras que nos paralizan en la oscuridad y nos llevan a asociar el sueño con una próxima y temprana mortalidad”. Más claroscuro, imposible.
A comienzos de 2021, publicaron su primer y único LP hasta el momento, Burning Candies, a través del sello Arkonte Records. Esta obra condensó todo el camino recorrido por la banda hasta ese momento, encapsulando tanto la experimentación de sus grabaciones caseras como la energía de sus shows en vivo. La zapada se prendió fuego y los Candy Kane ardieron en siete canciones con largos mantras oníricos. Una vez más, las explosiones y los cuelgues lisérgicos de la banda aportaron a un nicho de psicodelia que de a poco dejaba de replegarse.
Luego de algunos cambios entre integrantes, la formación se terminó de estabilizar con Sebastián Bernal, baterista oriundo de Colombia que rápidamente se adaptó a lo que necesitaba la banda y tenía una plena coincidencia con los intereses e influencias musicales de Aggi y Uli.
Anterior a Seba, la fórmula espontánea para armar equipo se repitió a la hora de incorporar a Agustina D’Angelo. En el final de la pandemia, Uli volvió unos meses a su cordillera natal y allí retomó contacto con la que sería la futura bajista de la banda. Agus, tal como Aggi, no tenía conocimientos técnicos en el bajo y tampoco había estado en una banda antes. Ambos se mudaron a Buenos Aires y Agus se ensambló a la banda, primero desde la pandereta y luego desde las cuatro cuerdas. “Aprendí desde la intuición y la jameada, y desde entonces que toco todos los días el bajo”, comenta.
Después de una innumerable cantidad de ensayos, el primer vivo con esta formación fue en 2023 en el escenario de Moscú, en el ciclo “Bendito ruido”. Aggi recuerda ese primer show como un trampolín a sentir esa vertiginosidad y adrenalina que se volverían propias de la banda.
“A partir de ahí comenzamos a tocar siempre, hemos metido dobletes el mismo día en el Conurbano y la Capital, siempre desde la manija de querer tocar en vivo pero también viajar, de conocer gente y bandas que no teníamos en el radar”, cuenta la corista y guitarrista. Los shows en vivo de Candy Kane se convirtieron en experiencias imposibles de repetir; nunca uno se parecerá al otro porque el elemento de la jameada aparece inevitablemente.
El más reciente estreno de la banda salió en junio, un EP de tres canciones bajo el título de Mantra. Ya en el primer tema, “Matarías a tu abuelo por menos“, los Candy demuestran estar más afilados y claros que nunca. Sin abandonar la introspección y la psicodelia, la banda ahora suena abierta y brillante, transitando nuevas velocidades.
El segundo track, “Gauss“, incorpora influencias británicas y rememora esa década de los 90 paralela a la escena sónica en nuestro país. Mientras que las influencias californianas explotan en “Infierno“, el cierre de seis minutos con un sorprendente dejo de arrabalero en la voz de Uli, que le agrega a su canto semi gutural algunas afinaciones más nasales.
Además de una incansable búsqueda en el plano de los sonidos, la banda pone especial hincapié en su propuesta visual, renovando su estética con cada lanzamiento y presentaciones en vivo. Además de contar con diseñadores dentro de la banda, existe un quinto Candy Kane: Zac, su manager, se encarga de las visuales de sus shows y es también el creador del canal VHS Not Dead dedicado a generar y recopilar material fílmico de shows con cámaras VHS.
Estos factores no solo demuestran la madurez de la banda, sino también el resurgir de una sonoridad que había parecido apagarse en la escena nacional. Candy Kane demuestra que el nicho de la música psicodélica está más vivo que nunca. Luego de la pausa, sigue la velocidad y la explosión.
Escuchá a Candy Kane en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).