La música de Gal Go transita por caminos impredecibles. La improvisación y la búsqueda constante son los pilares del proyecto de Ignacio Salvadores, multiinstrumentista argentino radicado en Londres, cuya propuesta fusiona un interés en la experimentación con una profunda carga emocional. Como colaborador cercano del inglés King Krule, su historia es la de un explorador que transita diferentes geografías musicales, permitiendo que cada destino lo transforme y reinvente.
Tras habitar la escena argentina durante años como saxofonista e integrante de la banda Hermanos Mckenzie, su carrera tomó un giro en 2015 cuando se fue de gira por Europa junto a Marina Fages en un proyecto a dúo llamado Galgo & Kiki. Durante seis meses, se movieron en un auto que compraron en Alemania que apenas resistió el viaje. Al regresar a Buenos Aires, se encontró sin hogar y sin otro plan concreto que enfocarse en crear su primer disco solista titulado 2016_A.
Al publicar ese debut en 2016, surgió la idea de probar suerte en Inglaterra, con la intuición que en esa ciudad podría encontrar nuevas oportunidades para su música. “Cuando estuve acá de gira, sentí que realmente podía hacer lo que hago y viajar mucho”, recuerda Ignacio en conversación con Indie Hoy. Gracias a la ciudadanía española que heredó de su abuela, quien había emigrado a Argentina en la década del 30 desde Galicia, decidió aprovechar y trasladarse a Londres.
Sus primeros meses allí tuvieron el mismo “espíritu de movimiento” que había encontrado en Buenos Aires, yendo de un lugar a otro y alquilando cuartos en distintos barrios de la ciudad. Una noche, terminó tocando su saxo bajo un puente en Hackney Marshes, una zona de pantanos, donde descubrió un túnel bajo las vías del tren cuyo eco natural brindaba una acústica muy especial. Decidió que ese sería el espacio en donde practicaría a diario.
Fue en ese lugar donde conoció a personas que serían clave para su permanencia en Londres. Así consiguió que lo invitaran a una performance de cuarteto de saxofones en Springfield Park, y comenzó a darle clases de saxo a un músico local llamado Simon Waters, quien le ofreció alojamiento hasta que lograra estabilizarse. Estas amistades fortuitas le permitieron mantenerse en la capital mientras poco a poco encontraba un lugar para su música en la escena londinense.
En este período de transición, Ignacio decidió contactar a Archy Marshall a través de Facebook. Inspirado profundamente por su disco A New Place 2 Drown (2015), le escribió diciéndole que estaba en la ciudad y le compartió su música. Para su sorpresa, un día Archy le respondió y comenzaron a intercambiar mensajes.
“Le mandé un video mío tocando en el puente y de ahí todo comenzó a concretarse -cuenta-. No había pasado ni un mes desde que llegué a Londres y me invitó a verlo tocar. Así que me fui con el saxo barítono y la bici, y después de su show, nos pusimos a tocar en el mismo escenario del Bermondsey Social Club. Después me invitó al estudio, comenzamos a grabar unas sesiones para The Ooz, y el resto es historia“.
El proceso de grabación del que sería el segundo disco de King Krule fue un tanto surrealista, ya que Ignacio acababa de llegar a Londres y de repente se encontraba grabando con Archy para un proyecto cuyo destino desconocía. En aquel estudio, junto a Marshall y Andy Ramsey, el baterista de Stereolab, se sumergió en la música sin un guion fijo, tocando tanto sobre bases ya estructuradas como sobre otras que carecían de forma definida. Fueron dos días intensos de grabación en los que se entregó al momento.
Después de eso, Ignacio no volvió a ver a Archy por unos meses, tiempo en que asu vida nómada continuó: una relación con una chica argentina lo llevó a reencontrarse en Barcelona, y de ahí comenzó un viaje que se extendió casi dos años. En medio de sus idas y venidas, Archy lo contactó de nuevo, sugiriendo que retomaran el trabajo y ofreciendo su casa para que Ignacio se quedara.
“Creo que fue en diciembre de 2016 -dice-. Me fui justo antes de Navidad a quedarme en la casa de la mamá de Archy, donde él también vivía en ese momento. Ahí empezamos a grabar un montón de temas que luego salieron en Man Alive! y en Space Heavy. También fuimos algunas veces al estudio de Andy Ramsey y seguimos trabajando en algunos temas. Pero, hasta ese momento, no tenía ni idea de lo que iba a pasar después”.
Incluso surgió la idea de formar una nueva banda llamada Hipnotismo con temas que luego serían parte del más reciente disco de King Krule, como “Pink Shell” y muchos otros que no llegaron a ver la luz. Sin embargo, aunque el proyecto era prometedor, él seguía sin tener certeza de hacia dónde lo llevaría.
Luego de otra temporada en el estudio, Ignacio regresó a España sin saber que estaba a punto de recibir una oportunidad inesperada: un mail del manager de Archy invitándolo a tocar en el festival español Primavera Sound. El mensaje fue toda una sorpresa, pero no dudó en aceptar. Viajó nuevamente a Londres, donde ensayaron solo dos veces antes de debutar juntos en el escenario y sellar así un capítulo fundamental en su carrera.
“La verdad es que estaba al borde de las lágrimas, me sentía súper, súper emocionado. Era como si todo se condensara en ese instante -admite Ignacio-. Después, la primera vez que tocamos en Nueva York, recuerdo que fue como un wow gigantesco, estaba viviendo algo que siempre soñé, algo que nunca pensé que sería posible. Todo esto fue parte de una búsqueda personal, de un camino que quise recorrer desde chico, y de repente estaba ahí. A veces fue fácil, otras difícil, pero todo se fue dando de esa manera, dejando atrás la comodidad y por una buena razón”.
Para Ignacio, la música de Gal Go es fruto de lo que sale en el momento, parte una necesidad de expresión pura y espontánea. El mejor ejemplo quizás sea “A deshacer” de su más reciente EP con el mismo nombre, y que describe como “la canción más mágica que compuse en mi vida”.
El track surgió una mañana en su antiguo estudio tocando la guitarra, cuando dejó el micrófono del teléfono grabando y comenzó a improvisar. Eso es lo que se escucha en la grabación final, nada de clips ni preparaciones, solo el momento tal cual fue. Cuando la escuchó después, se sorprendió: todo, desde la letra hasta el ritmo, había fluido de manera natural. En un destello fugaz, le había bajado toda la data de una.
“Para mí es muy importante esa chispa del momento -reflexiona-. Yo no puedo tocar mis propias canciones de manera repetitiva, y ni hablar de aprender la música de otra persona. Lo que me mueve es lo espontáneo, el momento en sí. Creo que es la única forma en la que realmente estoy vivo. Repetir cosas me cuesta muchísimo, incluso repetirme a mí mismo. Por eso, cuando toco, trato de mantener siempre eso vivo, sin que sea algo estructurado”.
En la visión de Ignacio, cuando la música se convierte en una tarea reiterativa, se pierde la pureza y frescura. La esencia está en la incertidumbre, en no saber qué pasará a continuación, en estar totalmente conectado con lo que está sucediendo, sin guiones ni fórmulas fijas. Por eso, todo puede suceder en sus shows, desde usar un micrófono roto hasta cantar sin uno. Lo importante es estar completamente presente en la situación, sin distracciones, ni ataduras.
Entre octubre y noviembre, Gal Go compartió dos adelantos de lo que será próximo EP titulado B Mi Mal y que presentará este fin de semana en Buenos Aires. “1 mancha de vino en tus jeans” y “Gota” destilan esa mezcla de melancolía y experimentación que caracteriza al músico, mientras juega con texturas crudas y voces que parecen surgir de un lugar muy íntimo.
Con cada lanzamiento, ya sea bajo su nombre o como colaborador, Gal Go nos invita a un mundo lleno de capas sonoras y emocionales. Su capacidad para transformar la incertidumbre en música lo posiciona como un creador curioso e inquebrantable, siempre al borde de lo nuevo, con un futuro que promete seguir sorprendiendo.
Escuchá a Gal Go en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).