Si esto fuera una película, en la primera imagen veríamos a Damián, solo en su habitación, sentado frente a la computadora mientras toca su guitarra criolla y canta versos que inventa, diciendo las cosas que siempre quiso escuchar. En el próximo plano, Damián está sobre un escenario junto a un grupo de amigos tocando frente a un público enardecido que colma el lugar y canta esos mismos versos mientras bailan y hacen mosh. ¿Qué pasó en el medio? Rosamonte pasó, el grupo que a menos de un año de su debut en vivo ya es un furor de culto en el under porteño. A poco de haber editado su álbum debut y a días de su presentación oficial, Indie Hoy conversó con ellos acerca de su propuesta y el secreto de su efervescencia.
La historia comienza en 2018, cuando Damián creaba canciones sin destino en su pieza. Cómo eso llegó a convertirse en una banda fue cuestión de conexiones y amistad instantánea. “Primero estuve probando cosas yo solo -recuerda-, después con otras personas que fueron pasando. En 2019 llegó Juan [baterista] y estuvimos ensayando como un año en mi pieza. Después vino la cuarentena y eso complicó todo. Pasaron mil miembros y formaciones pero Juan siempre quedaba. El día de nuestra fecha debut, en enero del 22, tocó también el grupo La Noche y el Día, donde toca Fran [bajista], y donde sigue tocando actualmente”.
Cuando terminó esa fecha, al día siguiente Fran les propuso tocar y la respuesta fue un sí instantáneo. “Justo lo había estado viendo tocar y me encantó cómo lo hacía -continúa Damián-. Ciro [guitarrista] fue a algunas fechas después. Fue a ver a otras bandas, ni sabía quienes éramos nosotros, y le terminó re gustando lo nuestro. Lo invité a subir a tocar un cover esa misma noche, la primera vez que lo vi. Pegamos la mejor y al otro día lo invité a sumarse a Rosamonte”. Respecto al nombre del grupo, Dami confiesa que su origen es entre simple y misterioso: “Una vez con el primer baterista estábamos hablando sobre qué nombre ponerle a la banda y me cayó eso: Rosamonte. Me encantó. Viene completamente del subconsciente. Es un nombre al que le doy miles de significados”.
Los protagonistas de esta historia promedian los 22 años -Ciro, el más joven, tiene 19, y Fran, el mayor, 25-, y en esa frescura, aflicción y energía post adolescente quizás resida una de las claves de su mundo. Acerca de la renovación de la escena independiente y el lugar de Rosamonte en la misma, Ciro admite que “quizás por mi edad, o por simple desconocimiento, recién empecé a ver bandas locales durante 2022. Y me chocó mucho, para bien, ver que había una escena tan diversa y viva de la cual no sabía nada. Yo creo que un causante muy grande fue la pandemia, y que cuando esta empezó a aflojar, fue cuando volvió a explotar y a moverse la escena local”. Damián, el principal compositor del grupo, con 21 años, entiende esto y comparte que “las canciones de Rosamonte hablan mucho sobre experiencias mías, el ser honesto con uno mismo, reconocer los errores que cometés y hacer algo al respecto, la nostalgia del fin de la adolescencia, y sobre hacer las cosas por mí bienestar”.
Si bien su álbum debut, Inevitable, data de octubre de este año, existe un primer registro de Rosamonte en 2019, cuando participaron en un compilado del sitio El Basurero del Emo. “¡Sí! Qué buen recuerdo haber estado ahí – dice Damián-. Ahí colaboramos con una versión de ’17 otoños’ que hice con el primer batero, un audio grabado con el celular donde Rosamonte era guitarra y batería solamente. Después, estuvo la pandemia de por medio y muchas cuestiones personales que retrasaron nuestra salida”.
Damián se refiere a que el debut formal en vivo del grupo -y cuyo registro se encuentra en YouTube– fue en enero del 2022. Tardó en concretarse pero no perdieron el tiempo, ya que a menos de un año de ese show inaugural han logrado hacerse de un lugar en la nueva escena independiente de Buenos Aires. “Estamos muy emocionados y agradecidos totalmente por la repercusión de nuestra música -comenta Fran-, sobre todo debido a que el contenido es muy emocional y es fantástico ver a la gente compenetrada y siendo parte de eso. Es hermoso sentir como fecha tras fecha se va formando un vínculo con la gente y cómo se genera una especie de complicidad para presentar una propuesta llena de energía”.
Este periodo comprendido entre sus inicios, los primeros bocetos, el armado y consolidación de la estructura interna del grupo, las primeras canciones, y el disco, fue tan solo de un par de años, un tiempo en el que el grupo afianzó y construyó su identidad a partir de nuevas influencias (“Bandas como Title Fight y Turnstile fueron más que esenciales” confiesa Dami), búsquedas y gustos que iban adquiriendo. Luego de su demo “Miserere” (editado en el 2019 y hoy eliminado de internet ya que “no era algo que nos representaba”) -que estaba más orientado al midwest emo y el post rock-, decidieron incorporar elementos de dream pop y shoegaze. Esto, más pizcas de math rock y punk pop, termina de dar forma a esta propuesta fresca y dinámica que cada fin de semana puede encontrarse y encajar tan bien en un festi hardcore, una fecha pop alternativo o un recital punk.
“Por un lado, el estilo de la banda recae mucho en la ambigüedad y en el juego entre distintos estilos -opina Ciro-. Y por el otro, nosotros hicimos y seguimos haciendo un esfuerzo consciente en no quedarnos estancados en un solo estilo y en un solo círculo de bandas”. Y acota Juan, su baterista: “Vamos mutando. Las próximas canciones de Rosamonte van a ser realmente una sorpresa”.
Todo este proceso requirió (y requiere) de un trabajo en equipo, una cierta organización donde sus integrantes deciden en conjunto cada paso (“Lo que tratamos como primordial es siempre llegar a algo en lo que estemos todos de acuerdo, de otro modo no hacemos las cosas” comenta Fran). Así se manejan, por ejemplo, con El AntiPop Pop Club, el ciclo de bandas en vivo, exposiciones y feria que suelen organizar y que surgió de una necesidad.
“El ciclo nació de una forma genuina de activar -responde Juan-. Rosamonte salió a los recis con muy pocas bandas amigas, era muy complicado que nos invitaran a tocar, y de ahí salió. Tocar era prioridad y no queríamos esperar a que nos dieran un lugar, pensamos en hacernos uno, y eso ayudó a conocer bandas increíbles como Distante, Rachu Resiliencia, o feriantes como Causa, Hnnytz, Kiminoia. Es más, a Fran y Ciro los conocimos por el AntiPop”.
La aparición de Rosamonte y su suceso coincide con el renovado interés mundial -y nuestro país no es la excepción- por el emocore, una bandera que no dudan en levantar y sentir propia. “Yo estoy muy contento de poder sentirme parte de toda la corriente nueva que está habiendo de emo y sus estilos adyacentes ya que es un género que siempre me gustó -dice Ciro-, y creo que el principal elemento que atrae a muchos es la honestidad que se siente por la crudeza del género. Es muy fácil identificarse cuando se logra esa conexión entre músico y oyente, y creo que la crudeza del género es algo que contribuye mucho a que se logre eso”. Este sentido de pertenencia y conexión se entiende también cuando, al consultarlos sobre artistas locales que sientan afines a su propuesta, Ciro no duda en disparar “Cursi No Muere, Jaime Sin Tierra y Plenamente”.
Rosamonte presentará Inevitable, su primer disco, el domingo 4 de diciembre a las 18 h, en el Oceanario Club Cultural (Remedios Escalada de San Martín 332, CABA) en un show junto a Kuri, Parásito Paraíso, y Hanni Schaft. Se trata de una ocasión ideal para apreciar esa catarsis emo con matices pop, guitarras puntiagudas y ritmo contagioso.
“Por más que en vivo las canciones suenen más enérgicas y rápidas, nunca deja de sonar al disco -comenta Damián- porque la intención cuando lo grabamos fue que tenga esa emoción de hacerlo con toda la energía posible que tengamos”. Damián también explica el nombre del disco: “Inevitable se debe a los sentimientos encontrados en el disco, la melancolía y la nostalgia tienen una gran importancia en él, al igual que la catarsis y las ganas de estar bien. Hay tantas cosas que son inevitables, como esos sentimientos y más cuestiones de la vida, lo importante es qué vas a hacer al respecto con todo eso”.
Si esto volviera a ser una película, los Rosamonte entienden al show presentación del disco como el clímax, el cierre abierto de una primera parte, una celebración de lo hecho hasta el momento y el punto de partida de algo nuevo por venir. En 2023 planean salir a tocar fuera de Buenos Aires, armar AntiPops más grandes, activar merchandising con diseños nuevos y comenzar a componer lo siguiente.
“El 4 de diciembre es nuestra fecha más importante hasta el momento- concluye Juan- no solo por la presentación del álbum, también porque va reflejar todo nuestro esfuerzo en todo este año. Creemos que ese día vamos a ver a todes les amigues que hicimos en el camino, a toda la gente que pudimos enamorar con la música. Estamos armando una presentación muy íntima con escenografía, donde el público se sienta parte del show como si fuera el último”.
Damián, por su parte, comparte su visión de los shows del grupo, dando otro motivo más para no dejarlos pasar: “Rosamonte en vivo es es un vaivén de emociones, es un no-parar de subir con la energía, pero con descansos donde paramos a reflexionar, donde todos nos encontramos y nos damos cuenta que no somos los únicos pasando por ‘x’ situación. Nuestro show siempre es Rosamonte y amigos, es muy importante para nosotros tener un fuerte vínculo con nuestro público y hacerlos parte de esto también”.
Escuchá a Rosamonte en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music)