A comienzos de 2012, Alejandra Ghersi dejó atrás a Nuuro, el nombre con el que había sacado algunos discos y alcanzado cierta popularidad en su Venezuela natal, para presentar Barón libre, el primero de tres EPs que publicaría ese año con su nuevo apodo: Arca. Su sonido tan disruptivo y difícil de catalogar no pasó desapercibido. Antes de publicar su primer LP, Arca ya había producido a artistas como Kanye West y FKA Twigs, cruzando las barreras entre el pop y la música experimental. En sus primeros discos, Xen y Mutant, etapa que llamó su “era muda”, expandió su visión abstracta con complejos collages sonoros, ritmos ciclotímicos y una creatividad infinita para crear canciones con estructuras no tradicionales. En su tercer disco, titulado Arca, dio un giro abrupto y optó por un sonido más concreto en el que predominaban las baladas latinas cargadas de melodrama y coqueteos con un pop más accesible. Casi una década después de su primer EP y con una carrera a cuestas que nunca paró de crecer exponencialmente, Arca presenta su cuarto álbum de estudio: KiCk i.
Para inaugurar esta nueva era, a mediados de febrero Arca publicó @@@@@, un track de una hora que remite a los paisajes sonoros más caóticos y abrasivos de sus primeros discos. El lanzamiento fue acompañado por unas visuales diseñadas por Frederik Heyman que la muestran postrada sobre un auto en un escenario post-apocalíptico, conectada por unos cables que salen de sus seis tetas a una máquina que mantiene con vida su cuerpo, aunque este no sea el único. Según el universo que creó para esta era, ella es la “Diva Experimental”, un ser pluricorporal que viaja por el espacio y usa el formato analógico de la radio FM para escapar de la vigilancia autoritaria de una inteligencia artificial dominante. KiCk i salió cuatro meses después de este single, y se trata del primero de lo que se espera que sea una serie de discos relacionados.
“Nonbinary”, primer single y tema que abre el álbum, le da la espalda a las baladas lentas y melancólicas que predominaron en su disco anterior y, en su lugar, nos da un primer vistazo de esta nueva Arca, más agresiva y dominante. “I do what I wanna do, when I wanna do it”, dice segura y calmada al comienzo del disco. ¿Fue esa su receta –hacer lo que quiere, cuando quiere- para pasar de ser una adolescente venezolana que hacía beats en su cuarto a la Diva Experimental en la que devino? En el video de la canción, aparece apuñalada, embarazada y renacida, para luego discutir consigo misma o, más bien, con otra versión de sí misma. “Speak for yourself, better yet: speak for your self-states” es el mantra con el que termina el tema, un juego de palabras que podría traducirse como: “Hablá por vos mismx, o mejor: hablá por los estados de vos mismx”. Más que nunca, Arca desmenuza el concepto algo vetusto del “yo” y, a la vez que le quita su rigidez atemporal, se libera de sus límites. KiCk i, ecléctico desde el comienzo, encuentra un equilibrio en el caos aparente de la diversidad.
“Time” y “Mequetrefe”, segundo y tercer single, refuerzan esta idea de transformación permanente. Arca se desliza con suavidad de género en género, desde su aproximación al dream pop en “Time”, donde se alienta a sí misma a llevar adelante su transición, hasta el reggaetón pasado por un tamiz hyperpop que convierte a “Mequetrefe” en una de sus canciones más bailables hasta la fecha. Arca ya no tiene más dudas y hace carne el orgullo de las mostras: “Ella no toma taxi, que la vean en las calles, que la vean”, insiste desafiante.
La mayoría de las canciones de KiCk i no superan los tres minutos, y su corta duración hace que el entramado complejo que las compone pueda apreciarse con más facilidad. “Riquiquí” es el mejor ejemplo de esto: es difícil imaginar cómo pueden caber tantas ideas en solo dos minutos y medio sin que el resultado sea un pastiche sonoro. Arca pasa del español al inglés y de la ternura a la violencia en una canción que, en sus distintas formas, viene flotando en su repertorio desde sus primeros años.
“Calor” es una de las excepciones, no solo por su duración sino porque marca una pausa en el ritmo acelerado y bailable que predomina en KiCk i. A la mitad del álbum, esta balada lenta dedicada a Carlos, su pareja y colaborador visual, se complementa con “No queda nada”, la canción final. Ambas remiten al sonido de su disco homónimo, aunque se muestre más segura y relajada en su enamoramiento absoluto. Junto a “Afterwards”, estas son las únicas canciones más tranquilas que hacen que el disco fluya con mayor soltura. Por otra parte, esta es la primera vez en su discografía que Arca decidió colaborar con otras artistas y, para sacarse el gusto, reclutó un talentoso coven conformado por Rosalía, Sophie, Shygirl y Björk.
La relación de Arca con Björk se remonta al 2014, cuando la islandesa escuchó sus primeros EPs y de inmediato la llamó para que produjeran juntas su disco de 2015, Vulnicura. A pesar del momento difícil que estaba pasando por su separación, pocas veces en su carrera Björk se había visto tan entusiasmada musicalmente. Comparó su relación con Arca con la de Joni Mitchell y Jaco Pastorius y, cosa extraña en su discografía, volvió a llamarla para su próximo proyecto, Utopia, disco que compusieron y produjeron juntas en su totalidad. También, según declaró Arca, Björk fue la responsable de que se decidiera a cantar en sus discos. La influencia recíproca es notable, aunque hasta ahora todavía no habían presentado una colaboración oficial. Arca se sorprendió cuando Björk le dijo que por primera vez quería cantar en español. En “Afterwards”, y gracias a las clases de español que le dio Rosalía, Björk le pone voz a un poema de Antonio Machado: “Anoche cuando dormía/Soñé, ¡bendita ilusión!/Que una colmena tenía/Dentro de mi corazón/Y las doradas abejas/Iban fabricando en él/Con las amarguras viejas/Blanca cera y dulce miel”.
Aunque la idea original era hacer una canción junto a Björk y Rosalía, reunirse las tres en un estudio resultó imposible por sus respectivas agendas. De todos modos, el resultado final de cada una por separado es lo suficientemente satisfactorio como para reprochárselo. En “KLK”, Arca y Rosalía apuestan por un reggaetón fuera del canon heterosexual, con dos mujeres a cargo y un sonido futurista y disruptivo. Este último single de KiCk i fue presentado junto a su versión instrumental, en la que puede apreciarse mejor la producción rupturista y los bajos profundos del furruco, instrumento tradicional venezolano que Arca tocaba de adolescente.
“Watch” y “La Chiqui”, sus colaboraciones con Shygirl y Sophie respectivamente, comparten una aproximación más agresiva. La femineidad sumisa que Arca exploró en trabajos anteriores ahora parece haber devenido en nuevas formas de experimentar y desgranar el poder. “Rip the Slit”, tema que tal vez se pierde entre la estridencia de todas las colaboraciones, continúa en esa línea: repeticiones que logran un estado de trance y vocales rápidas y directas armonizan con un sonido cortante que, según ella, será el de KiCk ii.
Es imposible predecir qué nos traerá Arca en el futuro. De la escuela de Björk, es de esas artistas que se sienten cómodas únicamente en un proceso de cambio constante. La transición como estado más que como medio para llegar a un fin es un tema que siempre estuvo asentado en la vida y la obra de Alejandra Ghersi, quien con apenas 30 años se planta como una alternativa moderna a la figura ya gastada de la diva pop.
Arca – KiCk i
2020 – XL Recordings
01. Nonbinary
02. Time
03. Mequetrefe
04. Riquiqui
05. Calor
06. Afterwards
07. Watch
08. KLK
09. Rip The Slit
10. La chíqui
11. Machote
12. No queda nada