Bob Dylan no solo es un amante de la música, sino que también está fuertemente ligado a otros tipos de arte. De hecho, cabe recordar que en 2016, recibió el Premio Nobel de Literatura “por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”.
Conocido es por todos el fanatismo de Robert Allen Zimmerman (nombre real de Dylan) por el arte visual, especialmente ya que algunas de sus obras personales se transformaron en tapas de sus discos de estudio. Sin embargo, para él, hay una obra de arte que destaca por sobre el resto: La persistencia de la memoria, de Salvador Dalí.
Al hablar sobre sus influencias en el mundo de la pintura, Dylan no dudó en señalar el cuadro del pintor español y comentó que “tocó una fibra sensible” en él, además de afirmar que es “una de las obras de arte más poderosas e influyentes del último siglo”.
También conocida como Los relojes blandos o Los relojes derretidos, la reconocida obra del pintor, escultor, grabador, escenógrafo y escritor español, referente del movimiento surrealista del siglo XX, fue hecha en 1931 y se realizó mediante la técnica del óleo sobre un lienzo de 24 x 33 cm.
Las inspiraciones de Dalí para la obra
Acorde a lo que reconoció el propio Dalí, quien tenía tan solo 28 años cuando llevó a cabo su obra, el cuadro tuvo dos inspiraciones: los quesos camembert (“tiernos, extravagantes, solitarios y paranoico-críticos”) y la teoría de la relatividad de Einstein.
La persistencia de la memoria fue exhibida en la primera exposición individual de Dalí en la Galerie Pierre Colle de París, del 3 al 15 de junio de 1931, y en enero del año siguiente en una exposición en la Julien Levy Gallery de Nueva York, Surrealism: Paintings, Drawings and Photographs, mientras que desde 1934 se conserva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).