“¿Cómo voy a evitar caer en el mismo lugar?” se pregunta una y otra vez Aldo Benítez en una de las canciones de su nuevo disco, XIS. La habilidad para no repetirse y para escapar de las convenciones son una constante en la carrera del músico bonaerense. En sus cuatro discos de estudio, Benítez nunca se conformó con una única respuesta a esta pregunta. Su sonido empieza con una interrogante, busca, revuelve y luego avanza hacia la siguiente. Sus canciones se sienten como rastros que va dejando en el camino, no como arribos a un destino final. La experimentación con el pop y la electrónica es lo que mueve a Benítez, más allá de esa motivación no hay ideas prefijadas. En su música nos encontramos con más preguntas que respuestas.
Aldo empezó a trabajar en lo que sería XIS durante el verano de 2018, y en julio de 2019 presentó su primer single, “Por dentro y por fuera”, producido por Roger Delahaye. Con su ritmo esquelético y sintetizadores ambient, este adelanto se distanciaba de la prolijidad pop de las canciones del EP Trío de 2016, lo último que había publicado hasta el momento. “Por dentro y por fuera” sigue una estructura suelta, con sonidos que aparecen, dejan su huella y después se van, como una canción creada a partir de experimentos en el estudio. En el video del tema, creado por el artista visual Gabriel Rud, se ven modelos y figuras 3D que no esperaron a que se complete su renderización y salieron a bailar así, con sus extremidades glitcheadas.
“Por dentro y por fuera” salió como parte de un EP junto a remixes down tempo de Ibiza Pareo y Barda, un cóver desfigurado de Yoto, el instrumental, y una versión a capela. “Me interesaba que la canción tuviera otras vidas posibles. Es adrede que la lista de remixers sea tan ecléctica”, dice Aldo. “Y se me ocurrió poner esas versiones a capela y el instrumental como un gesto retro y un toque cringe. Pero al final ese fue el germen para que XIS sea lo que es. Resulta que a los pocos días de que haya salido el EP, me llegó un mail de Gabriel Lucena en el que me decía que había pasado varias noches dándole forma a un remix de ‘Por dentro y por fuera’ que me adjuntaba. Era una belleza medio épica y gamer que me hizo llorar cuando la oí. Ese fue el puntapié inicial para que hagamos el resto del disco juntos.”
Gabriel, que también es el bajista de Miranda!, masterizó tu primer disco y ofició de productor en el segundo, Tonelada de 2012. ¿Qué cambió en la manera de producir y componer juntos desde entonces?
Creo que la forma de producir o componer no cambió. Sí cambió la manera de fantasear con procesos que quizás yo no manejo de manera rápida y Gabriel, por deformación profesional, sí. Él sabe al toque cómo hacer sonar mi voz como yo quiero según mi proyecto, y propone ejecutando. Somos de hablar muy poco y de tener reuniones breves y con acciones, más que con charla.
¿Qué tanto hay de grabaciones caseras y en estudio de grabación en el disco?
El disco arrancó a partir de proyectos más bien instrumentales que tenía en mi sampler. Así se conformó por ejemplo “PDYPF”, era una jam que tenía armada en la octatrack que luego se transformó en un proyecto de Ableton y ahí empecé a grabar las voces. Esas voces y la de “Los actores” las grabé en la casa de Roger Delahaye, en su homestudio. El resto de los tracks fueron armados más o menos de la misma forma pero a veces sin la intervención de la octatrack. Por ejemplo, “Vos sabías” la programé casi completa en un bar en mi teléfono con el programa Klimper. Casi todo se grabó en nuestras casas, excepto las voces. Es un disco de estudio, digamos.
Tu sampler, la octatrack, fue el principal instrumento que usaste en el disco y también la herramienta para bocetar muchos de los temas. ¿Sentís que te da una facilidad o una libertad que otros instrumentos no?
No sé si tanta libertad… de hecho creo que me acota y eso me hace sentirme libre. Los primeros años lo odié, pero en un momento me di cuenta que estaba produciendo y no capitalizando la producción. Guardaba, me frustraba, guardaba en loop… Recién cuando empecé a combinar la octatrack con Ableton y a usarlo para los shows en vivo empecé a sentirme más cómodo, pero sigue siendo la limitante que implica lo que me inspira para trabajar con ella. Es críptica.
En cierto modo, los remixes del EP de “Por dentro y por fuera” fueron un adelanto de lo que iba a venir en XIS. Lucena y Benítez trabajaron mezclando elementos de distintos géneros musicales y presentándolos en un contexto propio. Está el falso trap de “Vos sabías”, con la participación de Kobra Kei, y el freak candombe con percusiones jazzeras de “No hay que robar zapatos”, un cóver del hit de culto de los 60. También está la balada psicodélica de “En la línea”, junto a Juliana Gattas de Miranda!, el mejor ejemplo de esta síntesis transgénero lograda por Lucena, Benítez y Andy Menutti, el percusionista en vivo de Aldo que también colaboró en la composición del disco. El video del track fue producido durante la cuarentena y los muestra interpretando la canción usando filtros 3D que multiplican sus rostros. “Me guía la idea de usar los géneros musicales a mano para poder hacer otra cosa con ellos”, dice Aldo. “Hay algo propositivo en cada canción, como si fueran un ejercicio. Es algo que me ceba mucho. No me interesaría hacer música de otro modo”.
El mismo nombre del disco alude a este interés por romper con los esquemas de género y forjar una identidad propia. El sonido de XIS no puede ser del todo definido por sus influencias ni sus herramientas de producción, sino por la articulación y transformación de las partes en el proceso. “Creo que la génesis de lo que terminé haciendo en XIS son el disco de remixes que hice de mi debut de 2009, y el disco que hice con Marcelo Fabián en 2011. Más que nada por la idea de trabajar con un sampler que está diseñado para hacer música de baile”.
Tu proyecto une esos dos ámbitos musicales: el de la música de fiestas y el de la música en vivo. Es una distinción vieja, no es para nada así de binario, pero quería saber cómo te inspiran esas dos experiencias, la de ir a fiestas de música electrónica y la de ir a ver bandas en vivo.
Sí, tomo algo de la estética de cada uno de esos mundos sin caer en binarismos, totalmente. Ambas experiencias son básicas en mi cotidiano, ni hablar, o al menos lo eran hasta hace poco. Me crié sonoramente en las pistas de baile, al principio en el Conurbano. Nunca me voy a olvidar el efecto de las luces de la pista sumado a la línea principal de sinte de la canción “The Sign” de Ace of Base sonando en la pista matinée de una disco de Castelar, mi vida nunca volvió a ser igual después de eso. A medida que fui creciendo me interesé en el grunge, empecé a tocar el bajo en bandas, pero nunca dejaba de escuchar Björk y Madonna. Mi vida social y musical empezaba a rumbear por los recitales de Suárez en Cemento. Mantenía correspondencia física con Rosario Bléfari, quien con los años se transformó en mi amiga, aliada y guía musical. Al mismo tiempo conocía a mi primer novio que me llevó a bailar a Ave Porco y luego a K2, cuya pista alternativa “Velvet” fue una especie de segunda escuela. Me atrasé un año en el CBC de mi carrera por reprobar Matemáticas y hubo todo un año que mi vida era estudiar esa materia, trabajar en un McDonald’s en el turno noche en Morón y de ahí volver a mi casa, sacarme el olor a cebolla, producirme y tomarme el tren tipo 5 am para llegar a las 6 am a K2, que era “el” afterhour de los 90. Ahí conocí a mucha gente con la que sigo teniendo relación aún hoy. Luego a principios de los 2000 con mi pareja de ese momento inventamos las fiestas RudaMacho, con las que tomábamos salones barriales de sociedades de fomento y hacíamos fiestas súper modernas y eclécticas, en música y en público. RudaMacho fue formativo para mí, un club portátil híper queer.
XIS es un disco urbano, ¿te parece?
Absolutamente, me atrevería a decir que todos mis discos lo son. Es cuestión de rastrear las letras y la instrumentación.
Hay una canción que se titula “Bulín”, me hace acordar al tango de Aníbal Troilo “El bulín de la calle Ayacucho”…
¡Sí, es un “molde” del tango que decís! Fue un ejercicio que nos dio Rosario Bléfari hace muchos años en un taller. Un “molde” en ese contexto lo entendíamos como un regreso a los espacios memoriales que podían abrir una canción y volver a escribir una nueva en esa revisitación imaginaria. A mí esa experiencia me llevó directamente a mi primera casa cuyo alquiler pagué con mi trabajo, un departamento pequeño compartido con mi pareja de ese entonces en la zona de Tribunales. “El bulín de la calle Talcahuano” estaba tan a mano para todos que los amigos tocaban el timbre a cualquier hora, literal.
XIS está repleto de personajes que recorren la ciudad como si fuese un mapa laberíntico de su propia psiquis. Aldo canta como si pensara en voz alta, dando vueltas a las vacilaciones y respuestas que se hace a sí mismo. Como los infinitos pensamientos y posibilidades que se nos ocurren antes de actuar, lo no dicho parece ser lo más importante de las canciones de XIS.
La apertura del disco, “Por hoy”, comienza con el canto de pájaros, el sonido de algo rebotando o templando, un rasguido de charango desafinado y una voz entrecortada que parece venir de una radio. Se siente como un mensaje de voz o contestador, un monólogo de alguien que no puede entender que su pareja cambió la cerradura de su casa y lo dejó encerrado afuera. “Esa intro surgió en el verano, trabajando en un proyecto de micro-ópera con mi amigo el dramaturgo Franco Calluso”, recuerda Aldo. “Se me ocurrió pedirle que escriba unas líneas de diálogo para la apertura del disco y me mandó ese monólogo que le pedí a Gabriel que interprete. La escritura de Franco estaba en un registro más teatral y Lucena lo terminó de interpretar de una manera increíble a mi gusto. Me gustaba la idea de una escritura colectiva pero como derivada, no integral”.
En “Los actores” hay una operación similar de escritura derivada. Agarrás y deformás el célebre discurso de la actriz María Valenzuela cuando recibió un Martín Fierro y gritó “¡aguante la ficción carajo!”…
Eso tiene que ver con que, en casi todos mis discos, me gusta meterme con la idea de poder expresarme en femenino sin utilizar atributos de esa existencia, algo así como una transliteralidad. En canciones como “Hoy” o “Jueves” del primer disco y también en “8 o 9 cuadras” de Tonelada, canto en femenino sin perder mi voz de hombre. En “Los actores” arranco con la frase “No pariré aunque alguna duda eXISta”, que es de alguna manera una forma de tomar la voz de un cuerpo gestante que no tengo y negarlo en su función en un mismo movimiento.
Andy Menutti, tu percusionista en vivo que también formó parte del proceso compositivo, escribió en Facebook sobre el disco y dijo que XIS “contiene muchas fantasías y entre sueños”. ¿Qué lugar tuvo la ficción y la invención en el disco?
Creo que la canción en sí como género es un hermoso asidero de la ficción. De hecho, “Hereditario” se llama así en honor a la joya cinematográfica de 2018 hecha por el genio de Ari Aster. Yendo ahora al texto espontáneo de Andy, él habla de mindgames y de desplantes porque la verdad es que, como en todo proyecto independiente me atrevería a decir, nuestro trabajo es la música que compartimos, a veces co-gestamos, y ejecutamos en vivo juntos hace ya más de ocho años. Y se mezcla mucho lo profesional con la vida cotidiana, juntarse a comer, prestarse cosas, compartir salidas, “compartir todo”. Eso va creando sus correlatos ficcionales relacionados con los deseos y las vivencias de una misma realidad por, en este caso, dos mentes distintas. Sin la especulación y la ficción no habría sal, no se renovaría el deseo de seguir discutiendo, definiendo y amando lo que hacemos. ¡Nadie se hace millonario con esto! La ganancia va por otro lado.