De ver la luz por la ventana a ahogarse en la bañera, de brillar en el espejo a vomitar en el basurero, de saltar desde la terraza al sótano de su alma, Broke Carrey hace un recorrido emocional en su primer disco, Buenos Aires Motel. Autobiográfico por momentos, delirante y figurativo también, el integrante de la Rip Gang logra excitar y conmover por igual en cuestión de parpadeos.
Se trata de un álbum desbordado de pulsaciones y recovecos existenciales conjugado con ansias experimentales de desbordar géneros populares con un dejo de capricho, otro de nostalgia y, por sobre todo, de una ilusión corrompida pero erguida al pie del cañón. En su obra debut, el artista argentino garabatea su Buenos Aires querido, tan lejos y tan cerca de lo que creemos, en el marco de una desdichada fiesta ardiendo hasta el amanecer jurásico.
Publicado a través del sello Bohemian Groove, el disco se conforma por quince piezas de distintos ecos y vestigios impregnados en texturas absorbentes a primera escucha. Como residentes del Buenos Aires Motel se hacen presente Dillom, Juliana Gattas y Taichu, quienes mimetizan los contrastes emocionales del protagonista mientras desacomodan las expectativas estéticas.
En la búsqueda de un reggaetón argento, Carrey encuentra una amplia variedad de sonoridades funcionales a la hora de reflejar con gracia y sutileza la sudestada musical que borra los límites a viento en popa. Sin pudor, atraviesa por el romanticismo de una bachata acaramelada con “Lo mismo que morir”, hasta desangrarse en penas cuando canta despojado de adornos una balada descorazonadora en “2018”. Al mismo tiempo, coquetea con el frenesí y oscuridad de la electrónica contextualizada en la rebelión generacional del sueño tanguero en “X las dudas“.
“Empezó todo con un sonido y un concepto: querer retratar Buenos Aires ahora, hacer un nuevo retrato de la ciudad que no tenga nada que ver con el tango, ni con lo que pasó antes. Algo nuevo y formar una identidad a partir de eso”, explica el artista en conversación con Indie Hoy acerca del desafío sentimental que conllevó la propuesta.
Detrás de cada puerta, nos encontramos con un montón de personalidades encarnadas en canciones que atrapan, empujan, alteran, divierten o incomodan según quien la escuche. Y mucho menos sin importar quien juzgue, el artista porteño ofrece un diseño arquitectónico de sus propias experiencias ligadas a aventuras, deseos, lágrimas, enojos y reflexiones entorno a una evolución artística y personal sumamente sobrecargada.
¿Cuál fue la premisa en la construcción de Buenos Aires Motel?
Fui narrando la historia casi en presente. Escribí todos los temas en el momento en que estaba atravesando esa situación o un poquito después. La narrativa se fue formando sola, de hecho, el último tema -“Solo”- es uno de los primeros tres que hicimos, pero siempre supimos que era el final. Y al mismo tiempo fue premonitorio, porque después de todas las situaciones que fueron pasando durante el proceso del disco, terminé llegando a la misma conclusión mucho después. Cuando empezamos este disco ya estábamos en Bohemian Groove, pero yo me sentía perdido en la vida, todavía no había encontrado algo con lo que realmente me sienta bien. Además, había terminado con mi primera novia y estaba muy desolado. Yo desde los 15 que quiero vivir de la música y de repente pasaron años y años, y los primeros años no pasó nada. En ese sentimiento de desolación, justo cuando me surge la idea del disco, tengo un punto de quiebre en el que digo “basta de llorar”. Antes de la Rip Gang estuve muy deprimido, estuve encerrado en mi casa como dos años. De repente dije “necesito romper este ciclo, necesito dejar de siempre volver a la melancolía, necesito cambiar, hacer un giro de 180º”. Eso vino con la música y luego en mi forma de vivir. Hay dos facetas opuestas, pero que convivieron en simultáneo. Empecé a meditar y entrenar, y al mismo tiempo empecé a salir de joda con un montón de gente.
En el disco conviven estas dos facetas opuestas y complementarias, está lleno de subidas y bajadas muy profundas. Por ejemplo, en “2018” sale a la luz un Carrey muy visceral con los sentimientos a flor de piel que no tiene pudor en abrir su corazón en una canción minimalista en su instrumentación, pero desgarradora a nivel emocional. ¿Qué nos podés contar acerca de ella?
Es el retrato de un día en específico. Está basado en un martes de 2018, atravesando una depresión muy heavy, momento full oscuro, y momento de escabiar sin parar y fumar una banda de porro bien feo. Por aquel entonces estábamos con [Ill] Quentin pensando en la idea de un colectivo, empezando con lo de la TBB, antes de conocer a Dillom. Recuerdo que ese día estábamos tomando una birra en la plaza al mediodía y me llamaron de un laburo, pero yo estaba tan frustrado por desear hacer música que lo rechacé. Me vuelven a llamar y corté. Borracho, me miré la mano y me pregunté qué estaba haciendo. Ahí toqué fondo, pero me sirvió para darme cuenta que la joda terminó. Vamos a hacerlo o vamos a hacerlo. En ese momento, mi novia que decía que era medio bruja, fue la que me incentivó a meterle con la música porque yo estaba convencido de que no iba a llegar a ningún lado. Y la chabona, así de la nada y sin ninguna prueba, me dice “si vos supieras todo lo que vas a lograr”. Eso me quedó siempre grabado en la cabeza. Es un tema que tiene mucha emoción.
Otro rasgo muy presente es la filosa ironía con la que abordás el reggaetón. El “Bam Skit” se jacta de un “reggaetón limpito”, algo que podemos relacionar con la idea de que buscás darle una vuelta de tuerca al género, ensuciarlo y oscurecerlo, porque en “Compa” nos encontramos con personaje más enojado que divertido. ¿A qué lugares te lleva esta música?
Yo siempre sentí una afinidad con el reggaetón, fue la música que siempre escuché. De hecho, cuando empecé a hacer reggaetón, encontré que me conecta mucho con mi infancia. Porque el que me mostró el género fue mi papá, eso es crazy. Mis viejos siempre estuvieron separados y empiezo a ir a lo de él a los nueve años. Me acuerdo de estar escuchando una playlist de tres horas de reggaeton: Don Omar, Héctor el Father, todo lo que sonaba en el 2008, 2009. Con mi hermano tres veces por semana nos la pasábamos jugando a la pelota en un depto chiquito escuchando la misma música. Por otro lado, mientras estaba haciendo el disco que iba a ser full reggaetón, me di cuenta que también necesitaba conectarme con la esencia. Y ahí fue cuando empecé a salir todas las noches a fiestas de djs de reggaetón, a vivirla. Un día me encontré con que ya éramos la Rip Gang, el alcohol era gratis y teníamos otro tipo de comodidades que también son súper peligrosas porque terminaron desarrollando una especie de adicción que tuve que tratar después. Toda esa gedencia se terminó representando en “Orgániko”, “Tokens” y en otras canciones como “Noespatanto”. “Compa” fue el momento más oscuro de eso. Llegó un momento en que entendí que el alcohol un poco te mata el espíritu. Cuando hice ese tema, siento que era una mala persona.
¿Cómo elegiste colaborar con Taichu en esa canción?
Siempre escuché su voz antes de invitarla. La primera maqueta la hice sampleando a Atahualpa Yupanqui. Era un sábado a la noche y dije “¿qué pasa si hago el reggaetón más lento de la historia?”. Entonces empecé a tirar para atrás y encontré el tempo ese que fue increíble. Quedó así durante más de un año, hasta que lo agarramos con Luisito [La Madrid] cuando nos fuimos a Córdoba a trabajar el disco en enero de 2022. Ahí le metimos otro, sampleamos a Bola de Nieve. Termina el estribillo, queda un espacio vacío, y para mí ahí entró la voz de Taichu. No dudé que esa parte era para ella. Vino al estudio y obviamente la destruyó.
La idea de retratar Buenos Aires sin nada que ver con el tango tiene algo de sarcasmo, considerando que el relato del disco está muy ligado a todo ese imaginario. Desde lo audiovisual hasta la sonoridad de un cierre musical bien nostálgico como es “Solo”. ¿De qué manera te interpela el tango?
Más que el sonido, lo que tomé del tango fue la esencia. Siento que si hay algo que sobrevive del tango es la idea de un género hecho por porteños y que los porteños más o menos seguimos teniendo una línea similar. Todos seguimos siendo emocionales, todos seguimos teniendo esa cosa medio de vivo. Y yo creo que eso es algo que iba más allá del tango, pero que el tango supo personificarlo bien y a mí me sirvió de inspiración. Cuando empezamos a hacer el disco, la idea fue representar Buenos Aires sin tocar tango y sin que aparezca un bandoneón. De repente, apareció en “Orgániko”. Y sucedió algo muy particular con el arreglista de “Solo”. En ese momento lo hicimos con sintes digitales, era impensado contar con una orquesta para grabar como terminamos haciendo. Antonio Boyadjian, quien fue productor del disco de Odd Mami, toca en una orquesta que llama Tanghetto y conoce a todo ese mundillo. Nos armó la banda, consiguió un amigo suyo que es director y nos dijo que él podía hacer los arreglos, pero que uno de sus mejores amigos era uno de los mejores de Argentina, Hernán Ramallo. Nos contó que le mostró el tema y le encantó, ofreció de hacer los arreglos sin que se lo pida. El único problema es que tenía cáncer. Hernán lo quiso hacer igual. Y nos mandó los primeros cuarenta segundos del tema. Después nos dijo por Whatsapp que entraba en quimio, que después seguíamos. Pero nunca salió, falleció. Lo último que hizo en vida fueron esos 40 segundos. Antes, a Tony le había dicho que él quería agregar un bandoneón aunque sabía que no era nuestra idea, pero que él sentía que podía quedar muy increíble. Entonces, en su memoria, agregamos el bandoneón.
En el otro extremo, uno de los picos más rabiosos del disco es “X las dudas”, donde te sumergís en las sombras de una rave frenética. ¿Cuánto tuvo de descarga emocional la creación de esta canción?
Ese tema fue la experiencia más linda de lo que hice. Hay una mitad del disco que hicimos con Luis juntos en el estudio, y otra mitad que yo hice las maquetas en mi casa solo para después trabajarla con él. “X las dudas” es uno de esos. En el momento tenía un micrófono dinámico en la mano, hacía un re calor ese día entonces estaba en cuero. Aparte no tengo aire acondicionado y en mi habitación estaba todo cerrado, chivado, borracho y cantando el tema sin haberlo escrito. “X las dudas” salió de un momento de pura furia. Por ejemplo, cuando salió “Organiko”, un montón de gente que me ignoraba de repente me decía que sabían que que la iba romper. Después, al producir el disco aprendí a aceptarlo, pero me generó mucha indignación porque vengo haciendo música hace un montón.
¿En qué sentido pudiste aceptarlo?
Entendí que las cosas funcionan así. La gente no siempre se da cuenta de lo que está diciendo o está haciendo. O quizás ni siquiera saben todo el trabajo que hay detrás. Yo sé que estoy hace diez años haciendo música, pero por ahí para esa persona yo era un pibito como cualquier otro. Durante dos años era un borracho, es gracioso porque hay gente que yo conozco solo de la noche y después dejé de salir, pero esa gente solo conoció esa parte de mí. Sin embargo, después del disco es todo alegría y agradecimiento. Además, siento que también maduré un montón en el proceso. Cuando lo presentamos en el Xirgú lo hicimos con una escenografía increíble, con un montón de gente que me venía a ver y analizar sin saber las canciones ni nada. Y yo pude haber estado re nervioso, podría haber estado cagado en las patas, pero estaba tan agradecido y contento de que iba a salir el disco que no me importaba ni cagarla, ni la repercusión que podía llegar a tener, porque con Luis estábamos seguros del laburo que metimos y de cómo dejamos todo para este disco. Te juro que salí al escenario como si fuera el patio de mi casa. Llegó la madurez justo en el momento en que estoy sumamente abierto a todo lo que venga.
En cuanto es el encargado de decodificar tus emociones en un lenguaje sonoro, ¿cómo describirías tu relación artística con Luis La Madrid?
Luis es muy particular, es un prodigio. Ya de por sí, empezamos el disco siendo desconocidos. Nos conocimos a fines del 2020 en el cumpleaños de Saramalacara y Luis me muestra en el celular un remix de electrónica que había hecho de “Tan triste”, mi tema con Odd Mami. ¡Estaba buenísimo! De la nada viene Fermín [Ugarte], nos ponemos a hablar de música y me dice, “¿estás para que Luis produzca tu disco?”. Y yo, con una birra en la mano, acepté sin dudarlo. Yo le hago mucho caso a mis instintos, me pasó con dos o tres personas en mi vida y siempre salió bien. Me pasó con la Rip Gang en su momento y después me pasó con Luis. Sé que si me siento de esa manera, es por ahí. Entonces empezamos a trabajar y uno de los primero que hicimos fue “Memento”, el track apertura, que quedó casi igual a como salió. Fue una química instantánea, no hay explicación de por qué conectamos tan bien, pero enseguida nos hicimos súper amigos y nos entendimos de forma increíble. Luis tiene lo que para mí tienen los mejores productores del mundo, es una especie de alquimista que puede agarrar una emoción, entenderla y transformarla en una melodía. Con un par de palabras esa comunicación fue avanzando todavía más. Y también hay algo que fue muy clave, que no hay siempre en una relación semejante, que es la confianza del artista al productor. Yo a Luis lo dejo laburar, o sea, él está empezando una idea y por más que a mí no me convence, yo lo dejo una hora para desarrollar y de repente pasa el tiempo y está buenísima. Yo confío 100% en que va a ir por una dirección que está piola porque entiende mi visión y mi proyecto, y yo a su vez entiendo completamente también a lo que apunta a él. A todos los artistas que conozco, Luis siempre le puede sacar su mejor versión y ni siquiera solo por su habilidad como productor, sino por su carisma, por su calidez. Es un chabón que sabe mucho sobre psicología. Este disco es un 50 y 50, para mí somos un equipo.
¿A qué responde el énfasis cinematográfico en la narrativa del álbum?
Hay una película que fue clave, Happy Together de Wong Kar-wai. Esta idea de retratar Buenos Aires me surgió de ahí, me voló la cabeza que venga un chino a retratar una ciudad que no conocía y a ver qué le gusta a él. Al verla me di cuenta que esta ciudad es increíble. Más allá de eso, la habitación en la que hicimos en los visualizers se basa en la habitación de esa película. La vi tres veces solo, después se la mostré a Andy [Noduermo] y él flipó también. Filman en la cancha de Boca, en Tierra del Fuego y en las cataratas. Esa historia me enamoró, fue una pieza muy importante. El cine en general me inspiró, este disco lo hice como una peli. Siempre hago las canciones pensando en escenas, pero en este disco quise que sea el máximo desafío. Desde el principio pensé en tener inicio, desarrollo, conflicto y final. Sabíamos que “Memento” era el principio, y “Solo” el final, pero en cuanto al conflicto, simplemente dejé que sucediera. Yo sabía que me estaba enfrentando a un momento duro en mi vida y quise ver qué me deparaba y cómo se reflejaba en las canciones. Y así sucedió. Un tratamiento minucioso que fue mucho más allá de la música, y mi idea es que así siga siendo, crecer en un sentido teatral también y que la música sea solo una parte, porque yo me quiero seguir expandiendo en otras aristas.
Bohemian Groove permitió que la Rip Gang no pueda ser encasillada en cuanto a que cada uno de sus integrantes supo armar su camino y encontrar un rasgo diferencial a los inicios del colectivo. ¿Qué nos podés contar sobre este apoyo?
Ese era el objetivo desde el principio. Siento que, quizás un poco para hacer más ruido, al principio empezamos haciendo la misma música todos juntos. Y después, a medida que fuimos teniendo más oportunidades, más recursos, cada uno se fue especializando en la suya. Y eso a mí me parece buenísimo. Es increíble como cada vez nos individualizamos más artísticamente, pero al mismo tiempo, cada vez estamos más juntos, cada vez estamos más maduros. Lo que me encanta de Bohemian Groove es que está educando a la gente para que nunca sepan qué esperar. Y más allá de eso, como sello, me parece súper revolucionario. Estoy realmente agradecidísimo de formar parte de esto, porque para mí es histórico en la historia de la música. Desde lo artístico, de todo el tratamiento 360 a cada obra, hasta lo humano. ¿En qué otro sello podés hablar de tus sentimientos o dudas con el CEO y el chabón te escucha de igual a igual? Igna [Caiella] es una locura de persona, un profesional de la puta madre, un obsesivo de mierda como somos todos. Para mí, estamos todos en el lugar indicado en el momento exacto. Y este disco no podría haber salido en ningún otro sello y no podría haber tenido las herramientas que tengo acá, en ningún otro lugar. Siento que voy a estar con Bohemian Groove hasta el día que me muera, porque la libertad creativa que tenemos acá no existe en ningún lado.
Broke Carrey se presenta el jueves 10 y el viernes 11 de agosto a las 20:30 h en Teatro Xirgú Untref (Chacabuco 875, CABA), entradas disponibles a través de Passline. Escuchá Buenos Aires Motel en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).