A tan solo unas semanas del lanzamiento de su segundo álbum titulado Deseo, carne y voluntad, Candelabro llegó a posicionarse en el primer puesto de los discos del 2025 de Rate Your Music. Se trata de un experimento musical de post-rock de 70 minutos desperramados en 14 canciones que hablan sobre la religión, la cultura chilena y el arte. Con influencias que van desde Slint, Lamp y Black Country, New Road hasta Serú Giran, Brian Eno y Siouxsie and the Bashees, el disco combina diferentes géneros musicales sin dejar de lado la identidad chilena y latinoamericana.
Desde que el álbum llegó a las plataformas el pasado 3 de octubre, recibió miles de escuchas, reseñas en diferentes idiomas e incluso se viralizó en el submundo de Twitter musical. Todavía no hay planes concretos para el futuro, pero la banda asegura que tiene deseo de llevar este disco a los escenarios de Latinoamérica e incluso a Japón, en donde tienen varios oyentes: “Queremos volver a Argentina porque para casi todos nosotros fue el primer país que visitamos en la vida gracias a la música y a nuestro trabajo“, dice Matías Ávila (guitarra y voz) en conversación con Indie Hoy.
Presenciando el impacto que ha tenido el nuevo lanzamiento de la banda, hablamos también con Franco Arriagada (batería, percusiones y saxo), Luis Ayala (guitarras) y Javiera Donoso (voces) sobre lo que es Candelabro para cada uno, el proceso de creación del último álbum y el impacto que ha tenido.
¿Qué significa Candelabro para cada uno de ustedes?
Matías: La posibilidad de poder vivir de la música con mis amigos.
Franco: Para mí es el significado de que la amistad y el trabajo persistente pueden llegar a cosas increíbles, no tanto por la actual “masividad” del proyecto, sino porque es el proyecto actual de mi vida, al que le pongo todo mi ánimo y empeño, y con los chiquillos se hace muy agradable dar ese empeño.
Luis: Candelabro es algo así como criar una planta, como tener un ser vivo a cargo. Hay que dedicarle tiempo, entenderlo, y al mismo tiempo no es algo que nos pertenezca: le pertenece al mundo, se pertenece a sí mismo. Algunas veces Candelabro significa algo desgastante, porque la experiencia del joven chileno promedio consiste en estudiar y trabajar, y además hay que dedicarle tiempo a esto que hacemos, que nos apasiona, pero que no por apasionarnos cansa menos. Pero al mismo tiempo Candelabro es un vehículo hacia la felicidad, no tanto por el éxito que implica a día de hoy, sino porque hacer música con gente a la que uno quiere es bellísimo.
Javiera: Siento que Candelabro es la razón por la que dejé de ver el vaso medio vacío y comencé a mirar la vida con un poco más de optimismo, esperanza y fe, demostrando que el esfuerzo vale la pena. De cierta forma, ha sido una de las pocas cosas en las que no me he cuestionado demasiado si es que va a salir bien. Al contrario, he dejado que la amistad con los chicos y las experiencias me lleven a quién sabe dónde.

¿Cómo inició el proceso creativo de su segundo álbum, Deseo, carne y voluntad?
Matías: En la sala de ensayo, atravesando momentos muy difíciles como independizarse por primera vez, vivir en muchas casas, la enfermedad de mi padre y el reencuentro con Chile y con la fe.
Franco: Matías llegó un día con nuevas ideas, letras y acordes. Empezamos a armar el primer tema que fue “Ángel”. Fue una tarea de Matías en la universidad, musicalizar algún poema o texto. Él decidió musicalizar el rezo del ángel de la guarda que, de hecho, al profe no le terminó de gustar. Finalmente creo que es el tema que definió por donde iría el disco.
Luis: En lo personal no siento que haya tenido un inicio muy definido. El término del proceso creativo del primero y el inicio del segundo están muy entremezclados. Le fuimos dando forma a medida que lo íbamos haciendo. Después de un ensayo, Mati nos planteó el concepto que quería trabajar, algo así como una radiografía de Chile expuesta apoyándose sobre símbolos cristianos. No nos pareció tan interesante la idea en un inicio, pero a medida que Mati la fue desarrollando, argumentando y haciendo canción nos empezó a motivar cada vez más.
El segundo álbum ha tenido un recibimiento que los ha dejado en lo alto de la música alternativa, ¿cómo se toman personalmente este éxito?
Matías: Con mucha calma y felicidad, ha sido un trabajo difícil y largo llegar a formar lo que somos. Creo en la conexión que uno logra hacer con quiénes te escuchan. Estoy agradecido de formar parte de ese diálogo aquí en Chile, y en Argentina y México pude sentirme igualmente escuchado también.
Franco: La verdad que aún no asimilamos la magnitud de lo que está pasando. Estando recién a unas semanas de la salida del álbum, aún todo sigue siendo medio incierto, pero estamos muy emocionados, especialmente por el feedback de la gente que ha sido realmente hermoso.
Luis: Gran parte de nuestras energías este año fueron invertidas en pos de este segundo disco y poder compartirlo al fin con el mundo da una calma tremenda. El recibimiento que ha tenido es, de algún modo, evidencia de que la gente está conectando con lo que hacemos, que es justamente parte de nuestro propósito: no estamos en condiciones de hacer música sólo para nosotros, la música la hacemos para la gente, para nuestros pares. Que música hecha en y para nuestro contexto resuene en el resto del mundo y conecte no sólo con la comunidad latina, sino también la comunidad anglo, resulta sumamente esperanzador, algo así como un primer paso en equilibrar la balanza.
Javiera: Con emoción, pero a la vez con tranquilidad. Siento que no hemos dimensionado el impacto y alcance que ha tenido el disco aún, ni tampoco nuestra vida ha cambiado diametralmente. Pero me da la sensación de que hay puertas y caminos que se están abriendo. Mientras tanto, hay que esperar.
¿Qué emociones, relatos, ideas funcionan como columna vertebral del álbum?
Matías: La (des)ilusión, la creencia, el país, la angustia, el deseo cómo meta, el cuerpo del límite, la voluntad como fuerza.
¿Cómo surge esta mezcla de sonidos del jazz, rock, ska, entre otros?
Matías: En Chile hay muchísimos proyectos que nos preceden que tienen estás tendencias: Los Prisioneros, Congreso, Fulano, entre varios otros. Naturalmente derivó en explorar más géneros para llegar a que el disco fuera lo más entretenido de tocar y que nos desafiara a nosotros cómo grupo.
Franco: Nunca sale como algo premeditado. Intentamos hacer música para la gente y muchas veces no forzamos mucho las ideas. Si algo sale de cierta manera a primera instancia y nos cierra la idea, la abrazamos y desarrollamos hasta más no poder. Si surge esta mezcla del jazz o ska, creo que es algo que probablemente nos salió de las influencias de Los Tres o de La Floripondio.
Luis: Surge de manera muy orgánica. Los gustos de cada integrante en la banda son bastante disímiles entre sí y tratamos de aprovecharlo todo lo posible. Nos afirmamos de los referentes comunes para hablar un mismo idioma, y a eso le sumamos sonoridades propias de cada uno.
Tanto su nuevo disco como Ahora o nunca (2023) son una propuesta sincera pero innovadora, ¿cómo creen ustedes que se sigue creando música?
Matías: Hablando de uno, o desde uno, posicionándose en alguna vereda o desde varias veredas, tratando de contar una historia original —cómo diría Jorge González. Es un proceso de observación, análisis y, por cierto, de mucha decisión el hablar de lo que uno quiere hablar de la forma en que uno quiere hacerlo. En ese sentido las letras del disco creo que cumplen con el objetivo que tenían, abrir conversaciones.
Luis: A día de hoy resultaría complejo hacer algo 100% innovador. Ya no se puede inventar la rueda. Lo que nos queda, como latinoamericanos, es tomar materia local y mezclarla con las referencias foráneas que tenemos. En nuestro caso, tratamos de tomar formas propias del continente, como la cueca u otras similares, y lo mezclamos con sonoridades más cercanas al rock o el jazz, algo más global. Aparentemente ya está todo hecho en materia musical, lo que nos queda a nosotros es reinterpretarlo.

¿Cómo se volvió la cultura general chilena una parte importante del álbum?
Matías: Somos chilenos, de distintos lados, con traumas y miedos similares los siete de nosotros. Ha sido siempre un objetivo para mí, como compositor, tratar de resonar más allá de la canción y generar una suerte de relato que congregue, junte y convoque. En ese sentido, somos chilenos, vivimos en Chile y nos corresponde no solamente decirlo, sino que musicalizarlo.
Luis: Quizás sea un poco obvio, pero hacemos música basándonos en las cosas que vemos y en las cosas que vivimos. Todos vivimos y hemos vivido una experiencia como chilenos bastante similar: la del chileno de clase baja/media baja. Y esta experiencia —no solo como chileno, sino como latinoamericano— es triste y melancólica, pero no por eso menos digna de ser retratada. Esta mirada crítica, pero con los ojos llenos de amor por el país define un poco la tónica del disco.
Durante este año viajaron a Argentina, ¿cómo fue conocer a fans de Candelabro del otro lado de la Cordillera? ¿Con qué se encontraron?
Matías: Mucha buena onda, mucho cariño y gesto de recibimiento muy gratos. Gente que viajó muchas horas para ir a la capital a vernos, fue muy lindo y muy inesperado. No suele darse que a las bandas chilenas les vaya tan bien en Argentina, sobre todo para el tipo de música que hacemos.
Franco: Para la gran mayoría de nosotros, era la primera vez que salíamos del país. Tomar un avión y pasar por encima de la cordillera fue algo realmente bonito. La gente de Argentina nos recibió con un cariño muy relacionado a su carácter fuerte, fueron una garra que cantó y gritó todo.
Luis: Fue una experiencia curiosa, pero muy grata. El público chileno suele demostrar su cariño de una forma más de piel y más verbal: muy de acercarse a darte la mano, pedirte un abrazo y conversar post show. El público argentino no era menos cariñoso, pero sí un poco más recatado, como un cariño más formal o solemne. Sin embargo, el disfrute del público se hizo notar durante el show: mucho de corear las canciones, del mosh y el pogo.
Javiera: Fue increíble, hubo chicos que viajaron muchísimo dentro del país para ir a vernos, se notaba el cariño y la emoción de que estuviéramos allá.
¿Qué significa para ustedes hacer música?
Matías: Estar juntos los siete.
Franco: Creo que hablo por todos cuando digo que la música hace a tu vida desde todos los aspectos —para bailar, para llorar, para sanar, para perdonar y para conectar. Es lo más lindo de vivir.
Luis: Raúl Zurita decía que hacía poesía no por necesidad de querer expresar algo, sino que por urgencia. Eso me hace mucho más sentido, hacer arte por urgencia. Por querer retratar una determinada arista de la realidad, por jugar a imaginarse cómo suenan ciertas imágenes o emociones.
Javiera: Crear una experiencia a la que, en primera instancia, nosotros nos sentimos profundamente conectados y, luego, generar esa conexión con quienes se sienten atraídos a lo que hacemos. Es emocionante que muchas personas me hayan mencionado que se sienten motivadas a seguir sus sueños, y es que realmente es lo que nosotros también estamos haciendo, en mi caso, un poco a ciegas de lo que vaya a pasar en un futuro, pero con seguridad de que lo hemos dado todo.
Escuchá Deseo, carne y voluntad de Candelabro en las plataformas de streaming (Apple Music, Bandcamp, Spotify)










