Carmen Sánchez Viamonte nunca encontró su lugar en el rock independiente. Siempre entendió que quería hacer otra cosa. Hay algo en su discografía que atraviesa verticalmente: se dice lo que se siente, sin halos, sin medias tintas. Su tercer álbum, Mala, publicado en octubre, se presenta heterogéneo en las emociones que expresa y los elementos sonoros que utiliza. La artista platense buscó despojarse de muchos prejuicios para crear un disco mucho más sincero, influenciada en parte por la rareza inclasificable de Motomami (2022) de Rosalía.
Carmen tiene un vínculo especial con su público, nos hace jugar y nos pone a la expectativa de sus nuevos estrenos. Vocifera en el escenario que cantará una canción que nunca volverá a ser escuchada y nos sorprende meses después con la misma inédita que suma como bonus track a su nuevo disco.
Influenciada por la lógica de Taylor Swift y sus easter eggs, las pistas que va dejando la artista nos invitan de forma recreativa a la invención de un mundo compartido donde encontramos metáforas y significados enlazados entre distintas canciones y discos. Esta semana, estrenó Mala (edición malísima) con tres nuevas canciones: “Haku”, “Armagedón” y “Verano 2023“.
Hay otra cosa que Carmen comparte con la artista estadounidense dueña de la industria musical del momento: el posicionamiento político. Su familia siempre ha sido activa en el terreno de la política, el compromiso nace a raíz de su tío Santiago Sánchez Viamonte secuestrado y desaparecido el 24 de octubre de 1977. Su abuela Herenia Martinez de Sánchez Viamonte pertenece a la línea fundadora de Madres de Plaza de Mayo en la Ciudad de La Plata. La memoria, la verdad y la justicia han sido un eje clave en su formación, por eso le preocupa el contexto que vivimos actualmente en nuestro país.
“Es importante entender que nuestro país no es fascista de repente, hay muchas cosas por reconstruir -reflexiona Carmen en conversación con Indie Hoy-. Tenemos una historia de resistencia contra toda adversidad, no hay que olvidarse de eso. Mi abuela es una persona ejemplar pero nunca dejó de insistir con la transformación, aunque los momentos sean inciertos y hostiles. Es necesaria y maravillosa”.
El compromiso de la cantautora se ve no solo en la presencia en distintos recitales sobre la memoria, sino que también en sus letras. En este sentido, conversamos sobre el fenómeno Taylor Swift: ¿qué pasa cuando la rubia hija del sueño americano se posiciona políticamente? “Ninguna artista pop se posiciona en Estados Unidos -dice Carmen-, por eso fue inspirador lo de Taylor. Sus declaraciones en contra de Trump y a favor de los derechos LGBT+ cambian las lógicas de la forma en que se consume la música pop. Invitan al público a comprometerse”.
Sánchez Viamonte no cree que el arte pueda separarse de la política, menos en los momentos que estamos atravesando. Explica que el arte es una proyección de los momentos que uno vive en un contexto determinado, los artistas tienen el poder de mover el discurso dominante. “No creo que sea importante perder seguidores, si me sigue un negacionista de la dictadura y de los derechos humanos, no me interesa”, admite.
La artista habla del rock como un género que se transformó y se seguirá transformando aunque las viejas generaciones se resistan al cambio. Entiende que esta forma de hacer música cae por su propio peso porque dejó de denunciar el régimen establecido. Al volverse hegemónico, comienza a existir otro tipo de movimiento contracultural que tiene mucho para reclamar. Las protagonistas serán las mujeres, disidencias y otros colectivos marginados por la cultura tradicional.
“A veces algunos periodistas, en su mayoría varones, me preguntan por qué hago rock si ya no llena estadios -cuenta-. Y ese cuestionamiento, no solo es horrible, sino que además esconde la premisa de que yo con 24 años debería estar haciendo trap para tener más views en redes”. ¿Cuál es la vara actual para medir el éxito? ¿Lo que nos da vigencia o los likes en Instagram? Preguntas que se hace una artista que elige seguir un camino propio en tiempos de algoritmos.
La maldad es el eje central del disco, este sentimiento que pareciera solo habilitado para los artistas masculinos, y en cambio se usa de forma despectiva para las artistas que no son lo que el mandato espera de ellas. “Mala, loca, hincha pelotas, eran bozales instantáneos para sacarme del paso -cuenta Carmen-. Me empecé a dar cuenta quiénes y por qué me trataban de mala. Porque si me denominan de esa manera, yo quiero estar del otro lado. Después de mucho intentar ser la heroína, puedo permitirme ser la villana”.
Pareciera existir una obligación implícita a que las artistas mujeres sean condescendientes, buenas amantes, buenas novias y buenas madres. En cambio, la mala conducta de los hombres pareciera no solo estar justificada, sino además ser algo que no se denuncia. Un accionar injusto, desigual y que lleva a las mujeres a una posición donde la queja y el reclamo es sinónimo de histeria y exageración. Por eso, Mala es un parate a todos esos conceptos que parecieran inamovibles y llama a los varones a hacerse cargo de sus actos y a no salir indemnes. Su autora toma todas estas ideas para crear un disco que denuncia con hartazgo que la apatía y la falta de responsabilidad ya no es un camino válido al momento de vincularnos.
En tiempos en los que el enojo ante la injusticia y la furia es un tópico de culpa para las mujeres a la hora de hacer arte, Carmen plantea un cambio de paradigma con este nuevo disco donde puede darle rienda libre a lo que siente y piensa, ser frontal, iracunda y provocadora. “¿Qué querés? ¿Me tenés miedo? ¿O me estás deseando?”, canta en el tema “Que no se entere nadie”. En el disco incluso se escuchan gritos y truenos que avecinan la llegada de una tormenta que en sus palabras barre todo.
“En La fuerza aún había cierto pedestal de fantasía y idealización romántica -cuenta en relación a su disco anterior-. Ahora ya no. Pongo a las personas de las que escribo en otro lugar. En este disco puse mi ira más profunda, ya no me importaba incomodar. Son cosas que hacía falta sacar de adentro”.
“¿No soy la estrella que esperabas?”, se pregunta en el single “Cronos” estrenado en julio como adelanto del disco. La fama también es una temática que atraviesa a la artista y trae nuevos cuestionamientos. Las expectativas, la frustración y la ira se ven plasmadas en esta canción. La transparencia que demuestra en sus letras deja al descubierto la fragilidad que no siempre vemos de los artistas. Es que Carmen es una firme creyente de que cuanto más transparente y sincera es con su arte, más interpelado y conmovido se ve su púbilco. La intimidad incomoda y mostrarse vulnerable puede ser un acto político contra un mundo que nos llama a la apatía y a una felicidad ficticia.
“¿Qué es lo que pasa con el post pandemia? -se pregunta-. Hay que poner sobre la mesa que tenemos un duelo que atravesar, pasamos por mucho dolor y parece no todo seguir con normalidad. Es el elefante en la habitación para nuestra generación”. La ansiedad y la salud mental son temas que ya había abordado con anterioridad en sus discos, señalando a una generación presionada constantemente por un supuesto éxito que nunca llega.
Vivir en un mundo donde el colapso climático acecha constantemente también tiene una repercusión directa en los artistas. Existe una postura fatalista de un final que pareciera ser un callejón sin salida. “La escenografía de este álbum es muy postapocalíptico -admite Carmen-, me da la sensación de que la sociedad ya se arruinó a sí misma pero que hay algo nuevo por construirse, una hoja en blanco. Intenté mostrar que después de ese caos, hay una esperanza que prevalece, pero entiendo que ese escenario también causa una incertidumbre muy sombría”.
La Plata, las referencias a sus plazas, sus líneas de colectivos y sus calles están presentes en casi toda la discografía de Sánchez Viamonte. En un ejercicio lúdico, los platenses nos encontramos en las letras que describen amores y desamores que todos vivimos en los mismos espacios. Para la autora, las referencias a su ciudad vienen de la música uruguaya, así entiende que es un sello de identidad que explica de dónde viene, dónde está y a dónde va.
Carmen define su último disco como un día nublado. Ya en el arte de tapa nos encontramos con una mujer de un tono lúgubre, en camisón y con un hacha en la mano. Carmen nos cuenta que es su madre la protagonista de esta fotografía de quien toma la fortaleza y la espiritualidad. La simbolización de una mujer en ese estado de vulnerabilidad rodeada de naturaleza pero en posición atenta y con un arma en la mano son conceptos que Carmen retomó en sus letras.
También hay un rastro de magia en Mala, y es que desde niña está interesada en distintos tipos de mitologías, especialmente en las consideradas paganas. “Yo era una niña diez en la escuela y sin amigos -se ríe-. Me escondía en la biblioteca para leer un libro enorme sobre mitología griega que me fascinaba. Al principio era una forma de esconderme y protegerme del mundo, pero después también fue una vía a encontrar respuestas y significados”.
Incluso sus letras se ven influenciadas por el I Ching, un libro oracular chino que se remonta al año 1200 a. C, proveniente del taoísmo, que entiende lo cotidiano como algo mágico. El arte de tapa de su disco anterior, La fuerza, simboliza a Hécate, la diosa griega de la hechicería, exiliada del Olimpo. En Mala podemos ver una versión menos contemplativa y más oscura de estas influencias.
“La fuerza era la vigilia, prepararse para lo que viene, y al contrario Mala para mí retrata el presente, el momento de actuar -concluye Carmen-. Acá ya no le pedimos a los dioses por el desastre que hicimos con el mundo, sino que nos hacemos cargo de todo. De este caos que logramos surgirán cosas nuevas”.
Escuchá Mala de Carmen Sánchez Viamonte en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).